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Viernes, 10 de julio de 2009

PD

La homofobia como boomerang

 Por Martín Oliva

En un foro electrónico del cual participo, surgió una discusión en torno de la noticia, por todxs conocida, de Cristian, el chico gay que asesinó a su mamá y a su hermano, y que hace ya un mes en SOY se retomó en una columna: “La homofobia como boomerang”.

La discusión surgió por un comentario que se asombraba del énfasis que los medios ponían en la orientación sexual de Cristian y que se justificaba así: “No entiendo por qué debe destacarse la orientación sexual de los asaltantes. Me pregunto si cambiaría la situación en que se produce la violencia, si la orientación sexual de los violentos fuera la heterosexual”. Ya que más allá de la buena intención (porque el autor busca combatir un estigma asignado a los homosexuales), termina por reproducir una forma de invisibilización.

Sí cambian, y en muchas formas, los actos que se realizan según el contexto en que se enmarcan. Y parte de ese contexto es la orientación sexual de las personas cuando ésta puede formar una identidad. Sin duda, una generalización tan abstracta, que asocie delincuencia con homosexualidad, termina por estigmatizar a un sector social que se identifica como gay u homosexual. Y más aún cuando no hay una relación entre ese acto de delincuencia y la orientación sexual de quienes lo realizaron.

Pero yendo al caso de Cristian... Ahí sí que es necesario hablar de la orientación sexual de él, para no invisibilizar el porqué de la cosa. Ser gay no es lo mismo que ser hétero. Y eso condiciona muchas de las cosas que hacemos... No es lo mismo asesinar viviendo un contexto de opresión, que asesinar siendo el mismo opresor (¿es lo mismo que una mujer que sufre de violencia doméstica mate a su marido, a que su marido la mate siendo él mismo quien la violentó durante muchos años?).

Esta nota, además, me remite a una larga discusión sobre las identidades...

Que tengas pija y te guste la pija no es determinante de ningún tipo de comportamiento por sí mismo. Que tengas vagina no implica que tengas determinados gustos o determinados comportamientos por sí mismos...

El tema es que esas cosas (el gusto por la pija teniendo pija y la portación de vagina) no existen en el mundo por sí mismas. Existen acompañadas de todo un universo simbólico que les dan sentido, que les dan un valor (a veces bajo, a veces alto), que los hacen inteligibles, y que a partir de allí sí se pueden formar comportamientos, gustos, actitudes... es decir, identidades.

El discurso hegemónico niega las identidades oprimidas cuando la revelación de las mismas implica poner en tela de juicio las relaciones actuales de dominación. Y las hace explícitas, bajo una figura estereotípica, cuando quiere conformar el otro/diferente del cual se diferencia, sobre el cual descarga su poder...

Me pregunto, finalmente, si desde las agrupaciones LGTB se puede hacer algún tipo de manifestación, o actividad, como las que los movimientos feministas hacen respecto de Romina Tejerina, de quien piden su libertad inmediata. Así como pedimos que se consideren distintos los crímenes de odio de los crímenes pasionales (figura que invisibiliza la homo, lesbo y travestofobia), podríamos pedir también que este crimen no entre en la categoría de pasional, sino como consecuencia de una situación de opresión vivida por el mismo asesino.

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