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Viernes, 31 de julio de 2009

¡UFA!

Un mes viviendo en peligro

“El rol de nuestras organizaciones es de coalición y apoyo a la resistencia. Nos han dado y respetado el espacio que tenemos en cada una de las áreas de la resistencia. Hay mucha gente de la diversidad en áreas del feminismo acompañando la lucha del Instituto Nacional de la Mujer y protegiendo intereses políticos sumamente imperativos para nuestra legislación —ahí están las lesbianas—, en áreas de las artes —ahí están artistas de la diversidad. Y l@s trans tratamos de hacer nuestra colaboración, ya sea de manera independiente como agrupándonos en la causa.” Así describe Gabrie Mass la participación activa de los colectivos Lgbtti en la resistencia al golpe de Estado que ya cumplió un mes en Honduras. Es que la violencia y la represión contra las personas que integran estos colectivos se ha recrudecido en estos más de treinta días pasados desde el 28 de junio, merced a un gobierno de facto que ha contado con el apoyo del fundamentalismo religioso a través del Opus Dei, la Confraternidad de Iglesias Evangélicas y sectores de la comunidad judía. “La prioridad es defender la constitucionalidad en nuestro país. Estamos permanentemente diseñando estrategias para que la resistencia y la protesta se hagan visibles en el resto del mundo, porque nuestra situación es extremadamente peligrosa, el hostigamiento militar es permanente.” Ya la poeta feminista Melissa Cardoza había advertido no sólo sobre el imaginario que intentan construir los sectores golpistas: “Tienen una actitud inquisitorial contra la libertad y diversidad sexual y la autonomía del cuerpo. Para que se vea en qué términos plantean la discusión, el lema del golpe es ‘porque los buenos somos más’. Se trata de una cuestión de moral cristiana”. Este imaginario moral ha sido una constante en Latinoamérica cada vez que se amenazó o se amenaza el orden constitucional, aun cuando se han necesitado años de recuperación de la verdad para hacer visibles los crímenes de Estado contra la comunidad Lgbtti. La organización, esta vez, lanza comunicaciones urgentes por los medios al alcance. Las cartas que han llegado a Soy son un modo de hacer visibles estas víctimas con su nombre y su apellido, apenas la punta del iceberg de cada historia particular, que seguramente no es nueva —desde 2004 hasta ahora se han denunciado al menos 20 homicidios impunes de personas trans—, pero que recrudece merced a la violencia y el autoritarismo que, por la fuerza militar, se ha convertido en ley en Honduras. Y que es necesario seguir denunciando por todos los medios posibles.

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