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Viernes, 11 de septiembre de 2009

GLTTBI

Hombre trans y en Buenos Aires

 Por Deep Turtle

Cuando llegué a Capital, aprendí que al micro se le dice bondi, que al tendedero se le dice tender y que cruzar la 9 de Julio para el lado del Bajo después de las 23 es peligroso. Por eso me alegré esa noche, cuando al bajar del 24 noté que éramos unos cuantos caminando para el mismo lado.

Dos fiestas se mezclaban en un mismo ámbito. Desde la calle apenas se podía ver el primer piso. Máscaras con plumas y brillantina en algún escote atrevido del carnaval carioca de fin de año de una consultora de marketing. Por debajo, una convención de celebrities clase Z apostaba a la energía poderosa del punk rock.

El personal de seguridad me dio tres oportunidades de arrepentirme. No estaban seguros de dejarme pasar y preguntaban incrédulos si de verdad tenía intenciones de ir al sótano. Por las dudas volví a chequear el papel con la dirección. Era el lugar correcto y la fecha estaba bien.

El volante colorido proponía disfrutar de una fiesta gay/les/trans. Volver a leerlo me animó y me tranquilicé. De alguna forma, podía pensar que estaba invitado.

Pagué con 20 pesos y esperaba el vuelto. “¿Tenés cambio para ella?”, gritó la encargada de la puerta y el suelo se empezó a abrir debajo de mis pies. Nadie lo notó, no llamó la atención de ningunx de los presentes que yo sea tratado como mujer. Tímido, hice las aclaraciones que creí oportunas a una interlocutora de mirada esquiva y guiño antipático. Silencio. Fiesta.

La segunda vez llevé la plata justa, pero entré con una amiga. “Pasen, chicas.” Nos recibió la misma mueca adusta de la fiesta anterior. Una historia que no dejó de repetirse.

Con el tiempo me di cuenta de que lo que me inspiraba temor no era el paisaje fantasmal que recorría desde Diagonal Norte y Suipacha. No me asustaban la oscuridad, ni los presuntos delincuentes en miniatura que te matan por 6 pesos con cincuenta. La inseguridad estaba puertas adentro, temía ser devorado nuevamente por esa boca torcida de significados que engulle hombres trans y escupe lesbianas.

Increíble potestad la del ojo que puede delinear sobre mi carne la esencia de lo masculino y lo femenino. Que invita a ver Los muchachos no lloran, película de temática lésbica, o alerta sobre la agresión a lesbianas, haciendo mención a Ian Brettes.

Podría decir que soy más sabio: ahora sé que en Capital es peligroso cruzar la 9 de Julio después de las 23, que al micro se le dice bondi; al tendedero, tender; y a los hombres trans, lesbianas.

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