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Viernes, 7 de octubre de 2011

Elegante Sport

“Agarrá esa ropa sexy del gimnasio y pasate por nuestra discoteca a lucirla mientras te tomás el cocktail que te invitamos por venir vestido así”, decía la invitación a una fiesta multitudinaria en el Club Shanghai, en España, un lugar acondicionado como un gimnasio, pero en donde las máquinas se prestaron para múltiples usos. El deporte como fetiche impone códigos estrictos en algunas partes del mundo como en Londres: están los trackies, los entrenadores, los jugadores de fútbol y de rugby, los que se pasean por la disco con ropa de boxeo y lycra, cada cual con su uniforme y sus zapatillas o botines. La reunión se llama Sports Cruise Party y cuesta 5 libras. Argentina también tiene su escenario para los que se calientan con el fitness, aunque se extraña un poco la periodicidad. Kadú –bar leather de Buenos Aires, en Sánchez de Bustamante al 1600– organiza todos los fines de año una fiesta Sport, donde participan deportistas amateurs del ambiente gay y gente nueva que se suma a la propuesta, siempre respetando el código de vestimenta. Alcanza con algún elemento deportivo: una camiseta de fútbol o rugby. No hace falta llevar como en Londres el equipo completo para entrar a la fiesta. La ropa fetiche se puede llevar en un bolso y se deja la de “calle” en el guardarropas.

Del dress code del deporte se desprenden otros fetiches: pelotas, palos de hockey, guantes de box y determinadas partes del cuerpo, como los pies. Es que éstos son instrumentos para el éxito en el deporte, símbolo de apoyo, fuerza y virilidad. Los olores y sudores también son condimentos fundamentales para levantar como un deportista lo haría.

Las zapatillas siempre fueron un objeto codiciado y de valor por los más jóvenes. Y dicen y provocan mucho más de lo que se puede suponer a simple vista. Diego G es colombiano, se dedica al turismo en Buenos Aires. Dice: “Lo que me atrae de alguien es la ropa deportiva, tenga o no buen lomo. Si las zapatillas son esas que se usan ahora, las grandotas, ya está, me conquistó. No me importa nada, me vuelvo loco”. Diego tiene novia y me dice que esto de perseguir chicos deportistas lo hace para joder, pero que no lo puede manejar. Hace un par de años, los integrantes de uno de los equipos de fútbol gay de la Argentina, con el objetivo de autogestionarse para conseguir fondos y viajar al Mundial de Londres, teniendo conciencia de esta preferencia por parte de un sector importante de la población, accedieron a ser fotografiados con ropa de fútbol para un calendario homoerótico, donde no faltaron las pelotas de fútbol, de rugby, los shorcitos, botines y, por supuesto, las medias con olor.

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