soy

Viernes, 10 de octubre de 2014

Alma de musical

Pilar fundamental de la Época de Oro de la Canción (entre los ’20 y los ’50), Porter estuvo precedido, rodeado y sucedido en el mundo del teatro musical por compositores y letristas judíos: los hermanos Gershwin, Rogers & Hammestein II, Irving Berlin, Sigmund Romberg, Frank Loesser, Jerome Kern, Harold Rome, Burton Lane, Lerner & Loewe y Kurt Weill, por nombrar unos pocos. Él es la mosca blanca... ¡protestante! Con otra gran diferencia... ¡niño de sociedad!, mientras que la mayoría de sus enriquecidos colegas eran inmigrantes o primera generación de norteamericanos de clase media o baja. Aun el oído más torpe puede advertir que en las canciones de Broadway resuenan fuertes ecos de música de sinagoga; sin embargo, el mismísimo Irving Berlin –otro notable– afirmaba que las melodías “más judías” eran... ¡las de Cole Porter!

Para conocer al verdadero creador basta dejarse llevar por su envolvente música y prestar atención a las letras –de rimas caprichosas y juegos de palabras– en las que su genio se hace más patente. Además de ser bastante irreverentes, están plagadas de alusiones sexuales (“Let’s do it”, “Too Darn Hot”, “Let’s Misbehave”, “Nobody’s Chasing me”...) que sobrevivían a pesar de la pasteurización que exigía la severa censura imperante en las tres décadas de su reinado. En muchas de las canciones satíricas abundan las menciones a personajes de efímera notoriedad social o “novedades”, que para el público de hoy resultan desconocidos. Su inmortalidad reside en los temas románticos que –al igual que los de sus contemporáneos– reflejan emociones básicas, pero siempre de un modo más sutil y original, expresando “I love you” sin decirlo. Su vocabulario no es banal, tampoco previsible. Extraña paradoja que la riqueza de su léxico para acompañar deliciosas melodías se esfume en su acerbo epistolar suplicante de pasión a esquivos amantes masculinos.

Cole estaba empecinado en hallar infelicidad y cometía reiteradamente la insensatez de caer rendido ante los hombres más inadecuados. Nunca antes frustrantes pasiones y amoríos olvidables inspiraron las inolvidables: “Noche y día”, “Te llevo bajo la piel”, “Cada vez que nos decimos adiós”, “Amor verdadero”, “All of you”, “In the Still of the Night”, “Begin the Beguine”, “Amor en venta”, “Fácil de amar”... Quién podía suponer que fueron escritas para un oportunista marinero, un despectivo chofer o un avispado albañil.

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
  • Alma de musical
 
SOY
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.