turismo

Domingo, 30 de diciembre de 2007

NOTA DE TAPA

Vamos a la playa

La costa atlántica lo tiene todo listo, y desde diciembre los primeros turistas estrenaron las arenas de la nueva temporada. De San Clemente del Tuyú a Villa Gesell, una recorrida por las largas playas de los balnearios bonaerenses.

 Por Graciela Cutuli

El buen tiempo lo viene anunciando desde hace semanas: la temporada veraniega ya desplegó un sol radiante, y a tono con él los balnearios ya pusieron a punto todos sus servicios. El mar y la arena, como siempre, nunca faltan a la cita. En la extensa franja de costa atlántica de la provincia de Buenos Aires, está todo listo para recibir a la multitud de visitantes que buscan olvidar las prisas citadinas sobre el vaivén de las olas, entre los bosques que brotan al borde del mar, y en los campos y estancias delimitados no muy lejos de la costa. Desde San Clemente a Villa Gesell, una recorrida por las principales localidades al borde del mar, para recordar su carácter y sus principales propuestas en este verano recién estrenado.

San Clemente del Tuyu...

Es el primer balneario del Partido de la Costa, y el más cercano a Buenos Aires. Aquí se mezclan las aguas del mar con las del Río de la Plata, y es también el lugar elegido por las bandadas de aves migratorias que llegan desde el Hemisferio Norte cada primavera: este fascinante ciclo natural se puede conocer visitando la Estación Biológica de Punta Rasa. Más allá de sus servicios como balneario familiar, San Clemente es sinónimo de Mundo Marino: aquí se encuentra el tradicional oceanario, con sus shows de lobos marinos, delfines y orcas, que invita a la diversión pero también a la reflexión sobre la conservación de la fauna marítima.

Los turistas del verano comienzan a llenar las playas de nuestra costa.

    Junto a Mundo Marino, el parque Bahía Aventura ofrece una nueva experiencia. Se trata de las Termas Marinas, un parque termal con cinco piscinas (incluyendo recreativas) de distintas profundidades, y 162 hidrojets. Dentro del complejo se pueden recorrer los senderos forestales o acercarse a conocer el Faro San Antonio, construido en 1890. Desde el mirador de cristal se divisan la Bahía de Samborombón, Punta Rasa, el Arroyo San Clemente y la Ría de Ajó.

  • Mundo Marino y Termas Marinas: Av. Córdoba 937 Piso 3 Of. 1, Tel. (011) 4325-2900 / Fax. (011) 4325-2906. E-mail: [email protected]; [email protected]

  • Estación Biológica Punta Rasa: por la Av. IX hasta el final, pasando por Mundo Marino. Abierto todos los días de 9 a 19.30.

Un rosario de balnearios

En el Partido de la Costa, el recorrido por la ruta interbalnearia va llevando de una ciudad, o pueblo, a otro. Aunque el habitué de cada balneario puede pasar años sin recorrer las localidades vecinas, en cada una de ellas hay alguna curiosidad para conocer. Empezando por Las Toninas, lugar tranquilo si los hay, donde se levantan las raras “pagodas” construidas en los años ‘60 por un grupo de arquitectos de la FADU. Pensar que no hace tanto, en los años ‘30, fue todo un evento el arribo de un primer grupo de automovilistas, en una visita organizada por el Automóvil Club Argentino.

Antes de partir rumbo a Santa Teresita, que nació sobre lo que habían sido terrenos de la estancia de la familia Duhau, los chicos querrán sin duda pasar por el Laberinto, un paseo de arena y plantas que lleva a un mirador en el sector más alto. En cuanto a Santa Teresita, se destaca una imponente réplica de la carabela Santa María, una de las tres con las que llegó a América Cristóbal Colón: en verano, funciona allí la oficina de turismo local.

De las olas a las dunas para divertidos paseos en cuatriciclos.

El rosario de balnearios sigue en Mar del Tuyú, donde se conserva como recuerdo de las épocas doradas del comienzo del desarrollo turístico el edificio del Gran Hotel Tuyú (hoy sede del municipio). Para los pescadores, la localidad es ideal por su extenso muelle, mientras los curiosos pueden pasearse por las variadas rarezas del Museo René Mermier, obra de un coleccionista que vivió en Mar del Tuyú y dejó allí numerosos objetos de la historia regional (y otros, totalmente eclécticos pero no menos interesantes). Otra de las pequeñas localidades costeras es Aguas Verdes, nacida a la sombra del Castillo Duhau, de líneas normandas y con un hermoso parque, que se ve desde la playa. Aquí se puede visitar la granja educativa Costa Silvestre, o bien aventurarse al sandboard (deslizamiento en tablas de madera sobre la arena) en las dunas que rodean la zona de bosques.

Para un poco más de movimiento, hay que llegar hasta San Bernardo (el nombre recuerda a Bernardo Duhau, otro de los miembros de la familia que poseía estas tierras). Pocas décadas atrás este balneario era apenas más que un puñado de casas tranquilas y playas infinitas donde se escurrían huidizas cientos de miles de almejas. Con el tiempo, todo fue cambiando, y es hoy es uno de los lugares favoritos de los turistas adolescentes, porque su ambiente familiar supo ir modificándose para incluir opciones de salidas juveniles (aquí, como en otras localidades del Partido de la Costa, se organiza a lo largo del verano un importante calendario de eventos y recitales).

Sin distinción de sexo ni edad, el infaltable “picadito” frente al mar.

Por la playa misma se puede llegar hasta Mar de Ajó, el más antiguo de los balnearios del Partido de la Costa. Un extenso muelle de 270 metros invita a lanzar el anzuelo, y si lo que se busca es algo menos convencional, se puede participar en las travesías de vehículos todo terreno que llegan hasta el cercano faro de Punta Médanos. Aquí, como en varios lugares del partido, hay naufragios a la vista, testimonio de aquellos tiempos en que las navegaciones hacia el Cabo de Hornos eran una aventura que a veces concluía trágicamente.

  • Museo René Mermier: Av. 4 Nº 6337 - (7108) - Mar del Tuyú - Buenos Aires, Tel. (0246) 22570.

  • Granja Educativa Costa Silvestre: Av. Crucero 9 de Julio y Fgta. Fortuna, Aguas Verdes.

  • Información Turística: Acceso Av. San Bernardo y calle 19, tel. (02257) 46-3027. www.lacostaturismo.com.ar [email protected]

Playas de pinos

El Partido de la Costa termina en Costa Esmeralda, un nuevo balneario cuyas calles todavía se están abriendo, exactamente donde comienza Pinamar (al menos en los mapas, ya que visualmente es difícil ver alguna diferencia en las dunas y bosques).

Las calles de Pinamar se diferencian sin duda del resto de las localidades en damero de la costa: aquí parecen seguir la figura de un caracol, entre las casas y edificios de una ciudad que mostró en los últimos años un constante crecimiento, y donde se advierten fácilmente dos centros, el de los residentes permanentes y el de los miles de turistas que se convierten en pinamarenses por el plazo de un verano. Pinamar y las vecinas Ostende (donde hay que ver el Viejo Hotel Ostende, con sus recuerdos literarios de Bioy Casares y Saint-Exupéry), junto a Cariló, son el centro de las modas y tendencias que cada año intentan resistir la efímera temporada para imponerse a lo largo de todo el año. Lo cierto es que las playas son un mundo, y que los días del verano pueden pasarse tanto en la arena como en el bosque, a caballo y también a bordo de los poderosos cuatriciclos con que se pueden recorrer las dunas vírgenes. También hay propuestas para practicar golf, tenis y los muchos deportes que se ofrecen en la zona.

Si fuera insuficiente, se puede optar por las estancias que proponen pasar días de campo, muy cerca de Pinamar y de Cariló: algunas de ellas son históricas y conservan el recuerdo de aquellos pioneros que forestaron las dunas, las fijaron y sentaron las bases de los que hoy son los principales centros de veraneo del este argentino. Esta parte de la historia se puede conocer también en el Museo Histórico del Partido de Pinamar.

Cabalgata al atardecer entre la arena y el mar. Un clásico de la costa atlántica.

Circulando por las calles internas se pasa por Ostende, Valeria del Mar –un homenaje a Valeria Guerrero, de la familia que era propietaria de las tierras– y Cariló: aquí, a pesar de la creciente construcción, que le hizo perder algo del aislado encanto de antaño, el centro comercial original, con sus pintorescos edificios de madera donde se podría creer que están próximos a aparecer los duendes, merece la visita. Cuando la temporada recién comienza, o cuando está a punto de terminar, todo es más tranquilo: pero incluso en pleno enero Cariló siempre tiene refugios apacibles para ofrecer a la sombra de sus inmensos pinos.

Andando algunos kilómetros más, por la ruta que desemboca en Mar del Plata, se pasa por Mar de las Pampas –el balneario que adoptó la “filosofía slow”– y Mar Azul, para concluir finalmente el viaje en Villa Gesell. Esta es otra auténtica ciudad al borde del mar, que en los últimos años también empezó un consciente trabajo de recuperación de sus playas –y con ellas, de su alma–, abriendo pasarelas de madera y cerrando el tránsito junto al mar. El resultado vale la pena: aquel aire tranquilamente hippie de otros tiempos parece recobrar fuerza, y junto a la animación comercial y la vida nocturna florece una movida cultural y natural que hacen de Gesell un lugar aún acorde a los principios que inspiraron a Carlos Gesell, su fundador.

Desde aquí se accede, además, al Faro Querandí (en una excursión sólo apta para vehículos todo terreno): y de algún modo se cierra el círculo comenzado allá, en otro faro, junto a San Clemente y las últimas aguas del Río de la Plata. Lo que sigue, más al sur, es otro mundo: Mar del Plata, la Biarritz de Sudamérica, la Perla del Atlántico y la más cercana rival de Buenos Aires.

  • Museo Histórico del Partido de Pinamar. Metz y Niza, tel. (02254) 493050.

  • Oficina de Turismo de Pinamar: Av. Bunge 654, tel. (02254) 491680/1 (se organizan visitas guiadas y avistajes de aves). www.pinamarturismo.com.ar

  • Oficina de Turismo de Villa Gesell: Tel. (02255) 470324/458118. www.villagesell.com.ar ; www.gesell.gov.ar

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Una curvilínea señorita de arena. Ingenio y creatividad del arte playero.
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