turismo

Domingo, 11 de mayo de 2008

ITALIA > ITINERARIO DE CURIOSIDADES

Rarezas y bellezas

Miles de años de historia y una ubicación privilegiada hicieron de Italia un país de inagotable belleza y curiosidades. De una punta a la otra de la bota, hay lugares secretos, raras tradiciones y monumentos para sorprenderse.

 Por Graciela Cutuli

Lo llaman “il bel paese”, y cuando se escucha esa expresión no hace falta preguntarse de qué lugar se está hablando. Italia, esa curiosa bota que flota en el azul Mediterráneo es la tierra de todas las bellezas. La sustentan miles de años de historia; el nacimiento a sus orillas de una de las más vitales civilizaciones que haya dado la humanidad, la romana; y algunos de los paisajes más perfectos que hayan podido idear la naturaleza y el hombre. Territorio codiciado por los pueblos de media Europa, sucesivamente invadida y abandonada, Italia supo inventarse a sí misma como tierra de arquitectura, de arte, del sol perpetuo y de la buena mesa. Siempre hay un poco de mito, pero sobran los ejemplos que hacen ciertas estas afirmaciones. Claro que tanta historia no podía sino ir creando curiosidades, leyendas, anécdotas. No hay rincón de Italia que no las tenga, sólo hay que tomarse el tiempo de escucharlas, de descubrirlas. Algunas de ellas, a continuación, invitan a viajar de punta a punta por lugares conocidos y no tanto, siguiendo el hilo de Ariadna que marca el anecdotario italiano.

¿QUIEN SE ANIMA A CRUZAR EL PUENTE? La serenísima Venecia tiene 446 puentes cuyos arcos cruzan 176 canales. Durante siglos estos puentes, construidos en piedra, carecieron de barandas de protección laterales, salvo en los más transitados o convertidos en paso obligado de las procesiones ducales. Hasta el siglo XIX nadie pensó que hicieran falta, pero luego poco a poco todos los puentes venecianos fueron protegidos con parapetos o barandas. Salvo dos: el Ponte del Chiodo, en Sestiere Cannaregio, y el Ponte del Diavolo en la isla de Torcello. Quienes bajan del vaporetto en esta isla bordean el canal y encuentran el solitario puente a su derecha. Dice la leyenda que el puente fue construido en una sola noche, y que el demonio –con cuyas malas artes sin duda se logró tan sospechosa rapidez– se aparece puntualmente, en forma de gato negro, en el centro del puente a la medianoche de cada 24 de diciembre.

AQUI NACIO LA CRUZ ROJA En el norte de Italia, cerca del espléndido lago di Garda (“bello como en el principio de la creación, según D. H. Lawrence), la desgarradora batalla de Solferino entre el ejército franco-italiano y las tropas de los Habsburgo dejó un desastre de tales dimensiones que inspiró al suizo Henri Dunant la creación de la Cruz Roja. En la noche del 24 de junio de 1859 los habitantes del cercano pueblo de Castiglione delle Stiviere, en la provincia de Mantova, vieron llegar miles de soldados heridos, de los más diversos orígenes. Dejando de lado prejuicios y desconfianzas, olvidando diferencias de idioma y nacionalidad, el pueblo se lanzó al socorro de los desdichados. Recordaba el propio Dunant que las jóvenes de Castiglione desgarraron las sábanas de sus ajuares para fabricar vendas que aliviaran a los heridos y, conmovido por ese ejemplo de hermandad, el suizo olvidó los motivos de su presencia en el lugar y ayudó a organizar los auxilios con ayuda del párroco local. Así nació la idea de crear la Cruz Roja Internacional, concretada en Ginebra en 1863. Esta historia se recuerda hoy en el palazzo Triulzi-Longhi de Castiglione, construido en el siglo XVIII y convertido en Museo Internacional de la Cruz Roja. Toda clase de documentos, camillas, equipos de campaña e instrumentos médicos recuerdan el nacimiento de la iniciativa, la batalla que le dio origen y su historia a lo largo de los años. Además, cada mes de junio se organiza una procesión de antorchas entre Solferino y Castiglione, uniendo de manera ideal ambos lugares, gracias a la participación de miles de personas procedentes de todo el mundo.

ARTISTAS POR UNA SEMANA El tiempo de un viaje también puede ser un período dedicado al arte. En Sorano, un idílico pueblo de la Toscana, es posible inscribirse –sin límites de edad ni requisitos previos– en cursos de una semana de duración que invitan a iniciarse o perfeccionarse en técnicas tan diversas como la vitrofusión, el trabajo en torno, el modelado en cerámica, el dibujo del natural, la orfebrería, la restauración de muebles, la fotografía, la acuarela o el trompe l’oeil, entre otras artes aplicadas. A lo largo de ocho días, durante seis horas diarias, los participantes experimentan la práctica directa de cada especialidad, en laboratorios y talleres especialmente preparados. Participan niños en edad escolar, grupos familiares, artesanos en busca de especialización y aficionados al arte, que se alojan dentro del propio casco medieval del pueblo o en las casas de campo de los alrededores. La experiencia es inédita y enriquecedora, en el marco ideal de las colinas de la provincia de Grosseto, entre las termas de Saturnia y el lago de Bolsena. Informes: Associazione Pandora, info@corsipan dora.it; www.corsipandora.it

¿DOS TORRES INCLINADAS? Casi podría decirse que Italia tiene cierta vocación por las torres inclinadas. La más conocida, la que podría reconocerse hasta con los ojos cerrados, es la Torre de Pisa, situada en el bien llamado “Campo dei Miracoli” de la ciudad toscana. Pero hay dos más, en el corazón de Bolonia (Emilia Romagna), que también tienen lo suyo en materia de inclinaciones. Conocidas como “las dos torres” (Due Torri), forman parte de las 17 que sobrevivieron entre las decenas que existían en época medieval. Y tienen nombre propio: Torre degli Asinelli (de 97 metros de altura) y Garisenda (originalmente de 60 metros), por el nombre de las familias que las hicieron construir, en torno del 1119. Casi como las vemos hoy las vio Dante, que las mencionó varias veces en la Divina Comedia.

Alguna vez hubo una construcción de madera, a 30 metros del suelo, que unía la Torre degli Asinelli con Garisenda, pero un incendio la destruyó en el siglo XIV. Desde sus alturas, los científicos Giovanni Battista Riccioli (en el siglo XVII) y Giovanni Battista Guglielmini (en el siglo XVIII) realizaron experimentos sobre la rotación de la Tierra y la gravedad. Tanto tiempo después, su inclinación sigue siendo visible y sorprendente, y su construcción todo un desafío incluso para el siglo XXI. Entre las muchas anécdotas, se recuerda que durante la Segunda Guerra Mundial cuatro voluntarios se apostaban en lo alto de la torre durante los bombardeos, para luego dirigir con precisión los socorros hacia los lugares afectados.

EL BOSQUE DE LOS MONSTRUOS Una boca gigante, como dispuesta a devorar al audaz visitante que se adentre por los bosques. Una casa inclinada, desafiando la ley de gravedad. Un elefante que carga una torre en el lomo... Estos fantásticos monumentos y esculturas se levantan entre las sombras del Parque de los Monstruos de Bomarzo, cerca de Viterbo (en el Lazio). Se cuenta que fue el duque Pier Francesco Orsini quien en torno de 1550 materializó sus fantasmas en los personajes de Bomarzo, destinados a fascinar a André Breton, a Salvador Dalí... y a Manuel Mujica Lainez, que hizo de la historia de Orsini y su bosque sagrado una novela monumental. Ellos siguieron el mandato que inspiró al duque: “Vosotros, que erráis por el mundo viendo altas y estupendas maravillas, venid aquí donde hay rostros horribles; elefantes, leones, osos, orcos y dragones”. Olvidado durante siglos, el parque fue redescubierto en 1954 por Tina Severi Bettini, un ama de casa que impulsó su restauración para que este sitio, “que durante su abandono la fantasía popular bautizó con el nombre de Parque de los Monstruos, vuelva a ser la Villa de las Maravillas” soñada por Orsini.

LAS HUELLAS DE SAN PEDRO “Quo vadis, Domine?” (“¿A dónde vas, Señor?”), le preguntó Pedro a Cristo, a las puertas de Roma. “Eo Romam iterum crucifigi”, respondió Jesús (“¿Voy a Roma, para ser crucificado de nuevo?”). Ese breve diálogo está en el origen de la pequeña iglesia de Quo Vadis (oficialmente la iglesia de Santa Maria in Palmis), sobre la Via Apia, en el lugar exacto donde dice la tradición que San Pedro se cruzó con Cristo cuando huía de las persecuciones en Roma. Ya en el siglo IX se había levantado un santuario en esta ubicación, pero la iglesia actual data de 1637. En la entrada se encuentra un bloque de mármol sobre el cual se ven impresas unas huellas de pies que la tradición atribuye a Jesús (este mármol, aunque bien protegido, es una réplica del original que se encuentra en la basílica de San Sebastián). Muy probablemente el mármol es un exvoto procedente de un santuario pagano: en todo caso... se non è vero, è ben trovato.

PAISAJES DE ARTE Dos célebres retratos de Piero della Francesca muestran de perfil al duque Federico da Montefeltro y su esposa, la duquesa Battista Sforza. Dicen las malas lenguas que la dama en cuestión mira en dirección opuesta a su marido para no ver su poco agraciado perfil. Pero según las crónicas de su tiempo, Federico había perdido el ojo derecho en torneo, y por eso fue retratado de esa forma: incluso se habría hecho “tallar” artificialmente la nariz para ver mejor en todas direcciones con un solo ojo... Pero lo que cuenta aquí es el paisaje de colinas brumosas, murallas jalonadas de torres y campos arbolados que se divisa en el fondo de los retratos: es el paisaje que rodea la ciudad de Urbino, y que hoy sigue ofreciendo una vista fascinante al viajero que llega siguiendo las suaves curvas del camino. Recorriendo la región pueden adivinarse otros lugares retratados por el artista: el camino que va del Casentino a Montefeltro, en el Bautismo de Cristo que hoy se conserva en la National Gallery de Londres; las torres y campaniles de Urbino, en la Natividad (también en Londres); el río Metauro, en el Trionfo di Federico da Montefeltro; o el Palacio Ducal, en la Madonna di Senigallia. Una identificación que no se ha logrado todavía con otro paisaje fascinante y misterioso, el que sirve de marco a la Mona Lisa, que distintos expertos sitúan en distintos lugares de la Toscana.

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Las torres inclinadas de Bolonia existen desde la Edad Media.

El paisaje de Urbino en este cuadro de Piero della Francesca, igual al de hoy.

El fascinante Parque de los Monstruos de Bomarzo, creado por el duque Pier Francesco Orsini.
Imagen: Graciela Cutuli
 
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