turismo

Domingo, 29 de junio de 2008

CIGARROS > DEL CARIBE A LA ARGENTINA

El humo sagrado

Nacidos de las prodigiosas tierras cubanas, los célebres habanos siguen siendo los elegidos en el mundo de los cigarros. El paso de América a Europa, la producción local de tabaco y algunas casas de Buenos Aires donde pueden encontrarse los mejores puros.

 Por Pablo Donadio

El hombre se afloja la corbata, da un último vistazo a su alrededor y decide regalarse un momento. Camina hacia un tumulto de gente que va dispersándose y entra a la tienda. El cambio se siente apenas cruza el umbral, el olor del ambiente logra abstraerlo del ruido de la ciudad, y el tiempo desaparece. Se para frente al exhibidor y elige “su” puro, sube la escalera, se sienta en un mullido sillón y se desconecta...

El habano ha creado un culto de sí mismo. Casi un ritual que comienza con la compra y puede extenderse durante varios minutos (quizá horas) hasta que todo es cenizas. Y no hay que ser un experto en la materia para comprobarlo: acercarse a una tienda y observarlos en sus barcas (hechas a mano y en madera especial), pero sobre todo la relación que el fumador establece con su cigarro, lo explica todo. “Aquí, en pleno microcentro, tenemos habitaciones climatizadas, con buena música y algunas publicaciones, para que cada fumador se relaje y disfrute plenamente su puro”, explica Lucas Perusso, asesor de ventas de la tienda porteña La Tabaquería. Tras un duro día de oficina o como celebración por el éxito alcanzado, un taco cubano representa el sumum del placer, según dicen los fumadores “comparable sólo con un buen whisky, el amanecer en el campo o la belleza de una mujer”.

CAMINO A LA TIENDA Quiérase o no, al entrar a una tienda de cigarros es imposible no dejarse atrapar por los sentidos. Producto de una faceta más del arte humano, los puros de fabricación casera de la isla logran enamorar a los fumadores y conquistan los mercados mundiales. Y no es para menos: detrás de ese rato que se tarda en fumar un cigarro hay cuanto menos un año de producción artesanal. Por eso los acreditados habanos son cigarros cuyo material, armado y conservación, han ganado en los exhibidores un lugar de privilegio, a pesar de ser los más caros, partiendo de $ 30 hasta $ 200 la unidad. Si bien los cigarros de origen dominicano y algunas marcas de Indonesia han alcanzado una excelente calidad, nada mejor que los Cohiba cubanos, cuya marca resuena en los oídos como sinónimo de habano, para hablar de auténticos puros. Esta firma sorprendió al mundo en 1966 por los atributos de su tabaco y el trabajo inmerso en cada uno de sus puros. Se cuenta que fueron los primeros pobladores de la isla quienes nombraban cohiba al rollo rústico de hojas que fumaban, mote que daría origen a la emblemática empresa. Y es que ese tabaco destinado a su elaboración es muy especial: crece en plenitud únicamente en ciertas vegas finas escogidas en la zona de Vuelta Abajo, en la provincia de Pinar del Río. Proveniente de esta bondadosa tierra cubana, su fama ha alcanzado otras latitudes, y hoy también están presentes en nuestro país. En algunos míticos rincones de Buenos Aires los clientes más exigentes pueden adquirir ejemplares únicos, tanto que los más apasionados suelen guardar algunos cigarros en lockers fabricados con cedro macizo, en cuyo interior corre una corriente de aire frío y húmedo que permite conservarlos y “añejarlos” en sus casas comerciales. Casa Davidoff, por ejemplo, posee un salón para fumadores en el subsuelo y un living acondicionado con sillones, barra, equipo de música y televisión. En La Casa del Habano hay un Club de Fumadores, y sus visitantes reciben periódicamente información exclusiva del mundo de los cigarros. Estos espacios son el complemento ideal, donde reina la tranquilidad y el ambiente está acondicionado para disfrutar, eventualmente con lectura y algún trago, del sabor de un buen taco.

HISTORIA Y ELABORACION La planta del tabaco es originaria de América del Sur, y aunque hay muchas versiones sobre el momento en que llegó a propagarse, se sabe que para los pobladores originarios constituía una medicina milagrosa, y un elemento imprescindible de las ceremonias religiosas, políticas y sociales, además de formar parte de su creciente agricultura. Según cuenta la historia, los españoles quedaron asombrados no sólo con las riquezas del continente, sino también con el uso que los nativos le daban a unos cilindros de hojas secas, que luego prendían por uno de sus extremos. Tal fue el crecimiento del tabaco que en el siglo XVIII el rey Felipe V dispuso el monopolio real del cultivo en Cuba, decisión que fue conocida como “Estanco del Tabaco”. Creada la demanda en Europa se empezó a fumar en pipa, y llegó a ser un símbolo de lujo cuando los diplomáticos empezaron a fumarlo en el Viejo Continente. Pero el negocio de intercambio era necesario, y ese período restrictivo duró hasta 1817, cuando se permitió el libre comercio entre la isla y el mundo, pero siempre a través de los puertos españoles. Con su posterior paso por Persia, Japón, Turquía y Rusia, pero especialmente en Cuba, el cultivo del tabaco se refinó hasta llegar a ser todo un arte.

El proceso de elaboración arranca con la germinación en un semillero. Luego las semillas se trasladan al campo donde permanecen alrededor de 40 días. A partir de la primavera se realiza, por etapas, la siembra de las pasturas. Su recolección abarca un período que se extiende desde los 45 hasta los 80 días de plantación. Luego el tabaco es llevado al proceso de desecación y fermentación, hasta que finalmente en la “escogida”, hábiles manos seleccionan y clasifican cada una de las hojas recolectadas. Ya en la fábrica, las hojas destinadas a la capa se despegan y rocían con agua, para luego clasificarlas por tamaño y color. Se frotan, se estiran, se planchan y se examinan una a una, y a continuación se seleccionan cerca de 20 clases destinadas a la crucial envoltura. El paso culminante es el del torcedor, el artista principal del cigarro: sobre su mesa posan diferentes tipos de hojas que envuelve y corta. Para revestir el tabaco alisa la capa, corta las orillas con la chaveta y lo envuelve. El cigarro casi terminado es “acariciado” con sus manos y pasado por la chaveta para lograr un acabado perfecto. Finalmente, se lo llevará a una pequeña guillotina horizontal que lo corte por el extremo opuesto a la boquilla para conseguir la longitud deseada. Después será colocado en armarios especiales durante semanas, hasta que pierda el exceso de humedad y esté en condiciones de ser fumado.

PRODUCCION LOCAL Casi una sustitución de importaciones, la devaluación del peso en 2002 convenció a algunos importadores y empresarios de abrir el juego a la producción local de los puros y ya no sólo a su comercialización. Incluso algunos entusiastas decidieron fundar su propia fábrica cuando el precio de los cigarros importados se triplicó junto con el dólar. Con este escenario, nuevos productores made in Argentina emprendieron el reemplazo de los importados mediante una estrategia clara: traer tabaco de Cuba, República Dominicana, Indonesia y otros destinos “de buen linaje” y armarlos industrialmente en el país. Así comenzaron a llegar no sólo semillas de tabaco, los moldes y los cortadores necesarios, sino los famosos “torcedores”, portando los ansiados secretos de la manufactura artesanal del tabaco. Así Tabacalera Sarandí, creadora de los clásicos Gavilán, comenzó a producir puros Havana Club, Cigarros Misioneros SA lanzó Luis Gonzaga y La Misión, la firma misionera Del Guayra se estableció con el Dabos y el relanzado Padilla, un histórico nacional de Hernández Hnos. SRL, recuperó el espacio cedido en los años ’90. Gracias a este cambio productivo, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y principalmente Misiones se establecieron como productoras de tabaco Sumatra, Habana, Conecticut y Criollo, en busca de la materia prima para reducir los costos de producción. Si bien estos puros locales han alcanzado gran aceptación, algunos consideran un atrevimiento hacer comparaciones. “Nuestras tierras tienen casi las mismas condiciones que las cubanas por su humedad y composición ferrosa. El tabaco resulta suave, de buen tiraje, sabor agradable y hay una excelente presentación, pero claro que un habano es un habano”, afirma un productor misionero por lo bajo.

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- Los clásicos habanos Cohiba, los número uno en el mundo de los cigarros.

- El verde paisaje de una de las plantaciones de tabaco cubanas.

 
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