turismo

Domingo, 15 de diciembre de 2002

BRASIL EN EL NORTE, PRAIA DA PIPA Y EN EL SUR, PRAIA DO ROSA

Volver a los cocoteros

Los vaivenes cambiarios en Brasil han
reabierto la posibilidad de viajar hacia los
morros y cocoteros de las playas del país
vecino. Si el plan es llegar por tierra, Praia do Rosa ofrece sus posadas y sus playas en una bahía coronada por montañas, en el sureño estado de Santa Catarina. En el otro extremo del mapa brasileño, en el estado de Rio Grande do Norte, Praia da Pipa roza la línea del Ecuador con un exotismo muy tropical.

Por Julian Varsavsky

Durante el verano pasado, en plena explosión de la crisis argentina, la industria turística brasileña se quedó con la mesa servida y sin los invitados (los argentinos). Si bien en esta temporada Brasil no espera la masividad de años anteriores, la reciente devaluación del real hace más accesible el viaje, ya que los precios son similares a los que se pagan en nuestro país. Lo único que se ha dolarizado es el precio de los pasajes de avión, aunque redujeron su valor en un 20 por ciento. De todas formas, queda la alternativa de trasladarse por tierra hasta las playas del sur en apenas dos jornadas de 8 horas desde Buenos Aires.

Praia do Rosa En el sur del estado de Santa Catarina existen playas muy populares como Garopaba e Imbituba, que atraen a más de 100.000 turistas en temporada alta. Pero muy cerca de estos centros masivos –a 70 kilómetros de Florianópolis– hay un exótico lugar llamado Praia de Rosa, semiescondido en una bahía de 2 kilómetros que traza una larga “U” de arena al pie de una cadena de morros.
Praia do Rosa permanece ajena a las grandes multitudes y hasta hace apenas pocos años era una simple aldea de pescadores y campesinos perdida en el mapa de Brasil. En los ‘90 la playa floreció turísticamente hasta convertirse en una de las más prestigiosas del país debido a su notable nivel de preservación de la naturaleza. En los hechos, Praia do Rosa sigue siendo una aldea de pescadores donde el único cambio ha sido la aparición de unas 30 posadas escondidas entre la vegetación de las montañas. A diferencia de otros destinos de playa en Brasil –que crecieron perjudicando el entorno y la estética del lugar–, aquí son los mismos hoteleros quienes cuidan celosamente las cualidades naturales que distinguen a esta playa, donde no hay ni siquiera un centro comercial. A tal punto se ha respetado el entorno que, por ley, en la playa no hay un solo parador o barcito, ese componente básico de toda playa brasileña, por muy alejada que sea. Pero las mejores posadas están sobre la ladera de los morros, a 30 metros de la playa. Generalmente se trata de bungalows muy separados uno del otro, con una hamaca frente al mar. Y cuando uno desea ir a la playa basta con descender por un senderito entre la vegetación hasta alcanzar las arenas doradas.
La variedad hotelera de Praia do Rosa incluye desde un “Albergue de la Juventud” con habitaciones compartidas a un precio de 10 pesos por día, hasta lujosos bungalows cuatro estrellas con habitaciones equipadas con hidromasaje. En el medio hay toda una gama de posadas que ofrecen alojamiento desde 40 pesos en adelante (es importante asegurarse de que el hotel esté cerca de la playa). Y para comer alta cocina de mar está el restaurante Casa de Barco, ubicado en la Avenida dos Pescadores en Garopaba, inaugurado recientemente por un reputado chef local llamado Paulo Mederos, quien ha estudiado cocina asiática en Bangkok y la isla de Bali. En medio de una decoración muy marítima, se sirven sofisticados platos que incluyen ostras gratinadas al roquefort (12 pesos), congrio con leche de coco y curry ($ 24) y salmón a la salsa de siete hierbas ($ 26) (Tel.: 99583574).

Agua y arena Praia do Rosa también es un paraíso para los surfistas, quienes descubrieron sus olas a fines de los ‘70, contribuyendo así a impulsar el turismo en la zona. En la playa hay una escuela de surf dirigida por un argentino llamado Rodrigo Litman. Las clases cuestan 45 pesos por hora (Tel.: 483-556111).
Entre los paseos ecológicos, el más popular es un sencillo treeking de 45 minutos a través de la selva conocida como “Mata Atlántica” hasta la catarata Zanella de 15 metros de altura, cuyas límpidas aguas invitan al chapuzón. La excursión cuesta 36 pesos, incluyendo el traslado en vehículo. Otras alternativas son las cabalgatas por unas dunas cercanas a la playa y las excursiones en barco que organiza la Posada Vida, Sol y Mar desde Garopaba. Uno de los paseos náuticos llega hasta la Isla de losCorales –totalmente deshabitada–, donde se hace snork en unas aguas cristalinas que permiten ver toda clase de peces exóticos, y luego se continúa hacia una playa paradisíaca que está dentro de una reserva natural. La última parada es en una zona de grandes dunas donde se puede practicar sandboard a toda velocidad. El precio de la excursión es de 50 pesos.

Uma noite bem quente No por pequeña, Praia do Rosa carece de una interesante vida nocturna. En primer lugar hay que tener en cuenta que no estamos ante un destino exclusivo para enamorados que buscan intimidad en la playa. Por el contrario, también llegan –en menor medida– grupos de jóvenes que alquilan una casa para cinco y a la noche salen en busca de diversión. A pesar del crecimiento de la playa en los últimos años, los surfistas siguen siendo mayoría entre los jóvenes y son quienes imponen la moda. Jamaica, Pico da Tribo y Mar del Rosa fueron los lugares de baile más animados durante la temporada pasada, y se espera que vuelvan a serlo en este verano. Están uno al lado del otro y por lo general se escucha rap, funk y reggae interpretados por bandas en vivo. Quienes busquen ritmos más auténticamente brasileños, tendrán que ir hasta el balneario Ferrugem –a 25 kilómetros– que se caracteriza por un masivo público adolescente.

Praia da Pipa En el punto más oriental de América latina, sobre el litoral del estado de Rio Grande do Norte, la ciudad de Tibao do Sul alberga una de las playas exóticas mejor reputadas de Brasil. Ubicada justo bajo la línea del Ecuador, Praia da Pipa y sus arenas blancas arden bajo el tiránico sol brasileño que obliga a todo visitante a refrescarse varias veces por día en las aguas turquesas del mar. Si bien Praia da Pipa es la más conocida, el destino turístico en sí es Tibao do Sul, un municipio en el cual hay varias playas, entre las cuales está Pipa.
En Tibao do Sul todo parece hecho en pequeña medida: los restaurantes tienen pocas mesas, las posadas pocas habitaciones y las calles pocos autos. No hay nada a lo grande, salvo las playas, que se suceden una tras otra repitiendo el mismo motivo de una media luna de arena blanca como si las hubiesen hecho con un molde. Las principales playas, de norte a sur, son las de Tibao do Sul, Madeiro, Pipa, do Amor, Sibaúma y algunas intermedias que permanecen intocadas por el hombre que son lugar de desove de las tortugas marinas.
Los turistas que quieren tranquilidad y descanso no suelen hospedarse en los hoteles del centro de Pipa –la playa más popular–, sino en alguna de las posadas más alejadas, que están sobre la playa de Tibao do Sul. Desde allí los viajeros pueden recorrer una playa distinta cada día hasta que eligen su preferida. Cada hotel dispone de transporte propio para llevar a sus huéspedes a la playa e irlos a buscar a la hora convenida. Este servicio se cobra 5 pesos por persona. Y si es necesario cuidar más los gastos, también se puede tomar un colectivo de línea.
Desde el Hotel Marinas –ubicado en Tibao do Sul– se organizan salidas a caballo o en buggy por una zona de altas dunas. Además, desde ese mismo hotel parte una excursión en barco por una laguna oceánica donde se pescan camarones. De hecho, Tibao do Sul es el lugar donde se produce la mayor cantidad de camarones cultivados de todo Brasil. El lugar más pintoresco para probar la calidad del camarón nordestino es el restaurante Facendinha, que queda pasando la última playa de Tibao do Sul, llamada Sibaúma. A Facendinha se llega cruzando un pequeño río en una balsa. En el restaurante uno pide el plato que desea y el dueño va hasta la laguna propia y saca con un mediomundo los camarones para el almuerzo. Los diversos platos con camarones cuestan alrededor de $ 12.

El centro de Pipa La actividad nocturna de Tibao do Sul se concentra en la calle Bahía de los Golfinhos, anterior a la playa. Allí hay numerososnegocios de ropa y artesanías, así como barcitos donde se escucha rock y reggae en vivo y en una pantalla gigante junto al mar. Sobre esa misma calle, al 758, está el restaurante Luna Bistró, especializado en alta cocina de mar. El plato emblemático es la langosta a la manteca con salsa de hierbas y genjibre (39 pesos). Otros platos recomendables son el salmón con salsa de mango y curry (25 pesos) y el abadejo a la manteca con azafrán y risoto (23 pesos)

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