turismo

Domingo, 9 de agosto de 2009

ESPAÑA > EN LA PROVINCIA DE GRANADA

Pueblos de La Alpujarra

La región de La Alpujarra esconde blancos pueblitos cuyo origen se remonta a los tiempos del reino mozárabe. Con sus casas de piedra y barro escalonadas en las laderas de las montañas, las villas de Capileira, Bubión y Pampaneira son un reducto de tranquilidad extrema.

 Por Julián Varsavsky

Gracias a su aislamiento geográfico, los pueblitos de la zona de La Alpujarra son los que mejor mantienen en Andalucía la impronta de la arquitectura árabe que dominó el sur de España por más de 800 años. De hecho son muy parecidos a las aldeas bereberes de la cadena del Monte Atlas en Marruecos, con sinuosas callecitas que suben y bajan al arbitrio de la geografía, y casas arremolinadas que a la distancia parecen un manchón de nieve en la montaña.

HACIA LAS ALTURAS A la zona de la Alta Alpujarra se llega por una ruta angosta que no deja nunca de subir. Ante cada curva el chofer del bus toca la bocina para evitar sorpresas, y en cierto momento las nubes están muy por debajo del nivel de la ruta, como un techo encantado sobre los pueblitos blancos al borde del abismo.

Recorrer La Alpujarra completa llevaría su tiempo, así que hay que elegir. Son una veintena de villas a lo largo de 80 kilómetros, que empiezan en la provincia de Granada y terminan en Almería. Pero, según el consenso local, los tres imprescindibles son Pampaneira, Bubión y Capileira, casi pegados uno al lado del otro en el Barranco del río Poqueira, sobre los 1400 metros de altura, cerca de los picos nevados. La impronta morisca tan marcada de estos pueblos se debe a que después de la rendición del califato nazarí de Granada ante los Reyes Católicos, los musulmanes se refugiaron en las alturas de La Alpujarra, donde conservaron su religión, lengua y costumbres. Pero en 1568, la fallida rebelión morisca de Fernando de Córdoba y Valor –o Abén Humeya– generó la expulsión de todos los musulmanes. Sólo unos pocos tuvieron que quedarse en cada villa para enseñarles a los castellanos, gallegos y leoneses que repoblaron el lugar, cómo debían ingeniárselas para lidiar con una geografía muy particular, fría y escarpada. Por eso han perdurado hasta hoy las técnicas de cultivo en terrazas que diseñaron los árabes, las casas y una cantidad de fuentes y acequias, detalle fundamental de la arquitectura árabe. Estos pueblos son, fuera de toda duda, la continuación de las antiguas tahas, una división administrativa de la época nazarí que agrupaba a pequeños núcleos de población.

FUENTE Y CAUDAL Si hay algo que abunda en el Barranco del río Poqueira es el agua que baja por las vertientes desde las nieves de la Sierra Nevada. Por doquier proliferan agradables fuentes, molinos, acequias, aljibes y albercas que le agregan al tranquilo paisaje la sonoridad del agua. En el poblado de Pampaneira, por ejemplo, hay una tentadora fuente en la entrada de la plaza central donde los forasteros beben sin tener la precaución de leer el cartel que advierte a todo el mundo que aquel que beba de esas aguas estará condenado a perder muy pronto la soltería. Y según los lugareños, no hay registro de una sola persona soltera que la haya probado y a la vez regresado al año siguiente con el mismo estado civil.

Las casas de La Alpujarra son en general de dos plantas sostenidas con vigas de castaño. Siglos atrás, la planta baja era para los animales y la de arriba para la vivienda. Y aún hoy los materiales de la casa alpujarreña siguen siendo la piedra del lugar, el barro, la pizarra y la launa, una especie de arcilla que impermeabiliza los techos.

En los tres poblados del Barranco de Poqueira llama la atención una suerte de pasadizos o cortos tramos de calles techadas. A esos techos se los llama tinaos y son, en realidad, una prolongación de la entrada de las casas, que al estar escalonadas en la montaña se unen con los techos de la casa de más abajo. Estas “terrazas” son ideales para sentarse a tomar fresco los días de calor, con una vista de todo el valle. Y por esta razón es que, a pesar de estar en una zona de nevadas, aquí los techos no son a dos aguas sino planos, probablemente un caso único en el mundo para lugares de altura. “La arquitectura nos obliga a estar conectados unos con otros; por eso somos tan amigables”, asegura Doña Beatriz. Y continúa colgando ropa en su terraza-techo de Pampaneira.

En estos pueblos no hay una sola calle recta y todas están empedradas con piedra laja. Muchas son tan estrechas que sólo pueden ser peatonales, y en algunos casos hay acequias con cursos de agua que pasan por el medio de la calle.

La naturaleza que rodea estos pueblos es muy virgen, con bosques mediterráneos donde sobresalen castaños, cerezos, robles, nogales e higueras. El ritmo de la vida es naturalmente afable y todavía es común cruzarse con un hombre montando un burrito rumbo a su casa. Y se considera que estos pueblos tienen una identidad propia dentro de Andalucía, ya que fueron repoblados casi desde cero al partir los musulmanes, por gente de otras provincias. Por eso, la entonación del habla es más castellana que andaluza, y en el caso de la música son más comunes los pasodobles que el flamenco.

DULCES PUEBLITOS Capileira es el más alto y más grande de estos tres pueblos. Ubicado a 1450 metros, en pleno Parque Natural Sierra Nevada, está totalmente escalonado sobre una ladera, con 250 metros de desnivel. Tiene 570 habitantes –los capilurrios– y vive principalmente del turismo, a pesar de que sólo tiene tres hoteles y algunas posadas.

En la entrada una placa de cerámica da la bienvenida con un verso de opinable inspiración: “A la sombra del Veleta, secándose al sol y al aire, tendieron a Capileira, blanca como los pañales”.

Frente a la iglesia del siglo XVII, un grupo de ancianos con sombreros impecables conversan en una calle curva. Fuman tranquilos y parecen esperar la puesta del sol. Hasta que uno se acerca sin prisa y me dice: “¿Quiere usted ver algo inolvidable?”. Y sin esperar respuesta me pide que lo siga. A los tres minutos se detiene en el borde del pueblo, en la orilla donde las últimas casas blancas casi cuelgan sobre el barranco.

Y lo que se ve desde allí es, de verdad, impresionante: laderas verdes que hacen de paredes de un precipicio profundo llamado El Tajo del Diablo, que termina perdiéndose en las aguas del Poqueira. Los pueblos de Bubión y Pampaneira se ven, muchos metros más abajo, como un pañuelito blanco extendido sobre la inmensidad de las montañas.

Bubión está a mitad de camino entre Capileira y Pampaneira, y es el más pequeño de los tres. Una placa de cerámica da también la bienvenida con unos versos del poeta Rafael Gómez Montero: “Desde la nieve hasta el mar, domino todo el barranco desde mi torre ancestral...”. Y a metros de allí se levantan los restos del torreón de la época nazarí que cumplió funciones militares en la época de las guerras de La Alpujarra, nombradas en El Quijote.

El pueblo, que en tiempos visigodos tuvo 2 mil habitantes, hoy tiene 366 –-los bubioneros– y en su pequeña plaza se organizan cada tanto tradicionales verbenas y paellas populares. A un costado está la iglesia de estilo mudéjar, rodeada de casas encaladas, y no hay una sola construcción moderna, igual que en los otros pueblos. Si se llega a la hora del almuerzo, en alguno de sus pequeños restaurantes se puede pedir una sopa alpujarreña, que es un caldo muy caliente con carne, habas, verduras, huevo, pan y jamón. Un plato muy tradicional son las “papas a lo pobre” –cocidas con cebolla y pimiento– acompañadas con morcilla, huevo y una buena ración de jamón serrano hecho en Trevélez, otro pueblo de La Alpujarra. Y para los postres hay varias delicias de hojaldre almibarado, otra clásica herencia de los árabes en la zona.

PAMPANEIRA Amable como pocos, el tercero de estos pueblos recibe al forastero con otra placa junto a la parada de buses: “Viajero, quédate a vivir con nosotros”. Sus habitantes –los pampanurrios– no suman más de 327 y saludan todos con idéntica cortesía cuando uno se los cruza en las estrechas y empinadas calles, o cuando se los ve sentados en la entrada de sus casas blanqueadas con cal, al pie de faroles de hierro forjado. Entre las piezas arquitectónicas de valor histórico en Pampaneira está su iglesia barroca del siglo XVI que preside una pequeña plaza y fue levantada con ladrillos de barro.

El producto típico de la artesanía de Pampaneira son las jarapas, unos tejidos a mano que se hacen con desechos textiles que llegan de toda España y que las mujeres tejen con técnicas moriscas centenarias. Originalmente las jarapas se usaban bajo los colchones o como paños para cubrir la comida. Hoy son más bien alfombras.

Al visitar el tercer pueblo en una misma tarde, uno ya no se acuerda bien cuál es cuál, porque son casi idénticos. Aunque en verdad falta el cuarto, que según documentos de la época del reino moro existió entre Capileira y Bubión. Y cuenta la leyenda que una mañana neblinosa, al escampar, desapareció con sus casas y su gente.

DATOS UTILES

Cómo llegar: desde la ciudad de Granada hay 74 kilómetros hasta la zona de La Alpujarra, y se llega pasando por el Puerto del Suspiro del Moro y luego la autovía 44. Hay micros directos desde Granada y de un pueblo al otro –separados por unos dos kilómetros– se puede ir en bajada. Por eso se recomienda ir primero a Capileira, el que está a mayor altura.

Dónde alojarse: en los tres pueblos del Barranco de Poqueira hay varios hoteles y hostales. Por lo general hay que reservar con antelación. Una habitación doble en un hostal cuesta desde 40 euros.

En Pampaneira: Hostal Ruta del Mulhacén. Calle José Antonio s/n. Tel.: 9587630.

En Bubión: Villa Turística de Bubión. Pequeñas casitas con uno o dos dormitorios, baños, living, comedor, cocina, terrazas. Tel.: 958793909.

Pensión Las Terrazas de La Alpujarra. Calle La Placeta del Sol s/n. Tel.: 958763034.

En Capileira: Hotel Finca Los Llanos. Tel.: 958763071. Mesón Poqueira. Tel.: 958763048.

Dónde comer: para probar la comida típica alpujarreña, hay tres sitios recomendables: Casa Diego, en Pampaneira; Teide, en Bubión; y El Tilo, en Capileira.

Más información: Oficina Española de Turismo. Carlos Pellegrini 1163, piso 3. Teléfono 4328-9236, www.spain.info - www.turgranada.es - www.alpujarra.net

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Paisaje de La Alpujarra: blancos pueblitos en los verdes faldeos de las montañas.

Sólo para peatones. Estrechos callejones en los pueblos del Barranco del río Poqueira.

Las esbeltas chimeneas son un rasgo característico de los pueblos de La Alpujarra.
Imagen: Julian Varsavsky
 
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