turismo

Domingo, 16 de agosto de 2009

LA RIOJA > ITINERARIO POR CULTIVOS Y VIñEDOS

Los sabores del sol

Sol, altura, tradiciones ancestrales y nuevas técnicas se combinan para hacer de La Rioja uno de los lugares más tentadores del Noroeste. Escondidas en recónditos paisajes espectaculares, varias fincas se dedican a la producción de nueces, vinos, quesos y olivas.

Hay muchas formas de recorrer La Rioja, muchos incentivos para iniciar el viaje y muchos enfoques diferentes para una mirada sobre la región, que atesora paisajes extraordinarios y una cultura milenaria. Arqueología, turismo de aventura, safaris fotográficos, exploraciones interpretativas: de la cordillera a los valles, la provincia se abre como un mundo inmenso, fascinante y en parte aún virgen. Entre tantas opciones, elegir la que sigue las raíces de su producción es el punto de partida para el descubrimiento de rutas, fincas y pueblos que a veces pasan inadvertidos en los mapas, pero que atraen por la calidad de los productos de su tierra y la calidez de una gente que dedica sus vidas a cultivarlos y mejorarlos. Después de una visita, de una charla, de una recorrida al calor del sol bajo estos cielos que se dirían infinitos, los productos cotidianos que llegan a nuestras mesas ya no se verán como simples nueces, aceitunas o vinos, sino como el sabroso y aromático resultado del cuidado y el amor hacia la tierra.

CAMINOS DE LA SIERRA DEL VELASCO Por lejana que parezca, la riojana Sierra del Velasco forma parte geográficamente de las Sierras Pampeanas: sus macizos de granito, divididos en un brazo oriental y un brazo occidental, separan los llanos de La Rioja del valle de Chilecito y están surcados por vertientes y varios ríos de poco caudal. Al pie de la Sierra, la “Costa Riojana” –”costa” porque para los habitantes el término significa “al lado de algo”, en este caso al lado del cordón montañoso– una sucesión de pueblos y caseríos invita a un viaje en el tiempo. Son pueblitos tranquilos, poco más que un puñado de casas de adobe entre por olivos, plantaciones de frutales y corrales de cabras, donde nada interrumpe el ritmo de las tareas cotidianas. Pero la producción de dulces, nueces confitadas, quesos y frutos en almíbar revela una entrañable riqueza cultural, transmitida de generación en generación.

A sólo 30 kilómetros de la capital provincial, Sanagasta se levanta en un bellísimo valle del interior de la Sierra: y entre los cardones y los recodos del camino, el paisaje reveló una inesperada riqueza paleontológica, aún en investigación, con el hallazgo de numerosos huevos de dinosaurios. Se sigue por Pinchas, poblado renombrado por sus nueces, alfajores y dulce de membrillo, y luego Chuquis, Aminga y Anillaco: en uno y otro, sobran las ocasiones para pararse y probar los dulces caseros, las aceitunas, los vinos artesanales producidos por pequeñas bodegas que regalan en la copa los múltiples brillos de las uvas tintas. Cada pequeño productor quiere dar a conocer el suyo y el viajero con el sí fácil se sentirá de parabienes en este pequeño paraíso gastronómico.

EL CAMINO DEL VINO La combinación de altura, sol y humedad del interior riojano es favorable a la producción vitivinícola, no sólo a pequeña escala sino también de parte de grandes bodegas. Si los valles de la Costa Riojana se caracterizan por la profusión de establecimientos pequeños y artesanales, la ruta del vino provincial encuentra en los valles del Famatina la región principal de elaboración de vinos a mayor escala y con mayor grado de industrialización. De las diecisiete bodegas de La Rioja, cinco ofrecen servicios turísticos: se trata de La Riojana, San Huberto, La Puerta, el Haras de San José y Chañarmuyo, un hotel-bodega cercano a Famatina que fue el primero nacido con la mirada puesta en el enoturismo. Estos establecimientos cultivan y producen vinos Syrah, Malbec, Chardonnay, Merlot, Cabernet Sauvignon y, en particular, el emblemático Torrontés Riojano, cuya variedad frutada y su blanco dorado son propios del Valle de Famatina y gozan de una denominación de origen controlada (DOC), algo así como una partida de nacimiento que los hace únicos en el mundo.

Por su parte el complejo enoturístico Haras San José, en Villa Unión, ofrece una ubicación ideal a 60 kilómetros de Talampaya y 120 del Valle de la Luna sanjuanino. La finca, con viñedos y bodega artesanal, ofrece alojarse en cabañas de campo para conocer desde adentro los secretos de la elaboración del vino. Y es también una buena puerta de entrada para un atractivo insólito, a veces opacado por la cercanía de las imponentes paredes de Talampaya: se trata del cañadón de Anchumbil, una suerte de pequeño “cañón del Colorado” donde la roca rojiza se pliega y se abre en paredones, pasadizos y cuevas causadas por la erosión y fascinantes para explorar por la presencia de petroglifos y pictografías, herencia de los diaguitas.

EL SABOR DE LA NUEZ El clima riojano no sólo es favorable a los viñedos: también las nueces, que llegaron a la provincia en el siglo XVIII de la mano de los primeros colonos, se benefician por las características de la región. Estos apreciados frutos secos se cultivan en dos variedades: la nuez californiana y la criolla, cuya calidad las convierte poco a poco en un factor económico de importancia creciente para varias localidades.

Aquí y allá, el marrón y dorado de los nogales se impone en el paisaje de Famatina, donde el frío de la cercana localidad de Guanchín produce nueces excelentes: en palabras de los expertos, el color blanquecino es la señal de que el fruto del nogal creció con abundantes días de bajas temperaturas. La hora de la cosecha, que se realiza de manera totalmente artesanal, llega entre febrero y abril, para luego dejar secar los frutos.

El proceso se puede apreciar en Huayrapuca, una pequeña finca de Famatina que cultiva nueces Chandler en sus 17 hectáreas: aquí se formó el establecimiento para la selección y compra de materia prima, almacenamiento y guarda, quebradero y tamañador, hasta que las nueces parten hacia todos los puntos del país, en cuartos o en “mariposa”, la forma más apreciada. La casona de adobe de Huayrapuca (“viento colorado” o “viento zonda”) abren sus puertas a 1700 metros de altura, al pie del cerro Famatina, cuya silueta signa el paisaje y también la identidad de la región. En compañía de un guía especializado, se puede recorrer la finca, apreciar los nogales antiguos y los más nuevos, en sus distintas variedades, la fuente de agua para riego, las maquinarias agrícolas y los trabajos de laboreo. Finalmente, se conocen el depósito y secadero de nuez con cáscara, el salón de quebradero manual, la extracción de la pulpa y la selección y envasado: en otras palabras, el largo y minucioso camino que lleva al fruto del árbol a la mesa, conservando intactos los colores y sabores moldeados gracias a la altura y la temperatura. También en Campanas, al norte de Famatina, la actividad nogalera está en pleno crecimiento: allí, la cooperativa agropecuaria local agrupa a los propietarios de varias fincas pequeñas, asociados en el proceso que va desde la siembra hasta la comercialización. De este modo, se mantiene el carácter artesanal de la producción de las nueces, pero se busca también lograr una reconversión tecnológica que permita la modernización de los cultivos y una mejora permanente de la calidad de las plantas.

ACEITUNAS Y ACEITE DE OLIVA La historia de los olivares en territorio argentino es de larga data y comienza a mediados del siglo XVI, cuando se introdujeron las primeras plantas traídas del Perú. Se cuenta sin embargo que por orden del rey de España se ordenó tiempo después la tala de todos los olivares riojanos para limitar la producción y mantener los precios en el comercio con España, por entonces el principal productor de aceitunas: pero una anciana de Aimogasta, en el departamento de Arauco, logró salvar de la destrucción una pequeña planta de olivo cubriéndola con su manto. Dice la tradición que esa planta es el “Olivo Centenario” que se puede ver a tres kilómetros de Aimogasta, único superviviente de la tala y ancestro de todos los olivares riojanos... Cierto o no, el olivo centenario sigue produciendo aceitunas, y fue con el tiempo origen de una nueva variedad, la Arauco, que distingue a las olivas riojanas en el mundo y es la base de una industria en plena expansión. En las regiones de San Blas de los Sauces, General Ocampo, Chilecito, Sañogasta y La Costa las plantaciones prosperan y aportan a la economía riojana unas 20.000 toneladas anuales de aceitunas, en tanto Aimogasta –al norte de la capital provincial– es el principal centro de cultivo de olivas y el destino creciente de los viajeros deseosos de conocer los procesos de cosecha y transformación en aceite de oliva. Las aceitunas Arauco se cosechan verdes o maduras (negras), para destinarlas al consumo de mesa, para conservas en salmuera o para la elaboración de aceite: y una vez más, los grandes productores –El Matucho, Nucete, Agroaceitunera, Compañía Industrial Olivarera– conviven con las pequeñas fábricas familiares, como la de Hilal Hermanos, que elabora en Aimogasta aceite de oliva extravirgen mediante un método artesanal de molienda y prensa en frío. Vale la pena animarse a la degustación, para descubrir en toda su intensidad los sabores y el picor del aceite en boca, y recorrer los alrededores de Aimogasta para conocer las plantaciones.

La imagen de los olivos que domina a lo largo de todas las rutas regionales se suma así a las hileras de nogales y los fértiles viñedos de otros valles, conformando el “cuadro de honor” de los productos de la tierra riojana. Una tentación para el paladar y al mismo tiempo un llamado a conservar las ancestrales formas de elaboración y los secretos que laten en el corazón de cada uva, cada oliva y cada nuez.

DATOS UTILES

Cómo llegar: 1167 kilómetros separan Buenos Aires de La Rioja, transitando por las RN 9 y 38.

Haras San José: Ruta 76, Pasajes Los Minué, Villa Unión. [email protected], tel. (03822) 15508440.

Chañarmuyo: Chañarmuyo Estate Vineyards, Winery & Lodge: Camino al Dique s/n y Ruta Provincial, Nº 39, Km 15, Chañarmuyo. Tel. (03822) 218781; www.chanarmuyo.com.ar.

Huayrapuca: Adolfo Dávila 20, Famatina. Tel. (03822) 463874. www.nueceshuayrapuca.com.ar.

Más información: En Buenos Aires, Casa de La Rioja, Callao 745 Tel. 48133417/19.

En La Rioja: Secretaria de Turismo de La Rioja. Pelagio B. Luna 345, Tel. (03822) 426384/345. www.turismolarioja.gov.ar.

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Campos de olivas en Famatina, donde prospera la variedad Arauco, única en el mundo.

El cañadón de Anchumbil, un “mini Talampaya” cerca de Villa Unión.
 
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