turismo

Domingo, 25 de julio de 2010

EE.UU. EL ARCHIPIéLAGO DE HAWAI

Sueño del Pacífico

Las islas estadounidenses, meca mundial de surfistas y paraíso de los enamorados, son el destino perfecto para quien quiera sentir en la piel el espíritu aloha. Hawai, el archipiélago salvaje que brota como una constelación en las aguas del Pacífico, ofrece un escenario de volcanes, olas gigantes y selvas tropicales perfectas para la aventura.

 Por Pablo Donadio

Para gran parte del imaginario popular, Hawai es una suerte de paraíso perdido en medio del Pacífico, de ubicación tal vez imprecisa, pero paraíso al fin de cuentas. ¿Quién no ha visto alguna película donde un crucero amarra en un bucólico muelle de madera sobre una bahía perfecta, con horizonte de mar turquesa de no creer? Hasta que se descubre el origen del sitio cuando las sonrientes hawaianas, armadas con esas guirnaldas de flores llamadas leis, aparecen para dar la bienvenida al visitante. Esa es Hawai, un sello de garantía en el mundo de los destinos que prometen experiencias inolvidables.

LA CONSTELACION Hawai es en realidad un conjunto de 19 islas, peñascos e islotes formados por la acción de volcanes surgidos del fondo del mar, a partir de una fuente de magma que en geología se denomina punto caliente. De todas ellas, sólo hay desarrollo turístico de excelencia en seis: la Gran Isla de Hawai, Oahu, Kauai, Molakai, Maui y Lanai. Antiguamente consideradas como un centro de importancia para las industrias balleneras, azucareras y de la piña, estas islas ancladas en medio del océano Pacífico, casi 4000 kilómetros al Sudoeste de California, hoy dependen básicamente del turismo. La mayoría de los varios millones de visitantes que llegan anualmente proceden de la porción continental de Estados Unidos, seguidos por los canadienses, australianos y japoneses. Una vez allí, la cercanía entre ellas provoca el deseo de pasar de isla en isla descubriendo qué tiene de particular cada una. Y es que las hay pequeñas y familiares, de ritmo calmo y silencioso, mientras otras se presentan perfectas para los jóvenes, con vida nocturna non stop. Pero en todas hay algo asegurado: clima, paisaje y el aloha spirit.

A nivel gastronómico, tanto en las ciudades como en los paradores más pequeños, los mariscos frescos son el deleite principal. En cuanto al alojamiento, las islas poseen hoteles y hospedajes variados, especialmente en la capital y principal urbe, Honolulu (Oahu), y en cercanías de su playa central, Waikiki. Si el viaje es en familia la mejor opción son los departamentos, especialmente en esta época (temporada baja hasta noviembre), aunque el clima en Hawai prácticamente se mantiene parejo y formidable durante todo el año. Y si se trata de deporte, las costas hawaianas permiten una amplia gama de actividades acuáticas, algunas de ellas recreativas –como los paseos en velero, canoa o lancha– y otras que varían entre lo recreativo y lo competitivo, como el windsurf. El surf ya es un capítulo aparte, y no sólo para el turista que llega a Hawai en busca de las olas más bravas y perfectas del planeta: los locales, aseguran, nacen con una tabla bajo el brazo.

CABECERAS Dos de las islas se establecen como cabeceras, tanto por desarrollo como por historia. La primera de ellas es The Big Island, o la Gran Isla, cuyo tamaño supera a todas las otras juntas, y es conocida popularmente como Hawai a secas, pese a que la capital del archipiélago, Honolulu, está en la otra isla de importancia, Oahu. La Gran Isla posee 164 kilómetros de largo, que pueden recorrerse en uno de los clásicos locales: los paseos en helicóptero. En el vuelo toma la escena el mayor atractivo del lugar, el Hawaii Volcanoes National Park, donde se pasa por encima del cráter del Kilauea, uno de los volcanes más activos y con más flujo de lava del mundo. Y si bien el coloso número uno aquí es el Mauna Kea (4200 metros snm), hay otro gigante en plena erupción, el Mauna Loa (4170 metros snm), donde vapor y cenizas, en un entorno de selva tropical, dan cuenta de una de las vistas más asombrosas del mundo. Por estas latitudes se destaca el aire puro, pero cuando los vientos cambian la neblina sulfurosa llamada vog da a la ciudad un entorno de película. La Gran Isla posee paisajes desérticos no muy lejos de bosques húmedos y lluviosos, y hasta picos donde suele verse nieve. A nivel arquitectónico ofrece la mayor expresión de estilo polinesio, con templos ancestrales.

Tallas en madera pertenecientes a un santuario que rescata parte de la cultura de las islas.

Casi al otro extremo, como yendo hacia Japón camino del Oeste (la Gran Isla sería la más cercana al continente americano, hacia el Este), está Oahu, el territorio de mayor movimiento turístico. En esta isla se encuentra la ciudad principal, Honolulu, escogida por uno de sus antiguos reyes como capital del reino gracias al maravilloso puerto natural.

Oahu es “el” lugar para el surf: aquí, además de grandes torneos y la vida propia de los surfers, hay un poblado llamado Haleiwa, donde el deporte es casi un culto, con alojamientos amoldados a sus exigencias y hasta entrenadores incluidos en las visitas a las playas. Otro lugar de renombre en Oahu es el complejo portuario y base militar de Pearl Harbor, atacado en 1941 por Japón y desencadenante del ingreso de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, si bien la anexión del archipiélago se produjo a fines del siglo XIX, Hawai no llegó a ser formalmente un Estado norteamericano hasta 1959, varios años después del ataque.

Con 64 kilómetros de longitud y 42 de ancho, Oahu (famosa por ser locación de la serie Lost) es el distrito comercial más importante del grupo de islas, con industrias agrícolas de cultivo y procesado de piña y caña de azúcar. Además es el sitio de las playas más famosas: Lanikai, con la vista de los bucólicos peñascos Na Mokulua; y Waikiki, ubicada detrás de la cola del Diamond Head, el enorme volcán en extinción. El resto de los balnearios no se queda atrás, y ofrecen arenas blancas, doradas y negras: al ser un lugar donde también rugen los volcanes, sus arroyos de lava y restos de roca han llegado a las costas y son una tentación del turismo mundial.

PEQUEÑOS PARAISOS Las cuatro islas restantes son menos desarrolladas urbanísticamente, pero atractivas desde lo individual y por su propuesta natural. Kauai es una suerte de tesoro silencioso alejado del tumulto de la Big Island y Oahu, con costas salvajes y poderosas corrientes marinas buscadas por los surfistas, que pueden resultar hasta peligrosas para bañarse si no se toman precauciones. Esta isla es la más antigua del archipiélago: los millones de años han dejado su tallado en impresionantes acantilados, volcanes inactivos y las famosas Fern Grotto, cuevas de helechos donde también habita la fauna endémica. En este puñado de tierra se encuentra el volcán Waialeale, promocionado como el “más húmedo del planeta”, con una laguna interior repleta de plantas y vida animal. Ese escenario de la Isla Jardín, como se llama también a Kauai, fue utilizado como locación de la película Jurassic Park.

Nuevamente hacia el Este y exclusiva por sobre todas las cosas, la pequeña Lanai es el destino premium de Hawai. Limitada en cuanto a hospedaje y más costosa que el resto, ofrece como visita destacada la playa de Shipwreck, y el Jardín de los Dioses, un territorio cuyos paisajes rojizos y lunares coquetean entre lo real y la ficción. En esta isla se encuentra la plantación de piñas Hulopoe, reconocida como la mayor del mundo en su rubro.

Enfrente de Lanai están Molokai y Maui. La primera es otra isla tranquila y probablemente la menos comercial de todas. Ideal para parejas recién casadas, la paz de la Friendly Isle, o “la más hawaiana de las islas”, representa la imagen más fiel de la Hawai de décadas atrás, cuando casi no había turismo.

Maui, la segunda isla en tamaño, y la cuarta y última de las desarrolladas turísticamente, ofrece diversidad a pleno: las actividades comienzan con salidas de buceo, o excursiones a las Siete Piletas, un área de cataratas naturales que en cada una de sus caídas forman un espejo de agua. También el mirador del volcán Mt. Haleakala, en el Parque Nacional que lleva su nombre. Con buenas olas, los surfers y windsurfistas saben que aquí hay materia prima para pasarla bien, y las costas suelen ofrecer el fabuloso avistaje de ballenas, que juguetean cerca de la orilla entre diciembre y abril. Considerada en el pasado como la capital ballenera del mundo, la ciudad costera de Lahaina quizá sea hoy la mejor preparada para dejar en cada visitante el famoso espíritu aloha, que más allá de las definiciones resume la fraternidad y la cura de cuerpo y espíritu, al punto de transformarse en un estilo de vida: el de las islas míticas, donde se propone amarse a sí mismo, para poder amar a los demás.

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El hermoso paisaje marino de Lanikai, con los peñascos Nâ Mokulua de fondo.
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