turismo

Domingo, 11 de diciembre de 2011

PATAGONIA. LA úLTIMA FRONTERA DE LA VID

Uvas al sur del sur

La frontera de los vinos argentinos no deja de avanzar hacia el sur, hacia la Patagonia, que en el pasado era un territorio impensado para los viñedos, pero hoy produce algunos de los tintos y blancos más renombrados del vino “made in Argentina”. Un recorrido por las principales bodegas australes.

 Por Mariana Lafont

La bella y extensa región patagónica es, al decir de varios empresarios bodegueros, ideal para producir vinos de alta gama. Porque reúne excelentes condiciones y características: una gran amplitud térmica durante la maduración de la vid, predominio de suelos pedregosos y aluviales, buenas condiciones fitosanitarias, mucha luminosidad, lluvias escasas y baja humedad. De ese modo, los vinos de zonas frías, como las del sur de nuestro país, logran un buen equilibrio entre el tenor de azúcar y la acidez del fruto.

Según Bernardo Weinert, dueño de Patagonian Wines, “en Patagonia hay gran potencial: está menos afectada por el efecto invernadero, mientras en otras zonas de la Argentina y el mundo el clima ha cambiado con granizos, heladas o falta de agua para riego”. Y agrega: “Por eso se esperan más emprendimientos para obtener vinos naturales, que es lo que el mercado mundial busca: un vino sano, sin aditivos perjudiciales para la salud”. Es decir que, gracias a la amplitud térmica, la latitud y el clima templado-frío, los vinos patagónicos son aromáticos, delicados y elegantes; no necesitan estabilizantes microbiológicos ni antioxidantes. Por eso se exportan a Europa, Estados Unidos y próximamente también a la región Asia-Pacífico, según los planes de Guillermo Barzi, director de bodega Canale.

La producción se centra en los valles del río Negro y el río Colorado, aunque también ha llegado más lejos, al paralelo 42 en la provincia de Chubut. Hasta ahora las variedades que mejor se han adaptado son el torrontés, semillón, sauvignon y chenin blanc, dentro de los blancos, y en los tintos, el malbec, merlot, syrah, pinot noir y cabernet sauvignon. Según Christel Lüttecke –Brand Manager de bodegas Dos Andes–, “la Patagonia ha demostrado, en estos diez años, que tiene gran potencial y sus condiciones de terroir la convierten en un paraíso para vinos premium como malbec y pinot noir, incomparables con otras zonas del país”. Por su parte, Fernando Muñoz de Toro, CEO del grupo Muñoz de Toro Wines, asegura que el futuro de la zona es promisorio y que la marca Patagonia es sinónimo de calidad. Alfredo Ghirardelli, director de Agrestis, agrega que el factor que diferencia a Patagonia “es que se apunta a proyectos familiares y bodegas boutique”. Y Catalina Uriburu, de Noemía, concuerda en que “hay menos volumen de viñedos, pero de alta calidad”.

La Patagonia reúne excelentes condiciones y características para el cultivo de la vid.

DEL ALTO VALLE AL PARALELO 42 Humberto Canale, la bodega de estilo colonial, centenaria y la más importante del sur argentino, está a ocho kilómetros de General Roca, en la provincia de Río Negro. Desde su fundación en 1909 desempeñó un rol fundamental en la vitivinicultura patagónica y el Alto Valle de Río Negro adquirió la categoría de terroir específico. Cuatro generaciones después, la bodega combina hoy la sabiduría artesanal de su fundador con las técnicas más modernas para ampliar su capacidad operativa y aumentar sus exportaciones al norte de Europa y Estados Unidos. Actualmente tiene una capacidad de almacenaje de 3.200.000 de litros de vino, de los cuales más de la mitad se guardan en cubas, toneles y barricas de roble francés y americano. Su producción anual supera el millón de botellas. En 2010, lanzó Humberto Canale Centenium en honor al fundador y al fin de ese año fue premiada con el Galardón a la Excelencia Agropecuaria como “Mejor Bodeguero” del país. Hay visitas guiadas y degustación.

La bodega Estepa, liderada por nietos y bisnietos de pujantes inmigrantes llegados al Alto Valle de Río Negro, ha sabido mantener la tradición y la pasión familiar por los viñedos, sumándole tecnología de avanzada para lograr vinos de alta gama.

Los viñedos se ubican en dos ambientes diferenciados: el Alto Valle de Río Negro y la estepa patagónica. En la primera zona –en la margen norte del río Negro, donde el clima es más húmedo y menos hostil– se encuentra la finca La Antigua, con viñedos de más de 45 años de antigüedad, protegidos del viento y que utilizan el sistema de plantación tradicional en espaldera. Mientras tanto en la estepa, en la margen sur del río Negro –donde el clima es muy seco– se halla la finca La Agreste. Allí se encuentran los viñedos no tradicionales (y muy originales) así llamados porque conviven con la flora autóctona: alpatacos, jarillas, chañares, variedades de cactus y frutos silvestres. En estos viñedos la idea es captar la esencia básica del espíritu de la Patagonia: lo agreste y lo extremo.

Agrestis es una bodega de General Roca especializada en espumantes naturales, usando un método tradicional de fermentación en botellas. Comenzó en 1992, cuando Norberto Ghirardelli y su esposa compraron una chacra de 12 hectáreas con una antigua bodega de los años ’60. Si bien ya había peras, uvas y manzanas, se replantaron variedades de mejor calidad. En 1994 se importaron y plantaron cepas de chardonnay y pinot noir de Francia para elaborar espumantes. En 1997 se hizo la primera vendimia y la primera elaboración de espumante Nature. A partir de 2001 pasó a llamarse bodega Agrestis y en 2006 adquirió una chacra vecina, sumando siete hectáreas más, fundamentales ya que los vinos se elaboran solamente con uvas del propio viñedo. Además posee una pequeña plantación de Gewürztraminer para hacer un espumante aromático y muy frutado.

Una degustación de vinos al finalizar una visita guiada en la bodega Humberto Canale.

Hay visitas guiadas y degustación, un “almacén de vinos, cremas & productos gourmet” y, si se desea, se puede cenar en la bodega previa reserva.

Noemía. El proyecto de esta bodega nació a partir del descubrimiento de un antiguo viñedo, plantado con uvas malbec en los años ’30, en un lejano rincón del Valle de Río Negro. El clima árido de la zona, la gran amplitud térmica entre el día y la noche, las estaciones del año bien marcadas y el lugar libre de enfermedades hicieron el resto para producir vinos de alta calidad. Los socios de esta bodega boutique son Noemí Marine Cinzano, productora de vinos italianos, y el winemaker danés Hans VindingDiers. Toda la producción se exporta directamente a Inglaterra.

El viñedo tiene 1,5 hectárea de vides malbec prefiloxera de la selección Massale. Luego de la maduración, las uvas son recolectadas al alba, a mano, y se transportan a la bodega donde, al atardecer, cada racimo es controlado, limpiado y despalillado. La fermentación se inicia por efecto de las levaduras naturales, sin agregar ningún aditivo. Una vez finalizada, el vino es decantado por gravedad en barricas francesas y el fraccionamiento también se efectúa por gravedad, sin ninguna filtración. ¿El resultado? Un malbec rico, complejo, concentrado, exuberante, delicado, elegante y genuino.

Bodega Chacra y bodega Museo La Falda. Piero Incisa della Rocchetta, miembro de una familia con larga tradición bodeguera en la Toscana, probó un pinot noir Canale, se enamoró de la zona y en 2005 levantó su pequeña bodega Chacra para hacer un pinot noir artesanal y de altísima calidad. Su desafío este año fue lanzar un pinot de vides cultivadas en tierras vírgenes en pleno desierto patagónico.

En cuanto a la bodega Museo La Falda, conociendo la historia de la familia Herzig, se recrea el desarrollo vitivinícola del Alto Valle del Río Negro. Hoy, la tercera generación Herzig transformó en museo esta bodega de Cipolletti fundada en 1910, donde aún se puede ver maquinaria original alemana en funcionamiento. Jorge Herzig, nieto del fundador, realiza la visita guiada por un entretenido recorrido. Además aquí se realizan eventos culturales y gastronómicos, conciertos de la Ruta del Vino, catas y capacitaciones. Para después de mediados de 2012 esperan haber finalizado la restauración de una casa de 1910 destinada a convertirse en hospedaje rural.

Patagonian Wines. La bodega más austral de América, de 60 hectáreas, se encuentra en El Hoyo (Chubut), paralelo 42, la misma latitud que bodegas de Australia y Nueva Zelanda. Weinert detectó la posibilidad de hacer vinos patagónicos mientras pescaba en Estados Unidos, donde probó un gran merlot de Oregon y pensó: “Si en Patagonia hay truchas como aquí, ¿por qué no puede haber buenos vinos también?”. Y esta pequeña localidad pegada a Los Andes reúne condiciones óptimas, con clima suave y temperaturas bajas: así el varietal, entre floración y maduración, demora más tiempo, lo cual facilita un mejor desarrollo de sus características. Los vinos que aquí se producen son ligeros, de gran expresión aromática (debido a la alternancia entre días calientes y noches frías) y presentan una acidez natural interesante, con caracteres similares a los grandes vinos de Alsacia, Canadá y Oregon.

Un paisaje estepario rodea a la bodega Noemía.

BODEGAS Y DINOSAURIOS La provincia de Neuquén alberga varias de las más modernas bodegas del país. Este polo vitivinícola se encuentra alrededor de las localidades de San Patricio del Chañar y Añelo, lugares aptos para el cultivo de la vid por su clima y suelo. Un régimen de lluvias escaso, el frío y los constantes vientos favorecen la sanidad de los viñedos, por lo que son prácticamente innecesarios los tratamientos con insecticidas. Las modernas bodegas tienen la última tecnología y reciben turistas.

Saurus. Esta joven bodega de 2001 logra vinos de alta gama que transmiten el espíritu de la Patagonia. Emplazada sobre la ladera de una meseta y con un innovador sistema gravitacional, brinda condiciones óptimas para el traslado del vino durante su elaboración. Además, la bodega cuenta con certificación de inocuidad alimentaria ISO 22.000 en toda la cadena de producción. Un dato curioso es que, durante la construcción, hallaron restos de un dinosaurio de la familia de los Titanosáuridos. Por ello decidieron hacer una cava especial en la cual se pueden observar los fósiles originales y sorprender a más de un visitante. Además, de allí surge también el término “saurus” para llamar a dos de las cuatro líneas de vinos y a su exclusivo restaurante.

Valle Perdido. Esta bodega del grupo Muñoz de Toro Wines se ubica en San Patricio del Chañar. Lo llamativo de este emprendimiento es que tiene un hotel cinco estrellas de la red de The Small Luxury Hotels of the World, un concepto innovador que incluye restaurante, Wine + Tapas Bar, galería de arte, piscina y wine spa. La bodega tiene una edificación de más de 5000 metros cuadrados cubiertos (más de 7000 incluyendo el wine resort) destinados a la producción y distribuidos en cinco niveles montados sobre la barda patagónica. Está equipada con maquinaria y tecnología de última generación, laboratorio propio y preparada para elaborar por gravedad, sin bombeo.

Patritti, Del Fin del Mundo y Nqn. Los vinos de bodega Patritti maduran 12 meses en barricas de roble francés y otros 12 en botella. En 2010 lanzó su nueva cosecha Primogénito 2008 y abrió locales en Patagonia y Buenos Aires. Por su parte, la moderna bodega Del Fin del Mundo cuenta, desde 1996, con equipos de última generación. Tiene una capacidad de producción de ocho millones de litros y ofrece visitas guiadas gratuitas. Desde 2010 cuenta con un espacio exclusivo en pleno Palermo, “Experiencia Fin del Mundo”. Finalmente, la bodega Nqn tiene una sofisticada arquitectura y cuenta con equipos de última tecnología. Además alberga Malma, un restóbar donde se degustan platos elaborados con productos patagónicos acompañados de una buena copa de vino y un amplio mirador que permite captar la belleza de los viñedos. Se realizan visitas guiadas de 40 minutos con degustación

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Viñedos al sur del sur, en el valle de El Hoyo en el Paralelo 42.
Imagen: Mariana Lafont
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