turismo

Domingo, 7 de octubre de 2012

VENEZUELA. LA CARACAS DE BOLíVAR

El General en su laberinto

En plena efervescencia electoral, Caracas estalla de colores callejeros y exuberancia vegetal con su Cerro El Avila. Marcada por la historia de Simón Bolívar, la ciudad hoy rinde homenaje al Libertador en su casa natal, su panteón funerario y el Museo Bolivariano, pero también con murales multiplicados en las calles.

 Por Julián Varsavsky

Fotos de Julian Varsavsky

La placa en la base del busto de Simón Bolívar en los jardines de la Biblioteca Nacional evoca palabras del Libertador venezolano: “Mi nombre pertenece ya a la historia: ella será la que me haga justicia. (...) Nada me podría quitar la honra de haber humillado a León de Castilla desde el Orinoco al Potosí”. En un mural tricolor junto a la avenida Bolívar, en Parque Central, otra frase bolivariana es parte del paisaje urbano: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar a la América de miseria y oprobio en nombre de la libertad”.

Mientras tanto, frente a una esquina de la plaza Bolívar caraqueña, sobre la fachada de un edificio, dos gigantografías de cuatro metros de alto reproducen el rostro del Libertador, reconstruido digitalmente basándose en su cráneo. Esta deducción virtual de lo que fue su rostro la hizo una empresa francesa contratada por el gobierno, que presentó el resultado hace dos meses. Desde entonces miles de venezolanos usan remeras con la cara “real” de Simón Bolívar. En negocios, oficinas y casas se ven posters en cantidad con el nuevo rostro, que son también regalados por las revistas y diarios para reforzar sus ventas. Y asimismo son comunes los muñequitos de Bolívar adornando escritorios o colgando del espejito retrovisor de los autos.

El fanatismo por Bolívar entre los venezolanos viene de larga data. Casi cada ciudad y pueblo del país tiene su plaza Bolívar, con estatua ecuestre y muchos árboles. Desde hace décadas los alumnos de colegio aprenden de memoria los pensamientos del Libertador. El presidente Hugo Chávez los cita casi todos los días, y hay quienes se hacen tatuajes de Bolívar en la piel o lo llevan en la gorra. Es decir, un poco a la manera del rostro del Che, Bolívar se ha convertido en Venezuela –entre otras cosas– en un ícono pop. Pero lejos de la banalización, se le ha dado un contenido político actual y la gente común suele conocer al dedillo los episodios de su vida.

También hay sociedades de estudiosos que analizan su vida y en general se le rinde homenaje con sincera devoción para sus aniversarios. Hace ya más de una década, en 1999 el país reforzó el homenaje llamándose República Bolivariana de Venezuela.

Explanadas y espejos de agua en el Paseo Los Próceres.

EN LA PLAZA BOLIVAR Caracas está en campaña electoral desde hace dos meses y en la arbolada plaza Bolívar hasta las piedras parecen hablar de política, que se oye como un parloteo constante convertido también en música altisonante y ringtones. La efervescencia electoral empapela paredes, postes y vuela por los aires en forma de volantes. Un vendedor pregona “el último CD del Comandante a 10 bolos”, con canciones al ritmo de cha-cha-chá, merengue, salsa, reggaetón, rap y joropo. Chávez no canta, pero aporta el vozarrón de sus discursos sampleado en algunas canciones.

En el vértice de la plaza opuesto a la Catedral funciona una singular “institución” política acaso única en el mundo: la bolivariana Esquina Caliente. Como la manzana de la plaza es peatonal, la Esquina Caliente está en plena la calle bajo un techito rojo desmontable. A su sombra una veintena de personas sentadas en sillas de plástico mira sin mucha atención un televisor siempre encendido en Venezolana de Televisión. Todos los días del año a las seis de la mañana –de lunes a lunes– el señor Aniluz Serrano instala las sillas y el televisor, mientras la Esquina Caliente se llena al amanecer con medio centenar de personas que leen el diario y miran el noticiero (algunos domingos disfrutan a lo grande con Aló Presidente).

Son todos chavistas fanáticos de diferentes edades, que se juntan a comentar las novedades, debatir, reírse y socializar. Algunos pueden pasarse horas y hasta el día completo allí hasta las ocho de la noche, hora de cierre. También tienen un programa de radio y organizan conferencias. La plaza Bolívar es el corazón mismo de Caracas desde el momento de su fundación, en 1567. Era el centro y Plaza Mayor alrededor de la cual se demarcaron las 25 manzanas originales de la ciudad. Fue entonces el centro del comercio en la ciudad colonial, donde con el tiempo serían fusilados los enemigos de la Corona española. De sus jacarandás hoy bajan unas ardillitas negras que los niños alimentan en la boca. La decoración incluye cuatro fuentes doradas con querubines y una gran estatua ecuestre de Simón Bolívar fundida en Munich en 1874.

Junto al Panteón Nacional hay unas casas coloniales muy bien conservadas.

LA CUADRA BOLIVAR El circuito bolivariano por Caracas continúa a pie hacia la Plaza del Venezolano, a 100 metros de la plaza Bolívar. Frente a ella está lo que se conoce como la Cuadra Bolívar, donde se levantan la casa natal del Libertador y el Museo Bolivariano. Simón Bolívar nació el 24 de julio de 1783 en el seno de una familia de hacendados azucareros. La quinta San Mateo era la base de esas plantaciones, donde trabajan esclavos negros que luego Bolívar se encargó de liberar. La quinta es hoy un museo que se visita en el vecino estado de Aragua. Pero el lugar más visitado –casi un santuario de libertad para muchos venezolanos– es la Casa Natal. Se trata de una casa colonial con patio interno y cuartos alrededor, restaurada en 2011 en ocasión del Bicentenario.

Lo más atractivo de sus interiores es una sobrecargada capilla y los enormes cuadros que cubren paredes completas con episodios históricos, varios de ellos del artista Tito Salas. En primer lugar están los retratos del Libertador: según los estudiosos, no existen dos iguales en lo que hace a facciones de la cara. Además eran realizados con la intención deliberada de embellecer al prócer, de allí que la nueva imagen computarizada no se parezca del todo a ninguno de ellos, a pesar de sus múltiples versiones. También hay un cuadro sobre la primera comunión de Bolívar y otro sobre el terremoto que devastó Caracas en 1812 y que inspirara la famosa frase de Bolívar escrita con letras doradas gigantes frente a la Plaza del Venezolano: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

Justo al lado de la Casa Natal se puede visitar, en otra casona colonial, el Museo Bolivariano. Sus infografías en las paredes son un buen resumen del ambiente de la época. En la planta baja hay un impresionante óleo llamado “Ultimos momentos del Libertador”, de Antonio Herrera Toro, y en el piso superior se encuentra el cofre donde se trasladaron los restos de Simón Bolívar desde la ciudad colombiana de Santa Marta hasta Venezuela. En una galería se exhiben llamativos escudos familiares cincelados en piedra, pertenecientes a familias ilustres de la colonia. La Sala Azul del museo fue titulada “Jerarquía rígida e inflexible” y muestra dos filas de maniquíes vistiendo la ropa típica de los diferentes estratos sociales del siglo XVIII: obispos, mujeres blancas, generales mantuanos, pardos, niños y esclavos.

La Sala Amarilla se llama “El deseo de vivir” y exhibe, por un lado, antiguos machetes que representan el proceso encabezado por los esclavos africanos en su lucha por la libertad. Tres puntas de lanza simbolizan la participación de los indígenas en la gesta libertadora. También está el hacha del verdugo de Caracas –que decapitaba en la plaza Bolívar– y un sable de Francisco de Miranda. En otra sala hay un pantalón rojo que fuera de Bolívar, un par de medias de algodón y una bolsa de terciopelo. También se muestran el asta de lanza del general Páez, un catalejo que Bolívar usaba en sus batallas, pistolones, cornetas, balas de trabuco y un escritorio portátil de Francisco de Miranda.

En una pared se reproduce un fragmento del célebre Discurso de Angostura en 1819: “Tengan presente que nuestro pueblo no es europeo, ni americano del norte, que más bien es un compuesto de Africa y de América que una emanación de la Europa, puesto que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana... Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano... esta desemejanza trae un reto de la mayor trascendencia”.

Lo ideal es visitar la Cuadra Bolívar los días jueves, sábado y domingo a las tres de la tarde, cuando comienza en la Plaza del Venezolano una escenificación de teatro callejero con la historia de Venezuela. La obra, de una hora de duración, comienza mostrando la conquista y la esclavitud, con los españoles azotando a negros y aborígenes. Otro actor arenga al público que se queja ante las injusticias. La obra y el público se van trasladando a medida que avanza la historia hasta la cercana plaza Bolívar. Allí se repite un episodio famoso ocurrido en ese lugar el 19 de abril de 1810: el recién nombrado gobernador Vicente Emparan, por orden del rey José I, sale a un balcón de la plaza y se enfrenta al pueblo sublevado, preguntándole: “¿Ustedes están de acuerdo con que yo siga mi mandato?”. A sus espaldas, el cura Maradiaga hace señas para que digan que no, y es el público mismo el que otra vez se convierte en pueblo y grita que no. Luego llegan la firma del Acta de la Independencia, que dio lugar a la guerra contra España, y el terremoto de Caracas, ocasión aprovechada por la corona para decir que era Dios el que se oponía a los patriotas.

La historia teatralizada pasa por la dictadura de Juan Vicente Gómez e ingresa en la contemporaneidad con la escenificación del Caracazo de 1989. Los actores aparecen corriendo con carritos de supermercado en los saqueos y aparecen noteros de televisión dando el reporte de los dramáticos hechos. La obra incluye los sucesos del golpe de Estado contra Chávez de 2002, mostrando a dos ancianos que miran la televisión y protestan: “¿Por qué ponen a un empresario rico como presidente si yo voté por Chávez..., cómo se atreven a hablar de democracia si abolieron el Congreso Nacional por decreto....”.

El antiguo Panteón Nacional donde descansan los restos de Simón Bolívar.

EL PANTEON NACIONAL El otro lugar clave del peregrinaje bolivariano en Caracas es el Panteón Nacional, donde descansan los restos de Simón Bolívar. Como justo detrás se está construyendo un moderno mausoleo con la forma de una espada gigante, en este momento no se puede ingresar al Panteón, pero vale la pena visitarlo ingresando por la Biblioteca Nacional, donde hay infografías con fotos históricas de los sucesos políticos más importantes de Venezuela en las últimas décadas. Junto al panteón hay dos casas de la época colonial muy bien restauradas y luego está el edificio en sí, que es el de la iglesia de la Santísima Trinidad derrumbada en el terremoto de 1812, que estaba siendo levantada otra vez cuando en 1874 el presidente Antonio Guzmán Blanco decretó que allí descansarían los restos de los próceres de la patria. En 2010 fue incorporada al panteón Manuela Sáenz, quien era casada y amante de Bolívar, a quien acompañó en sus campañas independentistas y una vez logró salvarle la vida cuando lo iban a matar.

El Paseo Los Próceres, junto a la estación de metro Los Símbolos, es parte ineludible del circuito bolivariano de Caracas. Es un gran eje vial y peatonal de dos kilómetros inspirado en los Campos Elíseos de París. El paseo está decorado con leones de piedra, ninfas, columnatas, espejos de agua, grandes copones helenísticos, una estatua del Poseidón, jardines, corredores, pérgolas y marquesinas. El paseo fue construido en 1956 para hacer desfiles militares que culminan en el gran monumento a Los Próceres de la Independencia, cuyas estatuas de bronce están en lo alto de cuatro paralelepípedos de mármol: entre ellos Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José Antonio Páez, Manuel Piar y José Antonio Sucre.

Camino a Los Próceres, los city tour suelen pasar por la Casa de Gobierno (Palacio de Miraflores) y por el Puente Llaguno, lugares clave del golpe de Estado de 2002. En el puente se suele bajar del vehículo para observar dónde estaban apostados los francotiradores que desde las azoteas atacaron a los chavistas que protestaban contra el golpe, generando una masacre. Esos mismos muertos fueron luego mostrados por televisión como si fueran de la oposición, haciendo un montaje donde se veía a un dirigente chavista disparar desde ese puente, defendiéndose en verdad de sus atacantes. Con esas imágenes se justificó el golpe. Más tarde, se construyó en el puente un monumento a las víctimas.

Hoy hay elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela. Quien salga victorioso seguramente le dedicará el triunfo a Simón Bolívar: es decir que esta noche más de media Venezuela estará de fiesta, con música y baile. Y a lo grande.

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La estatua ecuestre de la plaza Bolívar, que hoy bulle de actividad política.
 
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