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Domingo, 28 de octubre de 2012

TAIWAN FIESTAS POPULARES Y RELIGIOSAS

Oriente de dioses y dragones

El voluptuoso exotismo oriental estalla de colores en las celebraciones taiwanesas de carácter religioso y popular. El Año Nuevo Lunar con sus faroles lanzados al cielo, el masivo festival de Matzu, la diosa del mar, las carreras de los botes-dragón, los barcos Wang Ye que “navegan” sobre el asfalto y las curiosas ferias de los templos que prestan dinero a interés.

 Por Julián Varsavsky

La religiosidad taiwanesa está marcada por un complejo politeísmo y una notable diversidad de santos venerados con fervorosas fiestas populares. El sincretismo es parte esencial de ese sistema de creencias donde predomina el budismo mezclado con el confucianismo, el taoísmo y el animismo de las tribus autóctonas. Las costumbres religiosas están en permanente cambio y abiertas a la modernidad tecnológica, que ingresa en los templos sin ningún prurito en forma de carteles luminosos, máquinas electrónicas que entregan papelitos de adivinación y grandes pantallas planas (es común encontrar gente hablando por celular en los templos).

La cantidad de celebraciones y fiestas religiosas, algunas con 5000 años de tradición en la cultura china, es muy nutrida a lo largo del año. Estos rituales coinciden en general con los cambios de estación y suelen ser ceremonias de agradecimiento a la naturaleza, casi siempre regidas por el calendario lunar. Aunque en el Taiwan moderno y tecnológico –signado por la racionalidad de los negocios– la religión y sus manifestaciones van cambiando como un reflejo de los tiempos.

Durante el Año Nuevo Lunar, el Festival de los Faroles ilumina el cielo con reflejos mágicos.

EL AÑO NUEVO LUNARLa fiesta popular más importante de Taiwan es el Año Nuevo Lunar, originado hace alrededor de cinco milenios a partir de una bestia mitológica llamada Nian, que aparecía en vísperas de Año Nuevo y se comía a la gente (niños incluidos), las cosechas y el ganado. Hasta hace algunos siglos muchos creían literalmente en esta leyenda, que generó una serie de tradiciones para conjurar esos peligros. En primer lugar se ponía comida a la entrada de las casas para saciar el apetito de la bestia. Pero los conjuros contra Nian que perduran hasta hoy son el uso del color rojo y los fuegos artificiales (porque el ser mitológico les teme al rojo, a la luz del fuego y a las explosiones). También se pegan en la puerta de las casas inscripciones en papel rojo con trazos negros de ideogramas en mandarín, que significan “longevidad”, “buena fortuna” y “salud”. Al día siguiente del Año Nuevo –una vez comprobado que Nian se retiró sin hacer daño a las personas– todo el mundo se saluda con un repetitivo “Gong xi” (felicitaciones).

La fecha del Año Nuevo chino se determina según el calendario lunar y en 2013 caerá el 10 de febrero. El animal correspondiente al año entrante en el zodíaco chino también está muy presente en la celebración con imágenes gigantes: 2013 será el Año de la Serpiente, y aquellas personas cuyo nacimiento coincida con ese animal deben tener extremo cuidado en comenzar bien el año, ya que son los más propensos a encontrar dificultades.

Los preparativos para la gran fiesta de fuegos artificiales y lámparas luminosas del Año Nuevo son minuciosos e incluyen la tradición de barrer bien las casas para limpiar la mala suerte remanente del año anterior. Pero esa limpieza nunca se debe hacer durante los primeros cinco días del año, ya que se estaría barriendo la buena fortuna que los dioses acaban de traer.

La celebración completa del Año Nuevo dura tres semanas y se inicia el día 24 del duodécimo mes del calendario lunar. Ese día se cree que varios dioses ascienden a los cielos a venerar al Emperador de Jade, deidad suprema del taoísmo. Para solventar los gastos de ese viaje los devotos queman en los templos billetes amarillos que simbolizan dinero. La parte más espectacular y pública de la fiesta son las danzas del león y el dragón, por las calles de todo Taiwan.

La celebración del Año Nuevo termina con el Festival de las Lámparas, que en 2013 será el 24 de febrero y consiste en lanzar al aire miles de faroles luminosos de papel anotados con deseos personales, que ascienden gracias al aire caliente de un fueguito que llevan adentro. Si la lámpara se quema poco después de comenzar a subir, los deseos no se cumplirán.

Toda ocasión es buena en el “tigre asiático” para pedir prosperidad a los dioses.

DIOSES DE LA FORTUNAEn el duodécimo día del Año Nuevo Lunar, casi sobre el final de la celebración y cuando la mayoría de los taiwaneses ha regresado ya a sus trabajos, en el pueblo de Zhushan una larga caravana de autos y buses se concentra junto al Templo Zinan llevando peregrinos de todo el país. La originalidad de este templo es que otorga préstamos personales en dinero, casi como un banco. El sistema funciona más o menos así: cada fiel toma un par de maderitas llamadas pua pue que tradicionalmente se usan en los templos para hacer preguntas a los dioses, los cuales responden por sí o por no. Por lo general, la persona le pregunta algo a un dios y éste responde a través de las dos maderitas, que tienen un lado plano y otro convexo. La persona las lanza al suelo y, si ambas caen con la parte plana hacia abajo, la respuesta es “no”. Si caen una para arriba y otra para abajo, es “sí”. Y si caen las dos partes planas para arriba, la respuesta equivale a una carcajada del dios. Pero en el caso del Templo Zinan las maderitas se utilizan para pedir un préstamo. Si al primer lanzamiento una madera cae con la cara plana hacia arriba y la otra al revés –que significa “sí”–, automáticamente el dios de la riqueza le otorga al interesado un préstamo equivalente a 175 dólares. Si el lanzamiento ganador se da recién en la segunda ocasión, le otorgará 146 dólares, y así se va reduciendo la cifra ante cada fracaso. El préstamo se puede usar libremente y es usual que las personas compren algunas acciones en la Bolsa, ya que en Taiwan muchos la consideran una especie de juego como la lotería. Habrá quien coloque el dinero en una caja de ahorro para ganar un interés o quien pague alguna deuda. Un año después, independientemente de la fortuna adquirida, los préstamos se deben devolver agregando una suma adicional de 65 dólares.

Sin embargo, aquellos que han amasado alguna fortuna en los negocios donan a veces 3000 dólares, o incluso 30.000. Lo que se fija como norma es devolver el dinero con un interés del 20 al 30 por ciento, y como máximo un 100.000 por ciento. Si bien no se exige garantía, los créditos impagos no superan el 4 por ciento –una tasa de retorno envidiada por muchos bancos– y el “negocio” es redondo para los templos, que así pueden solventar sus gastos. Gracias a esta práctica combinación del mundo espiritual con el material, el templo de Zinan en 2011 prestó 80 millones de dólares a 550.000 personas y al año siguiente recaudó con las devoluciones 146 millones de dólares. Los fieles de estos “bancos espirituales” son muy rigurosos a la hora de devolver el dinero, no por miedo a la ley sino a la mala suerte y las desgracias que les pueden enviar los dioses.

El templo de Zinan es el más popular de los que funcionan con esta novedosa modalidad en todo Taiwan. En el interior se puede ver la imitación gigante de un lingote de oro hecha con bambú trenzado y una gran gallina de acero dorado, porque en chino mandarín “gallina dorada” suena similar a “aumentar el oro”. Todos los fieles tocan esa gallina con la mano en un gesto que significa “llevarse la fortuna a casa”. Y la han tocado tanto que ya la gallina está desgastada y ha perdido casi todo su brillo dorado.

El templo Caishen, en la región montañosa de Jinshan, es otro que siguió ese camino. Construido en 1999, recibía pocos visitantes en sus primeros años por su aislamiento geográfico, hasta que en 2003 comenzó a otorgar préstamos divinos y logró rápida masividad.

Hoy en día hay decenas de templos que dan “prestamos espirituales” y proliferan incluso nuevos dioses de la riqueza que se suman al más tradicional, Chao Kung-Ming, de lejano origen. Según el profesor Lin Maohsien, del departamento de Lengua y Literatura taiwanesas de la Universidad de Taipei, el origen de este fenómeno tiene que ver con el cambio de las necesidades espirituales de los taiwaneses. Cuando llegaron a la isla los primeros chinos han, durante las dinastías Qing y Ming, enfrentaban una peligrosa odisea por mar en la que muchos morían. Atemorizados por el agua, aquellos inmigrantes adoraban sobre todo a Matzu, la diosa del mar. Cuando los diversos clanes se establecieron y a la vez se enfrentaron entre sí por el dominio territorial de la isla, cada uno se sometía a la protección de los dioses locales que traían de la China continental. Una vez establecidos y creada cierta conciencia nacional, los dioses regionales se fueron dejando de lado en favor de espíritus más ecuménicos como Guanyin, el Emperador de Jade y el Santo Emperador Guan. En una sociedad eminentemente agraria, se le rogaba al dios de la agricultura pidiéndole por buenas lluvias, en tanto los miles de pescadores de la isla siguieron adorando a Matzu. En el Taiwan moderno e hipertecnologizado –enfocado en el desa-rrollo industrial, las finanzas y el comercio internacional– han cobrado auge sobre todo los dioses de la riqueza, a quienes se les pide prosperidad en los negocios.

Los barcos Wang Ye recorren las calles de todo Taiwan en andas de la multitud.

LA FIESTA DE LOS NAVEGANTES Para los ojos de un occidental, la peregrinación anual de la diosa Matzu es como la máxima expresión de una fiesta popular en la cultura china, con danzas de dragones y leones, tambores, platillos y estridentes cornetines, fuegos artificiales, acrobacias y artes marciales. Es una fiesta fervorosa y cargada de exotismo, que se realiza durante la segunda mitad de marzo partiendo del pueblo de Dajia. Suele asistir un millón de personas, que van recibiendo en cada pueblo la imagen de la diosa transportada en un palanquín.

Junto con el peregrinaje a la Meca y la gran fiesta anual a orillas del río Ganges en la India, la fiesta de Matzu sería la tercera celebración religiosa más masiva de la tierra, declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la Unesco.

El origen de este culto es independiente de otras religiones pero a la vez está fusionado con el sincretismo chino budista-taoísta. Se remonta al año 960 y nació en la isla de Meizho de la China continental, cuando a una niña de 16 años se le manifestaron poderes sobrenaturales. A Matzu se la considera la diosa del mar y su culto se desperdigó con el tiempo en parte de China –y especialmente en la República de Taiwan– de la mano de navegantes y pescadores. Se calcula que en la actualidad tiene unos diez millones de seguidores en todo el mundo. Ya en el siglo XV inmigrantes de la provincia china de Fukien llevaron la festividad a Taiwan, donde se estima que tiene dedicados unos 800 templos.

El epicentro de la fiesta hoy en Taiwan es el templo Jenn Lann del pueblo de Dajia, donde la inaugura el presidente de la Nación. Algunos peregrinos recorren los 330 kilómetros totales, otros participan algunos días y el resto simplemente se reúne en masa a recibir la imagen en cada lugar en medio de un gran alboroto.

Los caminantes duermen en sitios adaptados para descansar dentro de los templos, en bolsas de dormir o sobre un simple cartón. Muchos hoteles ofrecen duchas gratis y en cada lugar los residentes preparan miles de kilos de comida que se reparten gratuitamente a los fieles. A lo largo de la ruta que recorre la diosa, una fila doble de personas se acuesta sobre el asfalto para que el palanquín les pase por encima, transfiriéndoles suerte o concediéndoles pedidos.

La de Matzu es una fiesta china hasta la médula, cargada de tradición pero curiosamente abierta al cambio cultural y a las nuevas tecnologías, que son casi una nueva religión en este “tigre asiático”. Así es que los tradicionalistas aceptan sin protestar demasiado las presentaciones de los popularísimos Tecno Príncipes, grandes muñecos vestidos a la antigua con una persona adentro, que bailan hip hop.

El Baile del Dragón es una tradición frecuente en diferentes fiestas populares taiwanesas.

DRAGONES AL AGUA El Festival de los Botes-Dragón se viene realizando en la cultura china desde hace al menos 2000 años, el quinto día del quinto mes del calendario lunar. En la República de Taiwan hay también una larga tradición de estas carreras de remo, pero fue en 1991 cuando se fundó la Federación Internacional de Botes-Dragón, integrada hoy por 65 países de diferentes continentes que compiten en el río Dajai en Taipei.

Estos botes artesanales con cabeza de dragón son verdaderas piezas de arte. El festival coincide con la llegada del verano –en 2013 será el 12 de junio– y se divide en diferentes categorías que incluyen una mixta de hombres con mujeres. Se compite por eliminatorias de a cuatro embarcaciones por tanda, que recorren 500 metros a toda velocidad. Cuando la carrera está por comenzar el árbitro grita “¡Yu bei!” (preparados). “¡Xia!”, responden los equipos, y un disparo da comienzo a la fugaz carrera que dura unos pocos minutos. Los equipos tienen 19 integrantes por bote, quienes reman de a pares e incluyen un tamborero que marca el ritmo de la remada y un timonel. Los botes pesan 500 kilos y se hacen con madera de ciprés y roble.

BARCOS EN TIERRA Uno de los festivales más coloridos de Taiwan es el surreal espectáculo de ver barcos “navegando” sobre el asfalto en andas de la gente. Estos barcos llamados Wang Ye cumplen una función ritual, para prevenir las plagas durante el húmedo y caluroso verano de la isla. El rito consiste en transportar un colorido barco de papel o madera de hasta 100 metros de largo, en una procesión que termina con una gran fogata y la estructura reducida a cenizas. Esta fiesta se hace cada tres años en diferentes lugares de Taiwan en el mes de noviembre, y la sede más famosa es la ciudad de Ping Tng Tong Kan. La tradición proviene del sur de China continental, surgida hace unos mil años en la dinastía Song. Llegó a Taiwan durante el siglo XVII desde Fujian.

El Festival de las Animas es otra de las fiestas de verano muy coloridas, que se hace en la ciudad de Keelung desde hace un siglo y medio. Lo singular de esta fiesta realizada en agosto es una extraña competencia para trepar a una vistosa estructura metálica erizada de coloridos conos, a la que se llega subiendo por unos palos engrasados llamados Qiang Gu.

En la fuerte cultura taiwanesa –potenciada por la circunstancia de la insularidad– hay dioses y fiestas para todas las necesidades de los fieles. Los dioses a los que se celebra en primavera y otoño son por lo general amables y benevolentes, mientras aquellos conectados al agobiante calor del verano son más tempestuosos y violentos, con apariencia a veces aterradora. Los dioses modernos del dinero –que algún día probablemente presidirán la entrada a los bancos– son pura generosidad y ofrecen dinero constante y sonante. En Taiwan, donde la religiosidad se cuela a fondo en la vida cotidiana, un ateo y un extraterrestre serían seres equiparables. Tan impregnada está la religión en esta cultura que influye de manera decisiva en el racional mundo de los negocios, adaptándose con naturalidad al frío y material acto de multiplicar la riqueza, que por supuesto también es sagrada.

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En los templos que prestan dinero a los fieles, el fervor religioso moviliza multitudes.
Imagen: Julián Varsavsky
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