turismo

Domingo, 1 de diciembre de 2013

BUENOS AIRES. DEPORTES NáUTICOS EN EL RíO DE LA PLATA

Riberas del kitesurf

La moda del kitesurf hace furor en las costaneras del Río de la Plata. Especialmente en el bajo Acassuso, las escuelas de enseñanza y perfeccionamiento reúnen cada día a un creciente número de aficionados que viran de disciplinas tradicionales como el windsurf a esta nueva movida náutica.

 Por Pablo Donadio

El kitesurf se viene imponiendo en los últimos tiempos sobre gran parte de las disciplinas que se ven hoy sobre el Río de la Plata, un espejo de olas y vientos para disfrutar de Norte a Sur. Su creciente popularidad se afianza al menos en un doble pilar: es una disciplina divertida que propone “correr” largos trechos, girar, saltar y disfrutar de la naturaleza, y está abierta a cualquier persona, ya que no hace falta ser un profesional de los deportes náuticos para pasarlo bien. “Al principio se veía con malos ojos el cambio al kite: era algo muy criticado dentro del ambiente. Hoy la mayoría de esa gente está practicando el deporte, y la explicación es simple: para otra disciplina como el windsurf, por ejemplo, si tenías 50 años y querías hacer un salto o trasladarte a velocidad, tenías que ser un profesional de años y años, con buena condición física y plata. El kite les permite no sólo a jóvenes sino a niños o gente mayor disfrutar del río y del deporte, y es mucho más económico”, cuenta Mario Sampaolesi, instructor de Kite Beach School en la costanera de Acassuso, donde el sol parece alquilado de mañana y tarde, y proliferan escuelas con bajadas propias al río.

Saltos, giros y velocidad, la marca en el orillo de un deporte que gana espacio en el río.

CRECIMIENTO Para los amantes de los deportes de agua, el río ha sido desde siempre un lugar ideal para juntarse y matear, ver algunas embarcaciones y también desafiar las aguas. A este espacio silvestre situado a minutos del centro porteño, con playas renovadas y clubes ya históricos, cientos de personas se acercan sobre todo los sábados y domingos para ponerse en contacto con la naturaleza.

Acompañan ese movimiento varias escuelas que en los últimos tiempos, siguiendo un crecimiento mundial, giraron hacia el kitesurf (o empezaron directamente con una disciplina presente también en otros escenarios más allá del río, como el mar y hasta la nieve en el caso del snowkite). Sólo hace falta viento y un poco de agua para deslizarse. En Quilmes y La Plata hay buenos sitios para iniciarse, pero es en Zona Norte donde está la “Little Maui”, como llaman los kiters a la avenida de la ribera que agrupa paradores y reductos para tomar cursos y despuntar las primeras armas.

A estas escuelas llega incluso gente que nunca ha tocado el agua. En Kite Beach School explican que lo ideal para aprender de veras son seis clases, dependiendo siempre de la habilidad, la persistencia y la curva personal de aprendizaje de cada alumno. La metodología se basa no sólo en lo enseñado en el agua sino también en tierra, ya que la primera clase dura dos horas y media, y consiste en una introducción a la disciplina que implica el armado del kite y las medidas de seguridad. Eso permite que quien esté navegando solo y tenga algún problema, sepa resolverlo sin pedir rescate, incluso regresando con el kite desinflado contra el viento. Ya en el río se acompaña de cerca con una embarcación a cada participante, lo que permite además no tener “tiempos muertos”. En días de poco viento, motor fundamental para hinchar la vela del kite y hacerlo correr, se completa la actividad con prácticas de kayak y stand up paddle, algo que permite mantener el entrenamiento y sumar en esas ocasiones a la familia en la jornada de salida al río.

Sampaolesi explica a los instructores temas relacionados con el encastre de las tablas.

COSTOS Y SEGURIDAD Hay deportes náuticos mucho más caros que el kite, sin dudas, aunque comparado con el fútbol (¿botines y camiseta?), el tenis (¿raqueta y pelotas?) o el kayak hay que considerar un desembolso interesante. Un equipo usado completo ronda los 6 mil pesos (los hay de más de 20 mil), y los cursos van de mil a 3 mil pesos, aunque la fortaleza de esos elementos y el costo nulo del río, laguna o mar amortizan la inversión. Otro tema relevante que suele escucharse mucho en torno de este deporte es el de la seguridad. Para quien no es del palo, lo primero que surge del kitesurf es su supuesta peligrosidad, ya que las noticias suelen ser las de algún accidente, pero nunca la cantidad de kiters que lo practican. En parte se debe a que es un deporte muy nuevo, y por lo tanto no se llegaron a estandarizar los sistemas y prácticas de seguridad, que existen y son determinantes. “Nosotros en la primera clase explicamos cinco reglas básicas: no navegar con rocas, no navegar en aguas reducidas, no navegar con vientos de velocidades cambiantes, no navegar frente a objetos rígidos y saber utilizar los sistemas de eyección”, dice Sampaolesi. Hoy el deporte se encuentra totalmente homologado y no se puede enseñar sin tener una licencia. “La gente cree que lo más difícil es subirse a la tabla. En realidad, si uno estudia, ve el video que le damos en la primera clase y atiende los consejos de seguridad, lo demás es simple”, agrega. Ese sistema fomentado por su escuela entrega además un carnet a cada kiter, lo que permite que se achique la brecha de aventureros que se compran una tabla y se mandan solos, con el riesgo que eso implica.

Correr las olas a toda velocidad en paralelo a las playas, uno de los grandes placeres del kitesurf.

COMPETENCIAS Afirman en las escuelas del bajo Acassuso que a nivel nacional el kitesurf estuvo a punto de llegar a los Juegos Olímpicos, pero que no quisieron sacar el windsurf por cuestiones de lobby. Sin embargo, “se está trabajando con la Federación Argentina muy fuerte, y estamos convencidos de que vamos a ser olímpicos muy pronto”, agrega uno de los instructores. El concepto se refuerza con un panorama de avance constante, no sólo en la ribera del Plata sino en todo el país: ya hay 45 escuelas nacionales, y nueve de cada diez personas que llegan a aprender se quedan en el deporte. A nivel nacional también se desarrollaron ya tres disciplinas (Freestyle, Slalom, Circuitos) y a nivel mundial se incrementa el entusiasmo con todo tipo de torneos. Este año, desde el dique Los Molinos en Córdoba hasta Playa Unión en Rawson, pasando por San Clemente del Tuyú (próxima a disputarse en diciembre), las competencias nacionales de kite se instalan con fuerza, sembrando la semilla de una disciplina que se abre camino de manera llamativa y para nada invisible, todo lo contrario. Como broche de oro, diciembre será protagonista también de la última fecha de la Copa Mundial en el dique Los Potrerillos, en Mendoza. Una cita para disfrutar de las múltiples y coloridas velas en el cielo, y aprender un poco más de una movida que llegó para quedarse.

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Se pone el sol sobre la costa rioplatense y marca el fin de la jornada de kite.
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