turismo

Domingo, 29 de junio de 2014

ARGENTINA. UN VIAJE FOTOGRáFICO DE PUNTA A PUNTA

Un país, miles de fotos

Consejos y secretos para volver con las mejores fotos de los espectaculares paisajes argentinos: desde el hielo de los glaciares hasta los cóndores de la Puna, desde la fauna de Iguazú hasta el salto de las ballenas en el sur, también los aficionados pueden capturar en un solo click la magia de la Argentina natural.

Los viajes y la fotografía van de la mano. Las vacaciones, las escapadas, son la excusa perfecta clickear, para experimentar y mejorar el ojo del fotógrafo. Las fotos son una bitácora visual de nuestros periplos, funcionan como un estímulo visual permanente, inagotable.

En la era digital, la fotografía está al alcance de la mano, y la experiencia visual se comparte con miles de usuarios de redes sociales. Instagram o Facebook son las plataformas donde se exhibe la producción fotográfica, compartiendo las fotos más allá del círculo íntimo, reemplazando al viejo álbum familiar.

Los celulares producen imágenes de muy buena definición y las cámaras pocket cada vez son mejores, traen más funciones, son más pequeñas y tienen mayor resolución. Por su parte, las cámaras profesionales son cada vez más rápidas y resistentes, ofrecen una amplia gama de lentes fijos y zooms, flashes y accesorios.

La Argentina es un país fotogénico, de contrastes, con cuatro climas y gente de rasgos diversos. Somos un mosaico que desciende de los pueblos originarios, de los inmigrantes europeos y de los esclavos africanos. Somos gauchos, criollos, latinos, afro.

De norte a sur y de este a oeste, nuestro país es rico en paisajes, en fiestas populares, en ritos y costumbres, en gastronomía. Tenemos parques nacionales, monumentos naturales, iglesias antiquísimas y ruinas milenarias. Hay lagos, nieve, selva, bosques, playas, glaciares. Tenemos las montañas más altas de América y una de las maravillas del mundo moderno: las Cataratas del Iguazú. En definitiva, tenemos un país vasto y diverso, encantador para recorrer, y repleto de contrastes para fotografiar.

TIPS DE EXPERTOS Antes de partir, es necesario tener en cuenta algunos temas si queremos producir imágenes atractivas, que provoquen el efecto deseado, que recuerden nuestras aventuras, que emocionen, que sorprendan. Hay cuestiones que van desde la elección de la cámara y los objetivos hasta el bolso más cómodo para llevar el equipo. ¿Trípode: sí o no? Otras más técnicas que dependen del lugar, la hora, la luz: qué sensibilidad elegir, por qué usamos el flash de día, y no tanto de noche, la velocidad de obturación y el diafragma. Los viajes son buenos momentos para familiarizarnos con las herramientas, para experimentar, cambiar la manera de ver. Por eso hay que tener las nociones básicas del manejo de la cámara, y nunca está de más tener el manual al alcance de la mano para solucionar imprevistos. Es vital saber qué es lo que uno quiere obtener con las fotografías, qué es lo que uno quiere contar. Hay que saber elegir, dónde apuntar, qué rescatar.

La Argentina es un país con instantáneas a cada paso, y resulta muy útil mirar fotos del destino antes de emprender viaje, para no hacer siempre las mismas, para inspirarse. Pero también hay que dejarse sorprender, si de eso se trata viajar. Un atardecer perfecto, la mirada de un niño, la piel curtida de un hombre de campo, el salto de la ballena, el ojo del cocodrilo, el de-senfreno y la seducción del carnaval, la pinta del gaucho, los colores de un cerro y la textura de una flor.

A través de las fotos contamos, recordamos, atesoramos. Hay que tomarse el tiempo para observar, hay que ser pacientes. Hay que hacer uno, dos, tres clicks. Hay que ser respetuosos con la gente, con los sitios sagrados, con la naturaleza. Hay que usar la imaginación, buscar nuevos puntos de vista. Hay que capturar el instante preciso, como decía el maestro del fotoperiodismo Henri Cartier-Bresson.

De norte a sur y de este a oeste, un recorrido, caprichoso, por los mejores rincones de la Argentina para fotografiar, una pequeña guía con consejos prácticos a tener en cuenta durante la experiencia foto-viajera.

Color y movimiento en el carnaval de Tilcara, ideal para fotografiar una fiesta popular.

NORTE Los mejores colores de nuestro país están aquí, en los cerros de la Quebrada de Humahuaca, que hacen a honor a su nombre: la Paleta del Pintor en Maimará, el cerro de Siete Colores en Purmamarca y el más bello y menos renombrado Hornocal, unas dos horas cuesta arriba de Humahuaca. Para que la intensidad cromática resalte y los cerros se luzcan en todo su esplendor hay que llegar en el horario justo, el momento en que el sol les da de lleno. Si uno llega cuando están en sombra, la decepción será enorme. Siempre es bueno integrar a los lugareños al paisaje, o algún compañero de viaje que se recorte en la montaña.

En la quebrada hay muchos cactus, un hermoso motivo para fotografiar. Hay que hacer foco en los detalles, su textura. Intentar un contraluz, y alguna toma contrapicada (de abajo hacia arriba) que agigante la planta milenaria. En el norte también se dan algunas de las mejores celebraciones del país: el Toreo de la Vincha en Casabindo, un caserío de adobe perdido en medio de la Puna jujeña; la procesión de los sikuris al Abra de Punta Corral, los carnavales de la Quebrada de Humahuaca y los festejos de la Pachamama en Jujuy, la puna salteña y los Valles Calchaquíes tucumanos. Las fiestas populares son ideales para acercarse a los pobladores. Pero hay que saber cómo, y sobre todo pedir permiso. Los festejos tienen una carga emocional muy grande, y hay gente que puede ofenderse si uno aprieta el obturador en el momento equivocado. El sol del mediodía y los sombreros pueden ser un obstáculo difícil de superar a la hora del retrato. Una solución es usar el flash como relleno para equiparar luces y sombras. Y dentro de las iglesias, la mejor opción es poner un trípode y usar una larga exposición.

Puro hielo, el desafío de captar los blancos de la superficie del glaciar Perito Moreno.

SUR La Patagonia, indómita, es un reguero de caminos extensos en los que no se ve un alma, un horizonte infinito que siempre ofrece buenas fotos ruteras. Los cielos, los caminos, las nubes, forman parte del paisaje. Alguna estancia perdida, un gaucho solitario arreando el ganado, un guanaco al galope.

Algunas de las vistas más espectaculares de la región están en el glaciar Perito Moreno, donde la suerte es un factor determinante si lo que a uno le importa es solamente ver un rompimiento. Pero como los viajes son para sorprenderse, hay que estar siempre atentos, sobre todo a la fauna, que no avisa. Deambulando por el bosque puede aparecer un pájaro carpintero repiqueteando en un árbol. Hay que ser sigiloso y armarse de paciencia: las aves son un ítem difícil de fotografiar. Lo ideal es una cámara reflex que dispare con velocidades altas para congelar el movimiento, y un teleobjetivo. Las mayoría de las compactas aún tienen un retraso en el disparo y así podemos perdernos el momento preciso. El trekking por el glaciar es una buena chance de obtener imágenes diferentes a las panorámicas que se ven usualmente desde la pasarela. Como es una caminata con un calzado especial, larga e incómoda por momentos, lo mejor es ir lo más liviano y cómodo posible; en este caso una mochila es muy útil para llevar el equipamiento, así repartimos el peso. Un gran angular aquí puede dar imágenes amplias que reflejen la inmensidad del paisaje helado. Igual que en los cerros del norte, colocar una persona en medio del entorno ayuda mucho como un punto de referencia para dar idea de la dimensión del lugar.

Hacia el otro lado de la Patagonia, en Puerto Madryn, la fauna es el principal objetivo. La llegada de las ballenas en junio es un espectáculo que merece la pena ver, y fotografiar, al menos una vez en la vida. Aquí si es muy necesario un teleobjetivo y una cámara rápida, si se pretende capturar el salto de una ballena. Otra vez, se necesita mucha atención, una cuota de suerte y una alta velocidad de reacción. Por aquí también hay lobos y elefantes marinos, más sencillos de fotografiar, así como los pingüinos de Magallanes, que llegan en masa a la reserva de Punto Tombo en octubre, formando la colonia más grande de Sudamérica. Son bichos muy atractivos y están acostumbrados a la presencia del hombre. No resultan difíciles de fotografiar, y si uno se detiene a mirarlos puede sacarles buen provecho a sus acciones, sus gestos y movimientos.

Nuestro país es un paraíso para la fotografía de fauna, como este yacaré del Iberá.

ESTE La naturaleza exuberante, salvaje, verde, espectacular, desmesurada, aparece en este rincón del país. Un festival de colores, flora y fauna, con cientos de especies de aves que atraen a observadores de todo el mundo. El trópico se manifiesta en la cataratas, donde el arco iris se muestra seguido frente a la estrepitosa caída de agua. Este es el hogar del exótico tucán y los amigables coatíes, que se acercan, demasiado, en busca de comida (se recomienda no alimentarlos) y el esquivo yaguareté. Ver uno de estos gatos gigantes es casi imposible, pero por las dudas siempre hay que estar preparados: uno nunca sabe lo que depara un viaje.

El segundo humedal de América latina está en los Esteros del Iberá, al norte de Corrientes, donde el yacaré es rey. Se ven a toda hora, pero sobre todo cuando el sol raja la tierra: es en ese momento cuando se muestran como buenos animales de sangre fría, en busca del calor necesario. Navegando por ahí se los puede avistar fácilmente y muy cerca, igual que los carpinchos, que andan mucho en familia. Para estos casos no se necesita gran equipamiento, los animales están muy cerca y, a pesar de que el yacaré es muy rápido, pasan mucho tiempo quietos. La flora acuática de los esteros también es muy fotogénica: los camalotes, nenúfares e irupés que flotan en colonias a la deriva son preciosos motivos para fotografiar, fáciles de capturar, y no se necesita ningún tipo de equipo profesional. En este caso el fotógrafo podrá estar bien atento sólo a la luz, el principio fundante de la fotografía.

Los atardeceres por aquí son espectaculares. De las Cataratas a Iberá, pero también en el Palmar de Colón, Entre Ríos, un parque nacional abundante en palmeras..., como el nombre lo dice. La hora del crepúsculo es ideal para el contraluz, para recortar las palmeras contra un sol que se esconde, contra un cielo anaranjado. La hora mágica siempre brinda imágenes deslumbrantes y efectistas. El mejor momento del crepúsculo se da, generalmente, una vez que el sol ya se escondió: es allí cuando el cielo estalla en una paleta cromática inesperada, incalculable. Por eso hay que mirar, observar, esperar.

Las curvas de la Trochita, en Esquel, convocan celulares y cámaras fotográficas.

OESTE El Occidente está bajo el dominio de la Cordillera de los Andes y el majestuoso cóndor andino, una de las aves más grandes del planeta. Existen varios trayectos organizados que atraviesan la cadena montañosa emulando el cruce sanmartiniano. Hay tres provincias a través de las cuales se puede seguir la senda del general y sus laderos: San Juan, Mendoza y La Rioja, donde se organizan diferentes travesías. La mayoría se hacen a lomo de mula y a caballo, aunque también hay algunas competencias aeróbicas que las hacen a pie o corriendo. De cualquier manera es un trayecto duro, sólo apto para aventureros y viajeros en buen estado físico. Los cambios climáticos son bruscos, pero los paisajes son de postal: la cordillera tiene matices increíbles de ocres, marrones, anaranjados, rojizos, picos nevados y cielos diáfanos. La mejor forma de no perderse una sola foto es andar con la cámara colgando atravesada, para que no golpee con el andar del equino. Así, no habrá de bajarse cada vez que se quiera hacer una toma, que serán muchas.

Si el objetivo es fotografiar, y bien de cerca, un cóndor, uno de los mejores lugares resulta la Quebrada del Cóndor, en La Rioja. Allí, el guardián de los cielos cordilleranos, ave insignia de los pueblos originarios, planea muy cerca. Hay que andar con una cámara rápida y un buen teleobjetivo. Contar con un poco de suerte y actuar con rapidez. El cóndor pasa, y es muy veloz.

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Capturar el instante: un salto de ballena franca austral en las aguas del Golfo Nuevo.
 
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