turismo

Domingo, 26 de julio de 2015

CHUBUT. COLONIZACIóN GALESA EN GAIMAN

Té con acento galés

El 28 de julio de 1865, hace 150 años, llegaban los primeros colonos galeses a la costa chubutense. Su influencia perdura hasta hoy, tanto en la importancia de la poesía y el canto como en la transmisión del idioma y las suculentas mesas de té que ofrecen los pueblos de origen galés.

 Por Emilia Erbetta

Entre que dejaron Liverpool y llegaron a las costas de Chubut, los colonos galeses estuvieron dos meses embarcados. Dos meses justos: el velero Mimosa que cruzó el Atlántico con hombres, mujeres y niños a bordo dejó el puerto inglés el 28 de mayo de 1865 y llegó a las costas patagónicas el 28 de julio siguiente. Querían fundar una Nueva Gales, sometiéndose a las leyes y bandera argentinas pero cuidando su cultura y su lengua. Aunque las crónicas de los pioneros dan cuenta de lo duros que fueron esos primeros años (algunos tuvieron que pasar sus primeros días en cuevas entre las rocas) mal no les fue: 150 años después, no sólo los nombres de las principales ciudades o pueblos son vocablos galeses (Trelew, por ejemplo, significa “pueblo de Luis” en ese idioma y Trevelin, “pueblo de molinos” ) sino que también la cultura galesa, con su idioma y sus tradiciones, goza de buena salud en las ya emblemáticas casas de té de Gaiman y Trevelin. Hay más: en las escuelas los chicos pueden optar por el galés como segundo idioma, y perduran fiestas tradicionales como el festival de poesía, canto y arte EisteddFod, que se celebra todos los años en septiembre y noviembre en distintos puntos de Chubut.

Avance patagónico Decididos a hacer de esta parte del mundo una Nueva Gales, los colonos fueron fundando pueblos y construyendo capillas en su avance por la provincia. Primero crearon Rawson, cerca de la desembocadura del río Chubut (Chupat, en esa época). En 1874 se asienta el primer habitante de lo que hoy es Gaiman, que en lengua tehuelche significa “piedra de afilar”. Este pequeño pueblo de 11 mil habitantes es símbolo de la colonia galesa del valle del Chubut y todavía hoy conserva su primera casa, construida en 1874 y conocida como la “Casa de Piedra”. La vivienda, que puede ser visitada, fue levantada con piedras de las lomadas cercanas y permite imaginar cómo fue la vida de los primeros colonos. En el Museo Histórico Regional, ubicado en la antigua estación del ferrocarril, se puede completar esta visión a través de una colección de armas, ropas, artefactos, utensilios de cocina, instrumentos musicales y documentos de los galeses. En el museo está, por ejemplo, el diario de Richard Ellis, quien junto a su mujer, Frances, formó parte del primer contingente de colonos que desembarcó en lo que hoy es Puerto Madryn.

Las capillas ocupaban un lugar central en la vida de la comunidad: la primera fue construida en piedra entre 1876 y 1877 y utilizada hasta que un temporal la dejó sin techo. Los cultos eran momentos muy importantes en medio de las faenas semanales y ayudaban a los colonos a sobrellevar lo duro de la vida patagónica. Hoy, desperdigadas por toda la provincia, con su arquitectura sencilla, las capillas permiten reconstruir el recorrido de los galeses por todo el territorio provincial, desde que fundaron Rawson hasta que llegaron a donde hoy está Trevelin, muy cerca de la cordillera de los Andes.

Entre las dieciocho que hoy hay en la provincia, la capilla Salem de La Angostura, en Gaiman, se destaca porque es la única levantada enteramente con chapas de cinc y revestida con madera en el interior. Construida en 1912 en la chacra número 204 B, en un terreno comprado entre varios vecinos, esta capilla perteneció a la Congregación Protestante Independiente y fue utilizada como escuela. Ahí, unos sesenta años después se casó Gladys Jones, que esta tarde está sentada junto a sus amigas en primera fila, frente a un púlpito de madera. Unas cortinas blancas cubren las ventanas. El grupo de mujeres está ahí para homenajear a Evina Jones, amiga y hermana, que murió hace poco. Todas tienen el pelo corto, los cachetes cubiertos de rubor suave y los ojos celestes y acuosos sin delinear.

Como todos los 28 de julio, para celebrar el Día del Desembarco este año van a poner una mesa fuera de la capilla y van a ofrecer un servicio de té y tortas caseras. Ahora, mientras se preparan para cantar, Arie, Gladys, Marlin y Mirta conversan en galés. Se conocen de toda la vida, pero hay algo que no van a compartir, en ningún idioma: cada receta de torta galesa es un secreto muy bien guardado.

Pioneros del té La de Sonia Sánchez es una estirpe de pioneros. Es tataranieta de Abraham Matthews, uno de los colonos galeses que bajó del Mimosa y pisó con sus botas de reverendo las costas de Chubut cuando era tierra de viento y de tehuelches. Entre viaje y viaje (porque también fue a Estados Unidos) Matthews tuvo varias hijas, y una de ellas tuvo a Daisy, que tuvo a la abuela de Sonia, que se casó con un Sánchez. De esa conjura galesa-española nació Carlos Alberto, que hace 41 años tuvo una buena idea, también transformadora: abrir una casa de té para los turistas que llegaban al valle del Chubut después de ver a las ballenas. Esa idea se materializó en Ty Gwyn, la primera casa de té galés de Gaiman creada especialmente para el turismo.

Como en todas las casas de té galés de Gaiman, en las mesas de Ty Gwyn los scones, el pan casero untado con manteca salada, la tarta de crema, la torta galesa (negra y húmeda) y la tarta de manzana comparten plato con algunas ricuras locales como torta de dulce de leche o lemon pie y sandwichitos de miga. Unos cubreteteras tejidos a crochet en muchos colores ayudan a mantener caliente un blend de tres variedades de té negro en hebras dentro de las teteras de porcelana, mientras las camareras se pasean entre las mesas con sus delantales blancos tapándole las rodillas.

“Tradicionalmente el té se servía en las capillas galesas, después del culto. Uno llevaba pan casero, torta de manzana, otros scones, otros una torta. Así surge la tradición del té fuera de las casas”, explica Sonia. Su mamá, hija de vascofranceses, aprendió de los galeses a aprovechar, por ejemplo, toda la fruta que brinda cada estación para hacer dulces, jugos y tartas. Todavía hoy ella es la encargada de preparar en su casa la tradicional manteca salada con que se unta el pan casero. En 1974, cuando sus padres abrieron Ty Gwyn, que significa “piedra blanca”, Sonia tenía 10 años. Ya en ese momento, su mamá seguía a rajatabla la tradición de aprovechar todo al máximo, algo que ella sigue haciendo: en esta casa de té todo (excepto el pan de miga) se hace casero.

Hace 42 años, Gaiman era un pueblo de 4000 habitantes. “En esa época empezaban a venir los primeros grupos del Automóvil Club Argentino, que era lo único que venía al sur”, recuerda Sonia con un ojo puesto en la entrevista y el otro controlando que todo marche bien de la cocina a la mesa. Hoy, ningún viaje por Puerto Madryn y la Península Valdés está completo sin una tarde de té: una buena opción es dedicar un día a visitar Trelew y Gaiman, para conocer a la mañana el Museo Paleontológico Egidio Feruglio en la ciudad o recorrer el Geoparque Bryn Gwyn (en galés, “loma blanca”), ubicado en la zona de chacras, a ocho kilómetros de Gaiman, y terminar el día en el pueblo, con un té suculento que no deje ganas de cenar.

La primera casa de Gaiman, un monumento histórico de la colonización galesa en la Argentina.

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El té, ceremonia abundante. Allí nunca faltan “torta negra”, scones y mermeladas.
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