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Domingo, 13 de diciembre de 2015

ARGENTINA > TURISMO CON AIRE DE CAMPO

Calendario de estancias

 Por Sonia Renison

Estancias centenarias, remixadas o puestos de campo acondicionados para recibir viajeros son la clave para quienes buscan alejarse del ruido y de la selva de cemento que dibujan las grandes ciudades. Lugares que sugieren descubrir un estilo de vida al ritmo de la naturaleza. Las hay históricas, sumergidas en la inmensidad natural o bien simples, en medio de un camino de tierra que conduce a la paz y la tranquilidad. Bajo un cielo imponente, con el verde hasta el infinito o al pie de los Andes, las opciones son para cada mes del año: dicen que la patria se hizo de a caballo, y quizá el turismo rural es una opción que nos acerca a quienes trabajan con la tierra.

Sobre la margen sur del lago Argentino, en Santa Cruz, Nibepo Aike lleva diez años recibiendo visitantes.

FIN Y COMIENZO DE AÑO EN EL SUR En Santa Cruz los pioneros se instalaron en sitios donde aún hoy parece increíble subsistir, pero lo lograron. A poco más de una hora de El Calafate, la estancia Nibepo Aike guarda la historia de la familia Jansma: el nieto de los fundadores, Adolfo, ostenta la mayor cabaña de cría de Hereford en la región. Se luce cada diciembre, cuando se desarrolla la Exposición Rural anual en la sede local. Sabe del esfuerzo y el trabajo de este emprendimiento que desde hace diez años abrió sus puertas al turismo. Ubicado sobre la margen sur del lago Argentino, dentro del Parque Nacional Los Glaciares, es imperdible una cabalgata hasta donde alcanza la vista.

Muy cerca y embarcando en Punta Bandera, también hay una excursión única que conduce a la estancia Cristina. La navegación, si el clima lo permite, recorre el canal de los témpanos hasta llegar al embarcadero de la finca, donde se puede pasar el día o quedarse. Hay excursiones para todos los gustos: una de ellas conduce en 4x4 hasta un punto donde se continúa haciendo trekking por un suelo de erosión glaciaria y restos fósiles. Aquí la vista del glaciar Upsala y el lago Guillermo resultarán inolvidables. La historia de este establecimiento también atrae al visitante durante la visita al museo y galpón de esquila. Hasta aquí llegó a caballo, y luego remontando con una barcaza el brazo norte, su fundador Joseph Percival Masters, quien junto a su mujer y sus hijos se instaló hacia 1914. Llegó a tener 22.000 hectáreas, donde crió 12.000 ovejas, 30 cabeza de ganado y 50 caballos.

Siempre en la Patagonia, es en Chubut donde enero tiene su enclave cuando, a mediados de mes, se realiza la Fiesta Nacional de la Esquila en el pueblo de Río Mayo, en el oeste provincial. A unos minutos, en la estancia Don José, los hermanos Nelson, José y Norma Mazquiarán realizaron hace más de diez años la primera experiencia de esquila de guanacos con la que desarrollaron el Proyecto Guenguel y lograron reunir tejedoras, capacitarlas y elaborar tejidos con el pelo de este camélido americano. En su estancia, la que fundaron sus abuelos, es posible recorrer el emprendimiento. Ahora suman una planta de agua mineral, con agua pura de manantial. La estancia fue acondicionada para recibir visitantes y en la actualidad cuenta con unas cabañas de gran confort dentro del predio.

Si de sitios rurales se trata, hay una travesía que une el mar con la cordillera y es la que recorre la meseta de Somuncurá, en Río Negro. Es la línea sur, la Ruta 23. Entre la docena de pueblos que la integran, en Valcheta se visita el Museo Provincial María Inés Kopp, donde hay huevos de dinosaurios petrificados. Su directora, Romina Rial, lleva hasta el bosque de troncos petrificados. La estación original del ferrocarril que aún atraviesa la provincia también es un paseo imperdible: y a la salida, siempre al pie de la meseta, se está cerquita de Ministro Ramos Mexía y la chacra Tunquelen, que significa “lugar de descanso”. Su dueño, Marcelo Veggia, le imprime el encanto del hacedor de campo. Hay una caminata hasta la cima del cerro lindante donde se han descubierto enterratorios tehuelches. Su chacra, productiva, también ofrece hospedaje. Para Veggia es el verdadero corazón de Río Negro, está a 400 kilómetros de Viedma y a la misma distancia de San Carlos de Bariloche y otro tanto del Alto Valle rionegrino, en General Roca.

Pero la cultura rural puede tener también ribetes marinos. La Ernestina, una estancia centenaria en Punta Norte, dentro de Península Valdés, regala en marzo un espectáculo natural sólo para entendidos. Su propietario, Juan Manuel Copello, le pone ritmo a la mañana cuando apenas amanece. Sabe desde que es chico los tiempos de las orcas, y las conoce por su nombre. Cerca del faro, o más al norte, la guardia esperando ver orcas se torna una experiencia irrepetible. Manuel tiene su camioneta 4x4 adecuada para avistaje de avifauna: además de lobos marinos y pingüinos, guanacos y choiques, la naturaleza virgen de la península ofrece los “varamientos”, una conducta aprendida por algunos individuos de la manda de orcas que toman envión, salen a la playa de canto rodado, atrapan una cría de lobo de mar y lo arrastran hasta el canal de acceso formado por el océano y las restingas, donde lo comparten con sus compañeras. La naturaleza en estado puro es brutal, pero es verdad que es un comportamiento animal que pocas veces y en pocos lugares se observa. Este es casi el único. En Europa no se consigue.

CON RUMBO NORESTE... En el Impenetrable están a punto de inaugurar la movida en el flamante Parque Nacional que se logró preservar en lo que fue hasta hace dos años la estancia La Fidelidad. Pero mientras se diseña el plan de manejo, lo bueno del territorio chaqueño es recorrerlo con los impulsores del turismo rural INTA, que con el nombre de Comarca Bermejo lograron un sinfín de opciones. En las cercanías de la localidad de General San Martín, donde se destacan los carnavales artesanales, el establecimiento rural La Victoria recibe a los visitantes. Los guía Luis Varela, en su establecimiento El Remanso del Bermejo, con canotaje por el río. Se conjuga con la granja Don Jorge, con paseos por la orilla del río Bermejo y avistaje de aves guiado por Aldo Arriola. Si rumbea tanto por el Impenetrable chaqueño como por Formosa y sus tierras verdes, lo mejor es una aventura plena partiendo desde Resistencia y llegando al Bañado La Estrella, o bien desde Formosa capital. Lo cierto es que un guía de lujo es Beto Guarnieri, que en su 4x4 conoce todo el territorio como las palmas de sus manos y sabe de los secretos de cada lugar. Como en Fortín Soledad, donde la familia Maldonado prepara las mejores empanadas. Sopa paraguaya y pomelos recién cosechados de la planta son parte también del encanto natural.

La estancia salteña El Bordo de las Lanzas, de la familia Arias, para vivir una experiencia gauchesca.

... Y NOROESTE Es en junio cuando el homenaje al héroe nacional gaucho, Martín Miguel de Güemes, gana el corazón del norte argentino. Miles de gauchos de todo el país y limítrofes se acercan a territorio salteño para rendirle homenaje cuando, el 16 por la noche, se realiza la Guardia bajo las Estrellas. Al otro día, en el aniversario de la muerte de Güemes, llega la hora de un desfile gaucho jamás visto. Pero la perla está, además de verlo, en participar con las delegaciones o con las familias salteñas. Una de ellas, los Arias, en una ocasión partió desde su estancia El Bordo de las Lanzas y sumó estirpe al evento. Desde el atardecer y luego al día siguiente (y al final con el asado que se comparte en la sede de la Rural de Salta y en el picadero con un concurso de destrezas criollas) la fiesta gaucha es completa.

El mes de julio atrapará los corazones románticos argentinos cuando se cumpla el Bicentenario de la declaración de la Independencia. En Tucumán, el Jardín de la República tiene rincones inolvidables. Un ejemplo es la estancia jesuítica Las Carreras, en las afueras de Tafí del Valle. Allí, todo el año se puede visitar y conocer el paso a paso de la receta de dos siglos del queso manchego. Sus muros coloniales reservan una estadía de ensueño. Campos de frutillas y cabalgatas por los alrededores completan la visita a este establecimiento de alcurnia donde se descubre la historia del Tafí cuando los abuelos y bisabuelos de los actuales dueños llegaban en mulas por un sendero entre la montaña y las yungas.

MESOPOTAMIA Si las yungas son la espesura verde, yendo a la Mesopotamia argentina las suaves colinas que dibuja el paisaje entrerriano ya son un descanso. Muy cerquita de Gualeguaychú está Itapeby, un establecimiento rural junto al río Uruguay que se dedica a la cría de ovejas pero está pensado para disfrutar del verde y los cielos plenos de estrellas. En suelo entrerriano hay miles de historias y muchos caminos a seguir. Los gauchos judíos, los alemanes del Volga, las estancias de Urquiza y su espléndido Palacio San José. En cada rincón hay una invitación a quedarse. Poppy y Rodolfo Casarino se establecieron y fundaron Itapeby, casa de campo: si lo atrapa un atardecer, es ideal sentir la brisa que corre entre la galería de la casona principal y probar una torta de cítricos, especial para el mate. Para los dueños de Itapeby, lo ideal es el concepto rural del descanso entre el verde, el cielo eterno y bueno, las tareas de campo que le valieron años atrás galardones por la calidad de su producción.

La tranquilidad también tiene forma de bicho. Siempre por la Mesopotamia, llegar a suelo corentino tiene payé (magia). Es en Mercedes, en especial en Colonia Pellegrini, donde el portal clásico de ingreso a la Reserva Provincial Iberá deja lugar para el asombro. El pueblo es un amor. Y un recorrido por la laguna mayor le deparará una travesía entre yacarés y avifauna de todos los estilos. También un sendero entre la selva en galería que deja observar, a veces, los monos. Pero para quienes buscan combinar la paz y la naturaleza, entre todos los hopedajes otro clásico es Rincón del Socorro, que guarda la arquitectura típica de las estancias correntinas, con la doble galería para que circule el aire de las tardes y la delicada combinación de colores y texturas nobles en su decoración. Relacionada con el Conservation Land Trust (CLT) de Douglas Tompkins, forma parte de varios establecimientos: uno de ellos, en una de las islas de los esteros, tiene a Lobuna, hembra de yaguareté en un proyecto de cría en cautiverio para reintroducir la especie.

Un sendero de trekking lleva al sitio desde donde se avistan cóndores en Posta Santa Cruz, La Rioja.

HACIA FIN DE AÑO Lejos del bichaje y cerca de la historia, la Docta -como se conoció en la historia a la provincia de Córdoba- mantiene el esplendor de las Estancias Jesuíticas que son Patrimonio Mundial. Lo cierto es que hay una perla en esta movida de estancias y es al llegar a Santa Catalina, a unos 70 kilómetros de la capital cordobesa y a 20 de Jesús María. Fue la Estancia más importante de todas y, además de la iglesia, posee todavía el tajamar, el sitio de las huertas y se pueden visitar los claustros. Pero justo unos metros antes de ingresar a la visita del templo histórico hay unas construcciones de piedra anteriores a Santa Catalina, pues cuenta la historia que es allí donde alojaban a los esclavos que trabajaron en su construcción. Hoy, acondicionada para recibir visitantes, posada La Ranchería es como sumergirse en un túnel del tiempo. Un rincón diferente dentro de la historia del lugar.

Noviembre es el mes en que todo Jujuy despliega su cultura ancestral en la gastronomía, con un festival poblado de productos regionales y recetas antiquísimas en manos de los principales chef locales e invitados, además de las escuelas de gastronomía premiadas en el mundo que están aquí. Pero si hay otra perla en el camino es en el departamento de General San Martín, famoso por el Ingenio Ledesma, donde además del Museo -y de que todo pertenece o pareciera pertenecer a esta fábrica de un siglo- es que en plena yunga, en pleno Parque Nacional Calilegua, se encuentra lo que fue el casco de la estancia que le dio el nombre y que hoy se puede visitar como la Sala de Calilegua. Impecable. El turismo rural jujeño también comprende una profunda raigambre cultural a través de la red de turismo campesino conformada por sus emprendedores.

Si cada estancia tiene su historia, hay un puesto de campo -Posta Santa Cruz, en la Sierra de Los Quinteros en La Rioja- donde se dice que hasta durmió el mismísimo Chacho Peñaloza. Allí los hermanos Juan y José “Joyo” de la Vega reciben, en la finca que fue de su familia desde siempre, a los viajeros que buscan la mayor conexión con la naturaleza. De lo que fue un rústico puesto de campo al establecimiento de hoy ha pasado un largo camino, pero lo mejor está en el trekking o cabalgata hasta la cima, donde está sitio de avistaje de cóndores. Las sobremesas por la noche y el silencio bajo las estrellas son parte del encanto natural en esta quebrada que en verano guarda un microclima especial.

Con selva o estepa, entre glaciares o desiertos, los pioneros que se establecieron en la Argentina se filtran hoy entre las páginas de la historia y vuelven desde el horizonte pleno, en medio de la naturaleza y bajo un mismo cielo. Para ver, recorrer y disfrutar una Argentina con aire de campo.

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Bahía Bustamante, donde hay estancias de cría de ovejas y cosecha de algas.
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