turismo

Domingo, 27 de marzo de 2016

CÓRDOBA RELAX EN EL VALLE DE PUNILLA

Desenchufe Serrano

En Icho Cruz, La Calera y Capilla del Monte, algunos espacios suman al aire y los paisajes privilegiados de las serranías sus propuestas para recuperarse de la prisa ciudadana. Una combinación de descanso, actividad física y buena alimentación que intenta incorporar prácticas saludables para llevar a casa.

 Por Pablo Donadio

En ocasión de alarmas físicas o mentales nos debatimos sobre la importancia de algunas realidades cotidianas. ¿Para qué tanto esfuerzo con ese trabajo? ¿Es necesario realmente terminar la carrera? ¿Por qué fingir amistad con ese grupo con el que no nos identificamos? Esas respuestas difícilmente llegan cuando median el ritmo y las presiones diarias, aunque la agenda contemple el gimnasio urbano o un espacio de calma para el almuerzo. A veces es necesario desenchufarse de veras del entorno para escucharse a uno mismo. Con ese objetivo, varios emprendimientos hicieron de las serranías cordobesas una marca registrada en términos de calidad de vida y búsquedas espirituales, gracias a las bondades de su aire puro, sus rincones verdes con ríos y arroyos reconfortantes. Muchos lo han encarado de manera seria, incluyendo tratamientos para recuperarse de dolencias, dejar de fumar o trabajar sobre los desordenes alimentarios, o simplemente con programas familiares de descanso y recreación que alejen el estrés.

Desintoxicación, descenso de peso, cura del estrés: algunas terapias de Diquecito.
Imagen: María Clara Martínez

DESCONEXIÓN ES PLACER A pocos kilómetros de Carlos Paz, cuando los faldeos de las sierras se van amesetando, un camino de tierra de dos kilómetros conduce a La Posada del Qenti (www.qenti.com / 03541-420055), una antigua casona colonial que invita al placer por sobre todas las cosas. Su propuesta va más allá de un par de días de spa, comida sana y terapias corporales, incluso con tratamientos para adicciones y rehabilitaciones físicas, pero hace foco en la alegría del trabajo con uno mismo. “Si se disfruta y se es consciente del camino hacia la recuperación, todo sale mejor”, explican. La idea en Qenti es adquirir nuevos y buenos hábitos, concibiendo la salud como forma de vida y no como respuesta a la enfermedad. Desde la llegada a la casa central (hay dos edificios más que completan 43 habitaciones para huéspedes), el trato es cálido y personal, pero nunca avasallante. Tras un primer descanso, se planifican las actividades físicas y de relax, la gastronomía y uno de los puntos que destacan a la posada: la valoración a cargo de Lucas Tesouro, coordinador del área de rehabilitación física, lo que da el puntapié para ver qué y cómo decirle al cuerpo que el cambio ha empezado. Si bien los programas son personalizados, por la mañana se suele caminar hacia las montañas para entrar en calor y tomar contacto con el entorno natural, su aire, temperatura, suelo y paisaje. Es una actividad sencilla, apta para todo público, que mezcla silencio y dinamismo. Sólo al regreso se desayuna rico y balanceado; al igual que con el almuerzo y la cena, todo se adapta a cada persona. Para eso llega como primera actividad formal esa suerte de escaneo físico (de peso, dolencias, actividades frecuentes e historia física personal) donde Tesouro deja claro la existencia de una memoria ancestral del cuerpo “presente en nuestro propio ADN, donde está grabada la supervivencia, y con ella la necesidad de acumulación de alimento entre otras cosas. Por eso hay que darle otras certezas más acorde a estos tiempos a nuestro organismo”. A las pautas de mejora le siguen una serie de actividades que pueden alternarse con la cancha de tenis, el gimnasio y paseos a caballo. Uno de las más utilizados es el circuito de hidroterapia, que cuenta con sauna, baño finlandés e hidromasaje con vista a las cumbres, para terminar con un hidrocaminador donde piedras de diversos tamaños y texturas activan la circulación. El alojamiento de primer nivel, la exquisita gastronomía y esas actividades saludables son las claves de una buena estadía. Una sala de relax con aromaterapia y la pileta climatizada las 24 horas son otros dos placeres vidriados del lugar, de cara al valle donde las Sierras Chicas comienzan a nacer.

Sabores exquisitos, saludables y balanceados, la premisa de todos los complejos.
Imagen: María Clara Martínez

SABORES CANTADOS En pleno Capilla de Monte, a los pies de las sierras y los quebrachos colorados que las lluvias han revivido, Federico Schiraldi se sienta junto a dos de sus huéspedes, los mira y les dice haciendo un gesto de perfección con las manos: “Tengo unas pastas caseras con verduras riquísimas, sin el sabor metálico y costumbrista de la acelga; y un pollito relleno con ingredientes exóticos que despiertan reminiscencias árabes que me parece que es ideal para una pareja joven como ustedes”. Esa “carta cantada” es una de las características que destacan a La Guarida Hotel Gourmet & Spa (www.laguarida.com.ar / 03548-482920), y al mismo Schiraldi. El chef y alma mater del lugar se levanta, camina unos pasos, pide permiso y le comenta a otra pareja qué cocinó, cómo lo hizo y qué es lo más atractivo de esa comida. Se trata de tres o cuatro opciones de entrada, platos principales y postres, no más. Un ritual que se replica todos los días al entrar en el restaurante, con ansiedad por saber qué ha preparado el cocinero, porque siempre sus recetas son tan deliciosas como efectivas. En el living central, al estilo de un hostal, una gran biblioteca, varios sillones y una pequeña bodega que suma productos regionales dan un ambiente familiar. Afuera, atravesando el parque, están las cabañas y el spa con pileta climatizada, un sauna, el cuarto para masajes y un dojo de meditación que se ha transformado en sede de las “noches orientales con ambientación y cocina zen”, uno de los mayores distintivos de La Guarida. Además de la excelente y singular propuesta gastronómica que envuelve toda la estadía, el lugar organiza encuentros, seminarios y talleres casi todos los meses enfocados a la meditación, la armonización energética y variadas terapias.

ENTRE BOSQUE Y RÍO Diquecito (www.diquecito.com.ar / 0351-5357757) es tal vez el más antiguo de los lugares que planteó en estas sierras la necesidad de un espacio de relajación, cambio de ritmo y tratamientos de recuperación. Ubicado en pleno Camino de La Calera (RP E55), una alternativa que une la capital cordobesa con el Valle de Punilla eludiendo la autopista, el lugar fue concebido para la desintoxicación psicofísica, el descenso de peso, la cura del estrés, los desórdenes alimentarios y el control de la adicción al tabaco, pero también como un sitio de descanso saludable. Su entorno de piedra, bosques y el río Suquía serpenteando por ese mismo camino de llegada lo hacen un sitio especial. Si bien Diquecito se afirma en los servicios de sus equipos médicos para tratamientos diversos, es visitado también por quienes entienden la salud como un modo de vida en relación cotidiana con la naturaleza. En ese aspecto, cobra vital importancia la circundante Reserva Natural Bamba: un lugar ideal para la contemplación, con la alternativa de realizar diversas actividades al aire libre -como los avistajes de aves- ya que su riqueza paisajística la vuelve un reservorio de numerosas especies animales. Uno de sus senderos lleva a una cascada de cinco metros de altura con tres chorros que forman una olla permanente. Parte de esa maravilla se observa a través del Tren de las Sierras, otra de las formas de acceso a la zona en la que se encuentra el complejo de salud. El establecimiento, además, tiene puertas dentro con una piscina interior climatizada y otra exterior, un extenso parque y muchas otras comodidades para conseguir ese bien tan preciado en las grandes urbes: el descanso plenoz

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Masajes en un entorno natural, una de las opciones en la Posada del Qenti.
Imagen: María Clara Martínez
 
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