turismo

Domingo, 8 de febrero de 2004

ESCAPADAS TURISMO RURAL BONAERENSE

Campo lujanero

A 70 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, las 100 hectáreas del establecimiento San Ceferino ofrecen una entretenida estadía en el campo con piscina, comida casera, paseos en antiguos carruajes y todo el relax de un moderno spa.


La mayoría de las estancias turísticas de la provincia de Buenos Aires tiene una historia en común. Originalmente su casco alojó a ricos terratenientes dueños de grandes latifundios, pero con el paso del tiempo muchas de esas tierras se fueron vendiendo de manera segmentada o subdividiendo por cuestiones de herencia. En estas situaciones, la tenencia del casco se definía por sorteo entre los herederos. En los años ‘80, el mantenimiento de esas viejas casonas pasó a ser un lastre difícil de solventar y una de las maneras de conservar el bien familiar fue abrir las tranqueras al turismo. En el caso de la estancia San Ceferino, la historia se dio exactamente a la inversa.
Hace veintidós años, el matrimonio de Francisco y Hebe Eleta –médico y nutricionista, respectivamente– decidió hipotecar su casa en la ciudad y comprar otra en el campo para vivir allí. Tuvieron, sí, sus problemas para mantenerla, y abrieron también sus puertas al turismo en el año 1988. Año tras año, el emprendimiento fue dando sus frutos y la original casa de campo se amplió con más hectáreas y dos nuevos edificios, uno con dormitorios y otro con cinco salones para reuniones de trabajo y festejos sociales. Luego reciclaron tres casas que ya existían en el campo anexado, muy espaciadas entre ellas. La última novedad fue la inauguración el año pasado de un sofisticado spa. En la actualidad, San Ceferino ocupa 100 hectáreas de campo más quince de parque, y tiene 36 habitaciones en suite además de once salones, en uno de los cuales caben hasta mil personas.
Aunque los edificios de la estancia se construyeron hace pocos años, fueron diseñados con un ajustado gusto criollo que no contrasta con el paisaje sino que parecen en verdad cascos antiguos muy bien reciclados. En la decoración interior –pensada con un estilo hogareño–, los objetos de la vida cotidiana en el campo se combinan con toques de exotismo oriental, como un biombo de laca chino y alfombras egipcias, entre otras sorpresas. Uno de los lugares más románticos de la estancia es una laguna artificial en cuyas aguas se deslizan unos patos blancos, con una islita en el centro donde el visitante se puede sentar a descansar en unos bancos a la sombra de un sauce llorón o a la luz de un farol durante la noche. Pasando la laguna hay una piscina de 15 metros de largo, canchas de tenis, fútbol y voley, un driving de golf y juegos para niños.
Durante los últimos veinte años, los dueños de la estancia se han dedicado a comprar a los habitantes de la zona viejos carruajes que tenían arrumbados en antiguos galpones de campo. Como San Ceferino tiene su propio departamento de herrería y carpintería, sus dueños fueron armando una colección de 45 berlinas, diligencias al estilo oeste norteamericano Milord y diversos carros reacondicionados que el visitante puede usar para pasear por la estancia.

TAMBO, HUERTA Y ASADOS. San Ceferino tiene su propio tambo con 26 vacas que producen 600 litros diarios de leche. El huésped puede acercarse cuando lo desee y observar al maestro quesero preparar sabrosas mozzarellas, provolones, quesos gouda y sardo, así como ricota, yogur, manteca, crema y dulce de leche, que se pueden probar in situ. El establecimiento tiene su marca propia de productos caseros, que solamente se consumen en el lugar (ni siquiera están a la venta). En una huerta de 300 metros cuadrados se cultiva con fertilizantes naturales gran parte de la verdura que se consume en la estancia: lechuga, tomate, rúcula, espinaca, morrones y zuchinis.
Por lo general, los almuerzos son unos suculentos asados donde según los días se sirve cordero, pollo, lechón, matambrito tiernizado, colita de cuadril y los cortes clásicos, incluyendo chorizos, morcillas y salamines. Para la cena, el chef prepara un menú fijo que va cambiando día por día. Una entrada clásica en San Ceferino son las tulipas de queso con crema de humita y caramelo. Y algunos platos emblemáticos son los medallones de lomo con salsa de romero y lentejas al vino tinto, el cordero arrollado a las hierbas y miel, y el crocante de cerdo con salsa chutney. Para lospostres se sirve helado de higo, colaciones de batata cubierta con merengue y brownies con helado de sambayón y salsa de frambuesa.

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1. El espejo de agua refleja el paseo de los huéspedes en un antiguo carro campero.

2. El clima oriental que campea en el spa prenuncia el placer de un buen relax.
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