turismo

Domingo, 17 de julio de 2016

CHACO > HACIA EL ESTE Y EL OESTE

Un norte de dos caras

¿Húmedo o seco?¿Amigable o inquietante? La provincia, de doble carácter, mira por un lado hacia lo que vendrá y por otro recuerda con nostalgia lo que ya no está. Entre el Parque Nacional Chaco y el Impenetrable revela su doble faz, de equivalente encanto y atractivo.

 Por Graciela Cutuli

Desde las veredas de Buenos Aires, Chaco y el Impenetrable suenan a sinónimos. Se refieren a la misma región del país, aquella que en los mapas parece haber sido dibujada especialmente para una prueba de geometría con ángulos y líneas rectas. Sin embargo, como su hermana casi-gemela Formosa, Chaco tiene dos caras bien distintas. Por un lado está la provincia de los inmigrantes, del algodón y de la soja. Un territorio fértil que desborda con opulencia sobre las calles de Resistencia y se va el fin de semana de compras a Brasil y a Paraguay. Por otro lado está el Chaco de un mundo que resiste a duras penas, el de los indígenas, confinados a las tierras arenosas y sedientas del Impenetrable, un ecosistema tan intrigante como permite suponer su nombre.

También desde las veredas de Resistencia el Impenetrable es una región lejana, un oeste salvaje: un paisaje monótono que hay que cruzar sí o sí cuando se va hasta Salta y la cordillera. Pero en realidad las miradas de la ciudad apuntan en otra dirección: hacia el oeste y la ciudad vecina de Corrientes, separada apenas por un puente y un río, con la que forma el mayor núcleo urbano del norte del país; hacia Paraguay y también Brasil. Desde Resistencia, Chaco es sobre todo esa ancha banda de tierra fértil y húmeda que bordea el río Paraguay, donde se afincaron hace apenas un siglo los abuelos colonos llegados desde Italia y el centro de Europa.

CHACO PARQUE El Chaco verde y pujante era originalmente un tupido bosque en galería, una especie de versión a pequeña escala de la gran selva ecuatorial. La agricultura intensiva dejó muy pocos rastros de aquel paisaje primigenio; de hecho el Parque Nacional Chaco es uno de los únicos donde se ha conservado. En la otra mitad de la provincia, por el contrario, el Impenetrable pudo salvaguardar grandes extensiones de lo que es y lo que fue. No hay buscar razones mucho más allá de su nombre.

También supo convertirse en el refugio de los tres pueblos originarios de la región, los qom, los wichis y los moqoits, además de ser la morada de muchas familias de criollos que vinieron desde los Andes en busca de nuevas tierras para sus rebaños en este monte impracticable, donde cada planta que crece sobre el suelo arenoso, sea grande o chica, está provista de espinas, pinches o púas. Allá, el monte es uniforme para los ojos novatos. Hay que haberlo recorrido para empezar a discernir la silueta de un yacaré al ras de las aguas fangosas de un río, o para reconocer la huella de un tapir sobre la arena de los sendas.

El Litoral chaqueño es similar al de Corrientes, Formosa y el norte de Santa Fe. El mismo río trajo a los mismos colonos desde el puerto de Buenos Aires para labrar esas inmensidades totalmente llanas, sobre las cuales el sol se acuesta en medio de un cielo ardiente de rojos cada vez que no hay nubes para tapar el espectáculo.

En un par de horas, se dejan las tiendas y los cafés de moda de Resistencia para llegar en la entrada del Parque Nacional Chaco, en las cercanías de Capitán Solari.

Aunque sea pequeño en comparación con otros parques, sobre todo los del sur del país, concentra una enorme variedad de fauna y de flora. Desde el centro de visitantes, donde los guardaparques instalaron un pequeño centro interpretativo, sale un sendero que permite conocer los dos ecosistemas principales: el bosque y el bañado. “Los grandes ciclos climáticos condicionan la vida aquí como en el resto del Chaco húmedo –comenta Lorena Paszko, la intendenta del PN Chaco–. Cada diez años tenemos un ciclo lluvioso y luego otro similar más seco. Ahora estamos al principio de un período húmedo y los bañados volvieron a llenarse de agua. En este parque de apenas 15 por 7 kilómetros no hay que venir esperando enfrentarse a una naturaleza grandiosa, como en Iguazú o los Glaciares, pero para quien sabe verlo hay aquí más concentración de vida que en cualquier otra región del país”.

De hecho se censaron más de 350 especies de aves sobre el millar que totaliza el país entero en este pequeño rectángulo de bosques. En camino a los esteros y los bañados, no sólo hay que mirar al costado del sendero (donde los árboles más llamativos han sido identificados con carteles): en la copa de las capas superiores de la vegetación se pueden ver con suerte algunos tucanes. Y por supuesto, muchas otras especies de aves, así como bandadas de monos aulladores. Con aún más suerte es posible cruzarse en camino con algún tatú, un pecarí y hasta un tapir. Lorena Paszko invita a los visitantes a disfrutar de los 30 kilómetros de senderos preparados para las visitas: “No dejen de recorrer el sendero del Río Negro. Hemos instalado un puente colgante que cruza un bañado. Más adelante los miradores de las lagunas Yacaré y Carpinchos les darán un buen panorama sobre el paisaje y la aparente uniformidad de la naturaleza que tenemos”.

UN PIE EN EL IMPENETRABLE Luego de esta visita, el camino lleva a Presidencia Roque Saénz Peña, la segunda ciudad de la provincia. Es como una isla de luces y movimiento en medio de los campos de soja y de algodón. El renombre de su centro termal ha sobrepasado hace tiempo los límites regionales para atraer curistas de todo el norte del Litoral. Es sólo una etapa en el viaje porque para conocer el Impenetrable falta seguir por muchos kilómetros más hacia la Colonia Castelli.

La localidad es el principal centro urbano del oeste de la provincia y la puerta para alcanzar los pueblitos de Puerto Lavalle, Villa Río Bermejito o Fortín Lavalle, desde donde se puede desafiar el Impenetrable. Colonia Castelli vive esencialmente del algodón, como lo confirma el enorme centro de convenciones construido para celebrar las fiestas y ferias en torno a este cultivo. Los carteles de los negocios en el pequeño centro exhiben nombres donde desfilan las K, las Z o las Y, patronímicos eslavos en su gran mayoría. Aquellos pioneros vinieron de las lejanas Polonia y Ucrania y convivieron con los criollos, los pobladores que habían llegado por su parte desde Salta para criar ganado y cultivar algunas parcelas. Y a su vez conviven todos con los qom, que los manuales llamaron durante mucho tiempo tobas. Forman la principal población originaria del Chaco, estimada en unas 60.000 personas.

En las afueras de Fortín Lavalle se los puede conocer si se sigue la Ruta Qom que llega hasta asentamientos donde los más atrevidos de las comunidades –mujeres casi siempre- se animan al turismo y al intercambio con la gente de paso. Es lo que hace por ejemplo Analía Rodriguez, en el Centro de Artesanas de Fortín Lavalle. Se trata de una prolija casita donde se reúnen vecinas de la comunidad para trabajar fibras de palma caranday y fabricar canastas, paneras y otras artesanías. A unos kilómetros de allí, la familia Alvarez es criolla. Vive sobre terrenos vecinos al Meguesoxochi, una gran porción de tierra que fue devuelta a la comunidad qom a orillas del Río Bermejito.

Los Alvarez abren las puertas de su finca a los visitantes que quieren pasar un día de campo y compartir con ellos el ritmo de la vida en las tierras que bordean el Impenetrable. Sus hijos guían cabalgatas al borde de un estero donde se avistan aves y algunos yacarés. En invierno es un paseo que se puede hacer en cualquier momento, mejor a la tarde bajo el el sol tibio. En verano, temprano por la mañana o antes del anochecer. Y como se toca el tema, no se puede terminar un viaje a las dos caras del Chaco sin romper el mito del clima. La región padece mala fama por sus temperaturas. No se puede negar que en verano el calor es aplastante, aunque bajo la sombra de la fornida vegetación del Chaco húmedo se soporta mejor. Por el contrario, el invierno es una temporada ideal para recorrer tanto el parque como la región de Colonia Castelli: los días son frescos pero más calurosos que el resto del país cuando vive las semanas más frías del año. El principio de la primavera es también un excelente momento; las temperaturas empiezan a subir y la naturaleza se activa para cumplir con un nuevo ciclo.

En Fortín Lavalle, acercándose a la zona espinosa del Impenetrable, una tejedora mantiene la tradición artesanal.

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Un túnel verde formado por la densa vegetación del Parque Nacional Chaco. La cara más verde de la naturaleza provincial.
 
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