turismo

Domingo, 17 de julio de 2016

RIO NEGRO > VIAJE INVERNAL A BARILOCHE

Nieves, lagos, cerveza

La temporada de invierno se hizo rogar pero llegó. Cerro Catedral ya está cubierto por un manto blanco y las pistas van abriendo poco a poco, pero las alternativas de julio y agosto no se acaban en el esquí, porque la ciudad emblema de la Patagonia argentina tiene un abanico de actividades para todo público.

 Por Guido Piotrkowski

Fotos de Guido Piotrkowski

Finalmente, la nieve llegó a Bariloche. Cerro Catedral se inauguró oficialmente el 24 de junio, con una bajada de antorchas y un show de música al aire libre a cargo del grupo Akasha Percusión, que al compás del hipnótico sonido de sus tambores le dio la bienvenida a la temporada fría, en una especia de rito para celebrar la llegada del invierno, para pedirles a los dioses de la naturaleza que bendigan este indómito cerro, esta majestuosa ciudad. Y entonces el domingo pasado cayó una linda nevada en la montaña, que lentamente se va tiñendo de blanco.

Algunas de las pistas del centro de esquí mas grande de Sudamérica están abriendo a medida que las nevadas se van incrementando, y así los esquiadores más ansiosos ya pueden ir disfrutando de los tramos habilitados.

Bariloche, de todas maneras, es mucho más que un centro de esquí. Es un destino completo que cuenta con actividades para todos los públicos y edades, una vasta oferta hotelera, un amplio abanico gastronómico y un buen número de cervecerías artesanales.

Por eso el invierno también lo disfrutan quienes no esquían, que pueden subir el cerro a pasear por los locales comerciales, comer algo en las chocolaterías y restaurantes o tomar algunas de las aerosillas habilitadas para peatones. No es todo: las opciones abarcan asimismo el Tour Histórico por el Cable Carril, el Tour Aventura o el Tour Naturaleza con puntos para atesorar increíbles panorámicas.

Además, la ciudad siempre se renueva. La céntrica calle Mitre será ahora semipeatonal en algunas cuadras, la tradicional Chocolatería del Turista amplió su local y el circuito de cervecerías artesanales está creciendo.

Más allá del centro, a la altura del kilómetro 5 está el cerro Otto, al que se accede en el teleférico para llegar a un punto panorámico de vistas inigualables. Una vez arriba, se pueden hacer caminatas con raquetas, visitar el museo con réplicas exactas 1:1 de obras de arte como David de Miguel Angel, o degustar un buen chocolate caliente en la famosa confitería giratoria. Muy cerca está el complejo Piedras Blancas, un centro invernal con mucha historia: fue aquí donde comenzó a desarrollarse el esquí en la Argentina, con la primera escuela dirigida por el pionero Otto Meiling. Hay trineos, aerosilla y una zipline, una tirolesa que atraviesa a gran velocidad el bosque en posición similar al vuelo rasante de un ave. Opciones sobran; lo difícil entonces será elegir.

Las pistas del cerro Catedral van abriendo de a poco, en una temporada de nieve que este año llega con demora.

CATEDRAL DEL ESQUI ¿Cómo no tener, en el lugar donde todo empezó, el centro de esquí más grande de Sudamérica? Catedral no se duerme en sus laureles, sino que se renueva año tras año. Esta temporada cuenta con cinco nuevos pisapistas, una aplicación para compartir los recorridos en la montaña y un novedoso sistema para adquirir los pases online que permitirá agilizar el acceso a los medios de elevación.

“Esta temporada viene con un retraso en la caída de nieve”, dice Christian Castex, instructor de snowboard. Pero la demora en las nevadas no es un problema exclusivo de Bariloche, sino que toda la Patagonia estuvo en vilo porque la nieve llegó tarde a todos lados. Sin embargo, el fin de semana pasado finalmente cayeron los esperados copos y la temporada va tomando color en todo el país.

En Catedral, mientras tanto, se utilizaron algunas pistas para principiantes con nieve artificial. “Están excelentes para los que comienzan”, asegura Christian, que trabaja hace doce años en la escuela Mountain & Catedral, coordinando el programa infantil de snowboard de una entidad que también cuenta con diversos programas para chicos de 3 a 17 años, divididos por franjas etarias. “Somos los únicos en el cerro con programa de snowboard para chicos de 5 a 7 años –resalta Christian–. Los padres dejan a sus hijos y nosotros nos encargamos de equiparlos, brindarles instrucción con un foco muy fuerte en la seguridad y la diversión como pilares de la enseñanza. Y mientras tanto, ellos pueden ir también a disfrutar de la montaña sin preocupaciones, ya que sus hijos quedan bajo supervisión constante de sus profesores”.

Vista del lago Moreno desde la cervecería Patagonia, cuya apertura está entre las grandes novedades del invierno 2016.

CERVEZA EN PATAGONIA El 11 de junio pasado se inauguró la cervecería Patagonia, en el kilómetro 24 del Circuito Chico, un amplio y rústico local con vista única al lago Moreno, en medio de la indómita belleza del bosque nativo. Patagonia es una microcervecería, un incipiente laboratorio donde hay libertad para experimentar y hasta los errores se capitalizan, según cuenta el responsable de Marketing, Tomás Marseillán, quien nos recibe y guía por las instalaciones mientras explica el proceso cervecero. Tomás habla de “errores” como el que derivó en la variedad Pine Ale, el primer hallazgo de Patagonia en Bariloche, una cerveza con notas de pino que nació por casualidad. “Creo que en este lugar van pasar cosas muy copadas” intuye, y ahonda en los proyectos. “Existen 250 tipos de lúpulo en el mundo, en la Argentina hay siete que vienen de El Bolsón, y que son los que demandan las grandes cervecerías. Lo que nosotros vamos a hacer es producir veinte lúpulos nuevos, tanto para nosotros como para vender a los cerveceros artesanales, y que así crezca el mercado de la cerveza. Porque con los siete tipos de lúpulos que existen, ya jugaron todos”.

Frente a parte de la población barilochense, sensible a ciertos emprendimientos sobre todo si se instalan en una zona casi virgen de bosque nativo y a la vera de un lago. Marseillán defiende el proyecto, que pinta como sustentable y en plena armonía con el entorno. Asegura que se talaron la menor cantidad posible de árboles y explica cómo trabajan: “Sacamos el agua del lago Moreno, y eso a la gente le sonaba raro. El lago tiene 1500 millones de metros cúbicos de agua, nosotros tenemos autorizado un máximo de 24, y sólo usamos unos ocho, siempre de la manera más eficiente. El agua viene del lago, se clorifica, se desclorifica y entra al proceso de la cerveza. De ahí, los efluentes del bar y la cervecería van a una planta de tratamiento que es única, y hasta podríamos devolverla al lago. Pero la mandamos a unos humedales que hay en el terreno, donde hay diez plantas por metro cuadrado que absorben agua. Se pensó mucho en esto”, argumenta.

Es un sábado de sol radiante y, ahora sí, llegó la hora de la verdad. El clima es perfecto para sentarse al aire libre y degustar alguna de las variedades de cervezas que se elaboran acompañadas de la carta del chef Leandro Pagano, quien pone especial énfasis en utilizar el producto local. Así, llega primero una picada patagónica a la que siguen un estofado de ciervo con polenta blanca, porotos con cordero y bondiola braseada. Las variedades que tienen por ahora son Amber Lager, Bohemian Pilsener, Weisse, Patagonia Pale Ale, Pine Ale, Porter e IPA. Y próximamente, estará lista la Barley Wine. Algunos elegimos la novedosa Pine Ale, mientras otros se inclinan por una Porter o una IPA. Pero en Patagonia tienen una política: como las cervezas que ordenamos no son exactamente las que maridan con los platos, traen un chupito de la correcta. “Siempre buscamos la combinación con la cerveza -señala el chef Leandro Pagano-. Se trata de marcar una diferencia”.

Federico Gastón Domínguez Fontán, chef ejecutivo del Hotel Llao Llao.

EXPERIENCIA LLAO LLAO El exclusivo hotel es un icono, una postal, un emblema de Bariloche. Fue construido por el arquitecto Alejandro Bustillo e inaugurado el 9 de enero de 1938.

Ubicado a 25 kilómetros del centro, dado el contexto de época y lo alejado de la ciudad, también tenía una oficina postal y un telégrafo, una sucursal del Banco Nación y hasta una farmacia. Pero un año y medio después de inaugurado, un incendio se lo devoró y en pocas horas quedó en ruinas, aunque no se registraron víctimas. Poco después, en diciembre de 1940 fue reinaugurado y adquirió fama internacional. Sin embargo, por la falta de inversiones y mantenimiento tuvo que cerrar sus puertas en el invierno de 1978.

Quince años después, en 1993, abrió nuevamente ya considerado como Monumento Histórico Municipal. El Ala Moreno, la parte nueva, fue terminada en 2007. Hoy el Llao Llao es un hotel y resort de amplia propuesta. El edificio está rodeado por una cancha de golf 18 hoyos y la gama de actividades al aire libre va desde las caminatas y bicicleta de montaña hasta la arquería. Puertas adentro, los huéspedes pueden disfrutar de clases de esferodinamia, yoga, stretching y spinning. La pileta climatizada tiene salida al exterior, y así se puede nadar aun con bajas temperaturas mientras se disfruta de los lagos y montañas que circundan el hotel.

El Llao Llao cuenta con siete alternativas gastronómicas para huéspedes y visitantes, a cargo del chef ejecutivo Federico Gastón Domínguez Fontán. “La propuesta gastronómica del restaurante Patagonia es el producto regional, mientras en el Césares hay grill con carnes argentinas y pastas con concepto italiano”, describe y recomienda el almuerzo en el buffet del lobby, que incluye una mesa de fríos, comida caliente con buena variedad de productos regionales y mesa de postres. “Lo complejo en Bariloche al reformular las cartas es que siempre hay que sostenerse con el producto. El salmón, la trucha, los ahumados, la liebre, el ciervo. Hay que jugar siempre con el producto que la gente viene a buscar a la Patagonia”.

Uno de los tres miradores de la pasarela que lleva a la Cascada de los Cántaros.

PUERTO Y CASCADA ¿Cómo no navegar por el majestuoso Nahuel Huapi? ¿Cómo no adentrarse en sus brazos y dejarse rodear por la descomunal belleza de esta región de la Patagonia, la piedra fundamental de nuestros Parques Nacionales?

Las excursiones lacustres son imperdibles, sobre todo si el día se presenta soleado y el cielo diáfano, dos variables que permiten disfrutar a pleno de una jornada de navegación al pie de la cordillera, entre lagos cristalinos que pasan del color azul intenso a un verde esmeralda, con paradas varias y la posibilidad de andar en medio de bosques de coihues y alerces milenarios, hasta llegar a un cascada preciosa que discurre en medio de la selva valdiviana, un bosque de características tropicales de zona fría. Esas son algunas de las razones por las que el viajero no puede perderse la excursión a Puerto Blest y Cascada de los Cántaros, que parte a las diez de la mañana desde Puerto Pañuelo y regresa a las seis de la tarde.

“Este maravilloso lugar que visitamos hoy es la cuna de los Parques Nacionales en la Argentina, la historia comenzó aquí”, relata para los pasajeros la guía Cristina Razinger, a bordo del catamarán de Turisur, mientras pasamos cerca de la isla Centinela, el rincón donde está enterrado el Perito Moreno, un hombre fundamental en la demarcación limítrofe y en la exploración de toda la región. “De Moreno se podría hablar horas, pero hay que destacar que tuvo una actuación muy importante en la demarcación de los limites de Argentina y Chile. Su conocimiento de la Patagonia lo llevó a convencer al árbitro británico de que el límite debía pasar por las altas cumbres”, especifica la guía y ahonda un poco más. “Moreno fue un gran precursor de la conservación de la naturaleza en el país. Pero también le debemos las escuelas primarias, la primaria para adultos, el scoutismo, la copa de leche en los colegios estatales”, agrega, revelando así una faceta menos conocida de un hombre renombrado por su amor incondicional a esta región.

El catamarán parte de Puerto Pañuelo y navega primero por el Nahuel Huapi hasta ingresar en el brazo Blest para llegar a Puerto Blest. Allí, los pasajeros que tenemos la extensión del paseo al lago Frías descendemos y recorremos unos tres kilómetros en ómnibus bordeando el rio Frías inferior hasta el Puerto Alegre, transitando en medio de un bosque de coihues, turbales y alerces. Una vez allí embarcamos nuevamente y navegamos el lago Frías hasta la Aduana Argentina, en el paso Pérez Rosales. “Este fue uno de los primeros pasos fronterizos que mantenían los pioneros de Bariloche a Chile”, explica la guía. Desembarcamos, hacemos fotos y regresamos a Puerto Blest, donde se inauguró hace pocos meses el Hotel Puerto Blest, ideal para pernoctar en medio de la soledad este paraje, circundado por los cerros Tronador, Tres Hermanos y el lago Frías, de color verde esmeralda. Hay tiempo para almorzar y luego partir, caminando o en barco, hacia la Cascada de los Cántaros. La caminata se disfruta a paso lento, andando por la selva valdiviana y desviándose en las playitas que van surgiendo en el camino. El sendero desemboca en una extensa pasarela de 700 escalones, que tiene tres miradores distintos con vista a la Cascada de los Cantaros. Un panorama difícil de olvidar.

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