turismo

Sábado, 2 de marzo de 2002

NEUQUEN PARQUE PROVINCIAL COPAHUE

En el reino de las araucarias

Al noroeste de la provincia de Neuquén, en la precordillera, brotan las benéficas aguas que convocan a los turistas a visitar el centro termal ubicado al pie del volcán Copahue. A 19 kilómetros de allí, el pueblo de Caviahue depara uno de los paisajes más particulares de la Patagonia: en una geografía semidesértica, emergen extrañas rocas basálticas y miles de araucarias que se desperdigan como centinelas por la desolada inmensidad de sus valles.

Por Julián Varsavsky

Las termas de Copahue, catalogadas entre las más completas del mundo por la variedad y calidad de sus aguas, es la meta de quienes buscan el bálsamo de los benéficos e infaltables baños del turismo de salud. Sin embargo, el hecho de sufrir algún tipo de dolencia no es el único requisito para visitar el Parque Provincial Copahue, ya que sus atractivos paisajísticos justifican la visita al margen de las termas.
En los alrededores de la vecina localidad de Caviahue, el circuito conocido como Las 7 Cascadas del río Agrio alberga uno de los paisajes más hermosos de la Patagonia, de características únicas en la región. Allí están los bosques de araucaria, la especie autóctona para cuya protección se creó el parque en 1941.
Lo particular de estos paisajes es que a la aridez arbustiva de los grandes espacios vacíos de la Patagonia, se le suman en este lugar varios componentes nuevos. Cada tanto aparecen repentinas elevaciones de roca basáltica que le otorgan al paisaje un aura prehistórica donde sólo faltarían los dinosaurios. Pero además, la inmensa soledad de la Patagonia contrasta aquí con la aparición de las araucarias, que proliferan de manera espaciada imprimiéndole al paisaje una misteriosa personalidad. De alguna inexplicable manera, al ver estos árboles se percibe de inmediato su antigüedad milenaria, que en general oscila entre los 800 y los 1000 años. Su presencia erguida –la única en todo el paisaje– se impone por unanimidad otorgándole inusitada vida al reino de la desolación. El largo tronco de las araucarias se ramifica recién en la parte superior, donde conforma una especie de parasol. Vistas a la distancia, sobresaliendo en una lomada rocosa, semejan a esos bosques de hongos gigantes que encontró Otto Lidembrock, el personaje de Julio Verne en su Viaje al centro de la Tierra.

¿Copahue o Caviahue? El Parque Provincial Copahue está integrado por dos centros turísticos. Por un lado, está el centro termal, ubicado en el poblado de Copahue, que en invierno queda prácticamente deshabitado. Si bien las termas siguen en funcionamiento en el invierno, casi todos los hoteles permanecen cerrados debido a las inclemencias del frío. El verano es la temporada alta de Copahue, mientras que Caviahue, un poblado algo mayor ubicado a 19 kilómetros de distancia, es el centro turístico del parque durante el invierno, debido a sus excelentes pistas de esquí. Si algún visitante veraniego no tiene demasiado interés por las termas, da lo mismo que se aloje en uno u otro lugar.

Vapores de azufre Copahue es un centro termal con casas de techo a dos aguas que suele estar inmerso en nubes de vapor sulfuroso. Las aguas mineralizadas brotan por doquier entre las casas formando lagunas y arroyos. El ambiente está impregnado de un fuerte olor a azufre, que al poco tiempo de llegar uno lo interioriza en los sentidos y no lo huele más. A dos kilómetros de Copahue, un camino de tierra conduce a una gran hoyada de piedra, al fondo de la cual hay unas termas totalmente vírgenes llamadas Las Maquinitas (apenas hay una pasarela de madera). El lugar es ideal para llegar trotando y, con el cuerpo todo transpirado, darse un baño de vapor de azufre natural que brota de una pequeña cueva que parece un sauna al aire libre. Estamos en la parte baja de una hoyada donde montones de fumarolas y respiraderos producen una constante humareda que sube por la ladera del cerro. El agua bulle con fuerza entre las rocas, donde los charcos de aguas burbujeantes proliferan por doquier. El ruido de “las maquinitas a vapor” es constante. Algunas personas se acuestan en el barro sulfuroso color gris y directamente quedan enterrados con solo la cabeza afuera (se debe tener en cuenta que aquí no hay duchas para lavarse). En cambio, la mayoría de los visitantes se dedica a curiosear entre las rocas gigantes, aspirando el saludable vapor mientras espían por las pequeñas fisuras del terreno. Dentro de ellas se ven violentos chorros de agua que circulan a toda velocidad justo debajo nuestro, produciendoruidosos suspiros de vapor liberado a presión. El primitivo contexto de rocas humeantes produce la sensación de estar en un aliviadero de los infiernos.

Sobre el volcán Los volcanes son la quintaesencia de esas fuerzas descomunales contenidas bajo el suelo que nos sostiene. Toda la zona de las termas –que parece en estado de ebullición– está presidida por el majestuoso volcán Copahue, una suerte de cuerpo viviente pródigo en calor y minerales. La excursión máxima en Copahue consiste nada menos que en llegar hasta el cráter del volcán y asomarse a su secreto. La excursión parte por la mañana en un vehículo a doble tracción que después de una hora de viaje, detiene la marcha a los 2400 metros sobre el nivel del mar. A partir de ese momento, hay que continuar a pie durante dos horas más. La exigencia de la caminata es media, y los sencillos senderos están bien demarcados. Los organizadores del paseo lo han bautizado como “turismo de aventuras para la tercera edad”, por el tipo de excursionistas que suelen participar. El último tramo –hasta alcanzar los 2970 metros sobre el nivel del mar– es sobre las arenas volcánicas que lanzó el volcán durante su última erupción en el año 2000. Un fuerte vaho sulfuroso choca contra nuestros sentidos al llegar a la cima, y al mirar hacia adentro nos sorprende descubrir que el cráter de un volcán activo está lleno de agua. Su diámetro mide 200 metros y la laguna es de un color verde flúo muy fuerte, consecuencia del azufre diluido que flota en la superficie. Pero todavía más extraño resulta ver que a lo lejos, detrás de la laguna, hay un glaciar con paredes de 25 metros de altura y 350 metros de ancho. Cada tanto se escucha el estruendo de alguna explosión, y de manera constante se oye como un tiroteo de fusiles. Pero no es el volcán que despierta sino la cambiante vida del glaciar, que siempre se está fracturando y cayendo a pedazos, al tiempo que va reponiendo su densidad en un proceso circular que nunca acaba. El panorama abarca una parte de la cordillera de los Andes, los picos del volcán Lanín, y el lago Caviahue con sus bosques de araucarias.

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