turismo

Domingo, 21 de agosto de 2005

ESPAÑA LA RUTA DEL QUIJOTE

Por la llanura manchega

A lo largo de 2500 kilómetros, la Ruta del Quijote revive las andanzas del Caballero de la Triste Figura por la región de La Mancha. En el itinerario se pueden visitar los antiguos molinos de viento que el hidalgo manchego confundió con “desaforados gigantes”.

De las sinagogas y mezquitas de Toledo a los molinos del Campo de Criptana o desde la Plaza Mayor de Tembleque al Museo Cervantino de El Toboso, pasando por el nacimiento del río Guadiana en las Lagunas de Ruidera, el viaje por la llamada Ruta del Quijote es un itinerario que integra la historia, la cultura y los paisajes de la región.

Hace 400 años, Miguel de Cervantes eligió La Mancha para situar las andanzas de su caballero de la Triste Figura que ahora se pueden revivir siguiendo esa ruta eco-turística de 2500 kilómetros a través de caminos históricos, vías pecuarias y antiguas cañadas reales de la inmensa llanura manchega.

Considerando su larguísimo recorrido, la Ruta ha sido dividida en diez tramos con diferentes itinerarios. El tramo ocho, por ejemplo, sale de Toledo, capital de Castilla-La Mancha, y llega a Almagro pasando por Consuegra. En este tramo, el viajero puede disfrutar de la naturaleza en el parque nacional de las Tablas de Daimiel o hacerse con una bella manufactura de encaje de bolillos en Almagro, pasando por la asistencia a un sinfín de fiestas populares en distintas localidades.

En otros tramos, el visitante puede ver la casa de Dulcinea, en la localidad toledana de El Toboso; la Cueva de Medrano, en Argamasilla de Alba, donde según la tradición, Cervantes empezó a idear el Quijote; o los molinos de viento del Campo de Criptana, que supuestamente inspiraron el episodio de los gigantes.

Gigantes con aspas Esos molinos eran relativamente nuevos cuando Don Quijote se lanzó a “desfacer entuertos”, ya que la primera constatación documentada de su existencia en España es de 1575, cuando las Relaciones Topográficas ordenadas por el rey Felipe II dan cuenta de “muchos molinos de viento donde también muelen los vecinos desta villa” en la zona del Campo de Criptana.

En esa zona, en la provincia de Ciudad Real, en pleno centro de Castilla-La Mancha y a unos 150 kilómetros al sur de Madrid, están los que se supone fueron los molinos que Don Quijote confundió con “treinta o pocos más desaforados gigantes”. Estos enormes cilindros blancos, de techo de madera giratorio y en forma de cono, fueron ideados para aprovechar la fuerza del viento, ya que la sequedad del terreno impedía utilizar el molino de agua. Cabe recordar que el nombre de La Mancha viene del árabe Al-Ansha, que significa “tierra seca”.

En la localidad toledana de Consuegra, dominada por un castillo de la Orden de Malta, hay once molinos de viento idénticos a los que derrotaron al “caballero de la Triste Figura”. Allí, como en otros puntos de la Ruta de Don Quijote, se conservan molinos que mantienen en funcionamiento los mecanismos originales del siglo XVI. Todos los meses se hacen demostraciones de cómo era el proceso de molienda en esos grandes artefactos y se enseña a los visitantes las partes de su estructura.

El molino consta en su parte superior de ocho ventanucos, que el molinero abre para saber de qué lado sopla más el viento. Una vez determinado el más fuerte se orienta el techo giratorio y las aspas hacia ese lugar, tras lo cual se cubre el armazón de las aspas con telas o lonas, momento en que el molino está ya listo para trabajar. La energía generada por el giro de las aspas se transmite, a través del eje, a una rueda dentada (Rueda Catalina), que impulsa todo un mecanismo para mover dos piedras (volandera y solera), donde se tritura el grano que llega desde la tolva. La harina resultante corre por un canal hasta el piso inferior donde es recogida. Como cuando el molino funciona produce un fuerte ruido y todo parece temblar, no es tan descabellado que Don Quijote los confundiera con gigantes.

En Consuegra, durante la Fiesta de la Rosa del Azafrán, que se realiza en el mes de octubre, también se lleva a cabo la “molienda de la paz y el amor”, en la que se muele trigo proveniente de varios lugares del mundo para hacer una harina única que simboliza la igualdad esencial de todos los hombres.

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Portada de la primera edición de Don Quijote de la Mancha, Madrid, 1605.
 
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