turismo

Domingo, 31 de diciembre de 2006

CUYO II > EN LA CORDILLERA RIOJANA

Alta aventura

Una excursión de alta complejidad en 4x4 por los Andes riojanos. El primer tramo, que no ofrece mayores dificultades, llega hasta los 4350 metros de altura, donde en el centro de un valle rodeado de volcanes está la increíble Laguna Brava, poblada de flamencos rosados. Pero la verdadera aventura empieza en el trayecto hacia el cráter del volcán Corona del Inca, entre gigantescas
y coloridas montañas.

 Por Julián Varsavsky

La excursión más tradicional que se realiza en la cordillera riojana, 520 kilómetros al oeste de la capital provincial, llega hasta la Laguna Brava. Prácticamente todos los que se aventuran en esta travesía –ya sea con excursión o con vehículo propio– alcanzan la increíble laguna sin mayores dificultades. Pero la verdadera aventura comienza a partir de este espejo de agua poblado de flamencos, cuando la excursión continúa hacia el volcán Corona del Inca. La experiencia de llegar en camioneta 4x4 hasta el borde del cráter –a 5500 metros de altura– no es un simple paseo. Los preparativos antes de la salida dan la pauta de que la excursión viene “en serio”: tubos de oxígeno por si falta aire en las alturas, dos camionetas 4x4 que se ayudarán una a la otra si alguna se atasca en la arena o entre las rocas, dos llantas de repuesto para cada vehículo, un handie onda corta, medicamentos para el apunamiento y equipo de GPS satelital.

De pueblo en pueblo

Para visitar la laguna Brava lo ideal es pernoctar una noche en la ciudad de Villa Unión o en el poblado de Vinchina, donde hay un hotel confortable y económico. Desde esos lugares se pueden visitar con comodidad el Parque Nacional Talampaya y el Valle de la Luna en San Juan, dedicándole tres días a la zona.

Las ocho de la mañana es una hora prudente y placentera para comenzar la excursión hacia la Laguna Brava. A la salida de Vinchina un puente cruza el río Bermejo y el camino se interna en la Quebrada de la Troya, una cuesta de veinte kilómetros de largo. En el trayecto aparece una inexplicable pirámide natural casi perfecta. Hay que alejarse unos metros en perspectiva para verlo y creerlo, pero fuera de toda lógica el desprendimiento de una placa de piedra formó una pirámide en la ladera de una montaña. A unos metros de la pirámide se desciende de los vehículos para observar en la roca unas huellas petrificadas de ignotas especies que se acercaban a tomar agua en alguna vertiente o arroyo.

El siguiente pueblo en el camino es otra rareza difícil de explicar a simple vista. Durante décadas, los pocos días de copiosas lluvias convertían la reseca y única calle de Alto Jague en el lecho de un río que fue cavando dos barrancas, una a cada costado de la calle, de entre dos y tres metros de altura. Arriba están las casas de adobe que alguna vez estuvieron a la altura de la calle, a las que se llega subiendo la pequeña barranca por unos irregulares peldaños.

En Alto Jague, que a la hora de la siesta parece un pueblo fantasma, con sus puertas y ventanas herméticamente cerradas por el calor, está la oficina del Cuerpo de Guardaparques de la Reserva de Vicuñas Laguna Brava. El precio de la entrada es de $ 10 por auto y $ 10 por persona. Los guardaparques se encargarán de controlar que todo el mundo regrese. Y de no ser así irán a buscarlos.

Flamencos de altura

Imágenes oníricas en Laguna Brava, rebosantes de vida en medio de la soledad.

El camino de tierra continúa por la Quebrada del Peñón, a través de suaves lomadas hasta los 4350 metros de altura, donde prácticamente no hay vegetación sino un suelo cubierto por piedritas y minerales de vivos colores, fragmentadas de esa forma por los bruscos cambios de temperatura entre el día y la noche (piedra meteorizada). Desde la distancia las montañas parecen estar recubiertas por finas capas de terciopelo azul, verde, naranja, violeta, gris, blanco, rosa y amarillo, que en algunos casos están todas en una misma ladera.

En el trayecto se suelen cruzar manadas de vicuñas, la principal especie protegida en la reserva. Las vicuñas son muy curiosas y si uno avanza despacio se quedan paradas frente a la camioneta, obstruyendo el paso. Algo parecido sucede con los suris o ñandúes, que avanzan delante de los autos como corriéndoles carreras.

Al trasponer una lomada en el Portezuelo de la laguna aparece un vasto valle que en el centro tiene una laguna de 17 kilómetros de largo por unos 2 kilómetros de ancho, rodeada por majestuosos volcanes nevados que superan los 6000 metros. La laguna azul zafiro duplica en su superficie las siluetas invertidas de medio centenar de flamencos rosados, inmóviles frente a una playa de sal. Un viento helado sacude sin pausa los escasos pastos dorados de alrededor, y un ambiente árido al extremo crea el aura onírica de un espejismo. Hasta que la serenidad del paisaje se rompe de repente cuando la totalidad de los flamencos abre sus alas al unísono y levanta vuelo para perderse detrás de un cerro, dejando tras de sí el paisaje desolado.

Refugios y campamentos

Luego de recorrer a pie algunos de los golfos de la laguna, el guía prepara un suculento almuerzo que incluye cabrito asado frío, una sopa para entrar en calor, pan casero, quesillo de cabra, dulce de leche, chocolate, vino y hasta una copa de champagne. El lugar para semejante banquete en medio de la nada no fue elegido al azar. Se trata de un refugio de piedra y argamasa que en su interior tiene una estructura caracol que cierra el paso al viento.

El refugio mide cuatro metros de diámetro por otro tanto de altura y es similar a un iglú, terminando en una pequeña cúpula con una abertura. Entre 1864 y 1873 se construyeron en este sector de la cordillera trece refugios de este tipo –once de ellos se mantienen en pie– para dar abrigo a los arrieros que conducían ganado hacia Chile.

Antes de abandonar la zona el grupo rodea la laguna Brava para curiosear entre los vapores de unos géiseres, y al caer la tarde se emprende el regreso al campamento Barrancas Blancas, a 4000 metros de altura, que en verdad es un confortable grupo de casas levantadas con chapa doble aislada, muy bien equipadas, con baño y televisión satelital. Los pequeños dormitorios tienen dos camas cuchetas con colchones (se recomienda llevar bolsa de dormir). En la noche el termómetro ubicado afuera llega a marcar hasta los ocho grados bajo cero.

Al cráter

La parte más exigente de esta excursión que combina la Laguna Brava con el volcán Corona del Inca es la que llega hasta el cráter ubicado a 5500 metros sobre el nivel del mar. El tramo es opcional. A las 9 de la mañana se parte hacia la desértica Pampa del Veladero, donde el vehículo es exigido al máximo –y también la destreza del conductor–, en el avance sobre un suelo de rocas irregulares que se van sorteando de una en una.

El terreno va en leve ascenso y tras una lomada sorprende a todos el fulgor blanco de un conjunto de penitentes, unos filosos montículos de hielo que perduran casi todo el verano en las laderas. Algunos pasajeros comienzan a sentir un poco los efectos de la altura, y todos sin excepción creen estar adentro de una coctelera. Llega un punto en que el terreno se hace tan inaccesible que el único sector transitable es sobre el curso mismo del río Veladero, cuyo caudal de deshielos desaparece bajo su lecho cubierto por una fina arenilla volcánica. Esto ocasiona no pocos empantanamientos que los experimentados conductores se las ingenian para superar.

Al salir de las traicioneras arenas el trayecto es todavía más difícil, ya que la siguiente prueba es el pedregal del cañón del Inca Pillo, donde las todo-terreno avanzan tres kilómetros de filosa piedra volcánica a paso de hombre. El paisaje cambia otra vez cuando se llega a un gran valle rodeado de gigantes como los cerros Veladero, Bonete, Reclus y Los Gemelos, que rondan los 6500 metros. Cada tanto se ven los “manchones” blancos de grupos de penitentes, y dominando todo el panorama se levanta el colosal cerro Pissis, de 6882 metros, el segundo más alto del continente.

El objetivo final de esta aventura es trepar una de las laderas del volcán Corona del Inca. Ya casi a 5500 metros la respiración se hace lenta y profunda, los latidos del corazón son más nítidos y por ese efecto algo narcótico de la altura los sentidos perciben todo con mayor intensidad. La camioneta llega al borde del enorme cráter de cinco kilómetros de diámetro en cuyo fondo hay una increíble laguna azul zafiro. Y el panorama se completa con pequeños glaciares de altura que le dan un marco espectacular a uno de los paisajes más inhóspitos, hermosos y desconocidos de la inabarcable Argentina.

Luego de tanto viaje, todo el mundo quiere descender caminando hasta la laguna. Pero los guías aclaran que a tanta altura sería prácticamente imposible poder subir desde el fondo del cráter, por el cansancio que acarrearía. Así que todos se conforman con ver de lejos el epicentro de esta antigua caldera rodeada por un anfiteatro cuyas “gradas” superan los 6000 metros de altura. A simple vista, es el núcleo mismo de un infierno arcaico ya extinguido donde hoy reina la paz más absoluta del universo.

Datos útiles

Cómo llegar: Corona del Inca Expediciones organiza excursiones de un día desde Villa Unión a la laguna Brava. Combinada con el Volcancito o con el cráter Corona del Inca, dura 4 días y por lo general tiene fechas fijas, ya que hace falta juntar viajeros para dos vehículos como mínimo. Las próximas fechas son el 4 de enero, el 1° de febrero, el 15 de febrero, el 1° de marzo y el 15 de marzo (personas con vehículo propio se pueden sumar a la excursión). El paquete de la excursión comprende una noche de alojamiento en la montaña y dos noches en Vinchina o Villa Unión (el primer día puede visitarse el Parque Nacional Talampaya). El precio es de $ 877 por persona. La excursión en el día a la laguna Brava cuesta $139 por persona desde Villa Unión, incluyendo picnic al mediodía. La excursión combinada a la laguna Brava y el Volcancito cuesta $ 239 por persona. Más información en www.coronadelinca.com.ar Tel.: 03822-450054 / 422142 / 451580 / cel. 03822-15663811

Dónde alojarse: En Vinchinas, la habitación doble con desayuno en el hotel Corona del Inca cuesta $50. Reservas: 03825-15-669487 15-669880.
En Villa Unión: Hotel Pircas Negras. www.hotelpircasnegras.com

Cuándo ir: Laguna Brava se puede visitar casi todo el año, mientras que a Corona del Inca normalmente se va desde comienzos de diciembre hasta fines de abril.

Más información: Casa de La Rioja en Buenos Aires. Callao 745. Tel.: 4813-3417 Sitio web: www.larioja.gov.ar/turismo En La Rioja capital: Calle Pelagio B. Luna 345 Tel.: 03822-453982.

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Los colores puros de la cordillera en el camino a la Laguna Brava.
Imagen: Pepe Orquera
 
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