La cumbre de la UE, en duda

Mientras las tres agencias de calificación más relevantes estremecen con sus rebajas de notas de deuda a alguno de los tres socios del euro rescatados, Grecia, Irlanda y Portugal, al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, se le hace cuesta arriba organizar una cumbre extraordinaria que sirva para apaciguar a los mercados ante el riesgo de contagio por el incendio de las finanzas helenas. La canciller alemana, Angela Merkel, advirtió "no hay nada decidido".

La canciller germana no quiere una nueva cita de jefes de Estado y de Gobierno de la UE hasta estar segura de que habrá propuestas concretas para evitar la expansión de la crisis de endeudamiento griega a otros socios y, de paso, poder cerrar todos los flancos del segundo rescate de Atenas, tras el aprobado el año pasado entre la UE y el FMI, por 110 mil millones de euros, que sin embargo no ha bastado para conjurar el peligro de "default".

Alemania y Holanda se opusieron desde el primer momento a la idea de Van Rompuy, apoyada entre otros por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien pidió "responsabilidad" a las grandes potencias de Europa ante la gravedad de la crisis.

Berlín mantiene además un pulso tenso con el Banco Central Europeo (BCE) en torno a la participación obligatroria del sector privado, bancos y aseguradoras, en el segundo rescate de Grecia, extremo que mantiene entre paréntesis ese segundo bote salvavidas para Atenas.

Tanto Alemania como Holanda quieren que la banca y los inversores privados se comprometan a comprar deuda helena a largo plazo como condición para aportar más dinero para Grecia.

Ante este cuadro de situación, Van Rompuy perdió parte del control tras el sonoro fracaso de los ministros de Economía y Finanzas de los 27 socios comunitarios, citados los pasados lunes y martes en Bruselas, para cerrar los puntos del segundo rescate a Grecia, por cerca de 100 mil millones de euros, que evite la suspensión de pagos del país mediterráneo.

En ese sentido, son numerosos los analistas europeos que esta semana ponían el acento en el poder germano. "Los europeos bajan la cabeza ante Angela Merkel", comenta un editorial del prestigioso semanario británico "The Economist".

Mientras tanto, el rotativo galo "Le Monde" insistía en el peso alemán y lamentaba que, en realidad, el "eje franco-alemán" no esté funcionando, pues el mayor peso recae en el lado de Berlín. "Una voz común del eje ayudaría a reducir la tensión" en la eurozona, agrega la publicación.

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