UNIVERSIDAD › INFORME DEL IIPE-UNESCO SOBRE GRADUACION Y EMPLEO

El título ya no es pasaporte pero sigue siendo salvavidas

El desempleo crece entre los universitarios y afecta, en especial, a las mujeres, los menores de 30 y los recién egresados. Pero ser graduado sigue dando prioridad para conseguir trabajo, aunque sean empleos de menor exigencia.

Aunque no llega a los niveles que sufre la mayoría de la población, el desempleo entre los egresados universitarios viene aumentando en el país. Entre los graduados, los más afectados son las mujeres, los menores de 30 años y los recién egresados. Así lo confirma un informe realizado por el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (Unesco). “En tiempos de crisis, el título universitario dejó de ser un pasaporte seguro al mundo laboral, pero cada vez se perfila como una herramienta indispensable para posicionarse mejor en la búsqueda de empleo”, indica el informe titulado “La inserción laboral de los graduados universitarios”, cuyo contenido se desglosa a continuación.
Cuando la desocupación en Capital y Gran Buenos Aires ascendía al 8,6 por ciento, en mayo de 1990, el índice entre quienes poseían título universitario era sólo del 1,6 por ciento. Una década después, con un desempleo que ya superaba los 16 puntos, la falta de trabajo entre los graduados era del 7,8 por ciento, de acuerdo con un estudio del Ministerio de Educación. Los datos –volcados en el estudio “Perfil ocupacional de los graduados de la educación superior”– revelan que el índice de desempleo entre los universitarios crecía hasta el 9,2 por ciento al extender a todo el país los resultados de la muestra inicial.
Además, el estudio determina que la inserción laboral es más difícil para las profesionales mujeres, los menores de 30 años y los graduados recientes. La tasa de desempleo era del 10,1 entre las mujeres y del 5,3 entre los hombres. Del 12,5 entre los profesionales con menos de cinco años de graduados y del 5,6 para quienes hacía más tiempo que se habían recibido. Para los menores de 30 años era del 12,2 por ciento, mientras que para los mayores de esa edad era menos de la mitad: 5,3.
Las posibilidades de encontrar trabajo varían con las ramas de estudios. Según la investigación oficial, les cuesta más hallar ocupación a los profesionales de las ciencias de la salud (medicina, odontología, carreras paramédicas), con un 10,5 por ciento de desempleo, seguidos por los graduados en ciencias humanas (filosofía, letras, ciencias de la educación, psicología, entre otras), con un 9,9. Con un 8,4 por ciento, siguen los profesionales de las ciencias aplicadas (agronomía, veterinarias, arquitectura, bioquímica, farmacia, ingeniería eléctrica) y, con un 8,2, los de las ciencias sociales (abogacía, administración, contador público, sociología, ciencia política). Las carreras con mayor índice de desocupación son las de profesorado de educación inicial (22,9 por ciento), comunicación social (20,4), profesorado de EGB (17,5), farmacia y bioquímica (17) y psicología (16,5).
El estudio también indica que el 86 por ciento de los graduados con trabajo se desempeña en su profesión. Esa proporción llega al 92 por ciento entre los graduados en ciencias de la salud, al 90 entre las ciencias aplicadas, al 86 entre las ciencias sociales y al 81 entre las ciencias humanas.
Fin del mundo
En comparación con los parámetros internacionales, el índice de desempleo de los graduados argentinos es alto. El estudio “Educación superior y empleo de los titulados superiores en Europa”, realizado por la Unión Europea, midió la situación laboral de 37 mil graduados universitarios de Alemania, Austria, España, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Japón, Noruega, Reino Unido, República Checa y Suecia, además de Japón. El resultado fue que la tasa promedio de desocupación es del 4,8 por ciento.
Si la diferencia es grande respecto de la tasa de desempleo local, mucho mayor es el contraste, entre los empleados, respecto de los ingresos salariales. Más aún en la Argentina posterior a la convertibilidad. Según el estudio del Ministerio de Educación, el ingreso promedio de los graduados argentinos es de 1158 pesos por mes (13.896 por año). Mientras, de acuerdo con el informe europeo, los graduados perciben ingresos de entre 20 y 30 mildólares al año. Las excepciones europeas son España (16.700 anuales) y la República Checa (14.400), casos que, hasta la devaluación, se aproximaban a la situación argentina. La investigación de la Unión Europea analiza también el tiempo transcurrido entre la graduación y el acceso al primer empleo. La lista la encabeza la República Checa, con 3 meses de promedio. La siguen Noruega (3,3 meses), Reino Unido (4,5), Suecia (4,6), Holanda (4,6), Finlandia (5,1), Alemania (5,6), Austria (6), Francia (6,8), Italia (8,9) y España (12). Si bien no hay una información similar sobre la Argentina, los datos oficiales registran que el 9 por ciento de los profesionales del país que hoy tienen trabajo estuvo desempleado en el último año.
Pese a todo
A pesar del sostenido aumento del desempleo, los graduados todavía conservan un mejor posicionamiento para entrar en el mercado laboral que el resto de la población. Ese es el resultado al que llegó un estudio realizado por Daniel Filmus, actual titular de la Secretaría de Educación porteña, y Ana Miranda, ambos investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Al analizar la tasa de desocupación entre 1991 y 1998, advirtieron que el desempleo aumentó diez veces más entre quienes tienen primaria incompleta que entre los universitarios. Las personas que no concluyeron la escuela primaria sufrieron un crecimiento de la desocupación del 363 por ciento (pasó del 4,1 en 1991 al 19 en el ‘98). Para los que dejaron inconclusa la educación media, el aumento fue del 187 por ciento, mientras que, para los graduados universitarios, el crecimiento del desempleo fue de 35 puntos (del 3,7 al 5 por ciento).
No obstante, un dato desalentador surge del estudio “El mercado de trabajo para los egresados universitarios recientes”, desarrollado por un investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Marcelo Gómez. Según esta investigación, se está produciendo un desacople entre la oferta laboral en el sector de altas calificaciones y la creciente graduación de profesionales en las universidades argentinas. En la primera mitad de los ‘90, las casas de estudios aumentaron su ritmo de formación de graduados a razón de un 1,2 por ciento anual. Así, hoy se gradúan unos 39 mil estudiantes en las universidades nacionales (públicas) y otros 11 mil en las privadas. A partir de los datos del Indec, la investigación informa que la cantidad de empleos en los niveles científicos y profesionales creció en el mismo lapso un 3,4 por ciento, a razón de un 0,68 por ciento por año, cifra inferior a la del egreso de universitarios. Por ejemplo: entre el ‘94 y el ‘98 se generaron 75.420 puestos de trabajo, mientras se formaron 123.288 profesionales en las universidades.
“Los graduados universitarios no están excluidos de los problemas laborales surgidos de la prolongada recesión económica –concluye el informe del IIPE-Unesco–. En este escenario de crisis, sin embargo, el título de un graduado universitario mantiene un reconocido nivel de acreditación y desplaza de las posibilidad de acceder a un empleo a quienes no cuentan con estudios universitarios completos. Este llamado ‘efecto fila’ ubica a los graduados en el primer puesto de los buscadores de empleo, aunque sea en puestos laborales de calidad inferior a la capacitación que adquirieron en sus años de estudios.”

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