UNIVERSIDAD › EL TRABAJO DE LA CáTEDRA LIBRE DE SOBERANíA ALIMENTARIA EN LA UBA

“Una alternativa al agronegocio”

Profesores y estudiantes de Agronomía colaboran con pueblos originarios para que accedan con autonomía a sus alimentos.

“La facultad tiene la obligación de apoyar y acompañar a los pueblos indígenas para contribuir a pagar la deuda que la sociedad tiene con ellos. Tenemos un fuerte apoyo institucional, pero no tenemos apoyo económico”, aseguró a Página/12 Carlos Carballo, coordinador de la Cátedra libre de Soberanía Alimentaria (Calisa), de la Facultad de Agronomía de la UBA. La cátedra tiene por objetivo trabajar en torno de la problemática de los pueblos originarios en relación con la alimentación y la concentración de las tierras. Uno de los propósitos es colaborar con esos pueblos para que, respetando sus culturas y tradiciones, puedan producir y acceder a sus alimentos por fuera de las lógicas del mercado, la rentabilidad de las empresas y el negocio de las semillas transgénicas.

Las cátedras libres constituyen un medio para promover áreas de la cultura y el saber que no encuentran espacios en las currículas de las carreras. En ese sentido, según el coordinador de la cátedra de Soberanía Alimentaria, el proyecto constituye “el punto de partida para luego insertar la problemática en la sociedad. Como cátedra libre nos asumimos como la iniciativa, los que juntamos la fuerza, pero pretendemos llegar tanto a la facultad como a todo el sistema de ciencia y técnica”, dijo Carballo, profesor de la cátedra de Extensión y Sociología Rurales.

La cátedra involucra el trabajo interdisciplinario de docentes, investigadores, extensionistas, egresados y alumnos de la Facultad de Agronomía (Fauba) y de otras unidades académicas, que buscan llevar a la práctica el principio de la soberanía alimentaria, es decir, el derecho de los pueblos a acceder a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, producidos de forma sustentable y ecológica. “Nos preocupa muchísimo el problema de la concentración de la tierra y el avance de la soja. Los productores familiares, trabajadores rurales y campesinos son los afectados por el impacto económico y social del modelo hegemónico”, aseguró Carballo.

El proyecto surgió el año pasado, tras la visita a la facultad del cacique Félix Díaz, líder de la comunidad qom de Formosa. Desde entonces, los qom reciben periódicamente a un grupo de profesionales y, en conjunto, trabajan con el fin de mejorar los cultivos y evitar la dependencia de los productos comerciales. Uno de los problemas tiene que ver con las semillas transgénicas. El apoyo técnico de los agrónomos para ofrecer alternativas a la implementación de esas semillas es fundamental: “En la facultad hay una cantidad de recursos, capacidades y potencialidades que dan la posibilidad de ir articulando propuestas para la construcción de un modelo alternativo al agronegocio –dijo el profesor Carballo–. Nos involucramos en procesos de transición agroecológica para la economía familiar y avanzamos con las propuestas de semillas en manos de los agricultores y en la verdadera autonomía alimentaria”.

Una de las iniciativas de la cátedra es impulsar la concientización ciudadana sobre la alimentación: “Para nosotros empieza a tomar cuerpo la idea del consumidor no como el cliente pensando desde el marketing, sino como un ciudadano responsable que tiene que participar de la determinación de lo que se produce, cómo y quién lo hace. Partimos de ver lo agrario y lo rural para tratar de comprender una visión de la totalidad de la cadena que incluye a los consumidores como ciudadanos responsables”, explicó Carballo.

En diálogo con Página/12, el cacique Díaz destacó el trabajo que llevan a cabo los agrónomos de la Fauba e insistió en la posibilidad de contar con ayuda de otras áreas del sector público: “Estamos entusiasmados con que el Estado nos permita acceder a recursos, semillas, combustibles, máquinas para las chacras. También es fundamental el apoyo de los técnicos para el manejo de los cultivos”, dijo. Pero también advirtió sobre los riesgos que corre su comunidad por la explotación de las tierras y la relación que se perdió con la naturaleza: “Hay un desequilibrio en la alimentación. Ya no tenemos los recursos naturales que antes teníamos. Antes podíamos subsistir a través de la caza y la recolección de miel. Ya no tenemos espacio de desarrollar nuestra cultura”.

Informe: Federico Funes.

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