UNIVERSIDAD › ENTREVISTA A SUGATA MITRA, ESPECIALISTA EN TECNOLOGíAS DE LA EDUCACIóN

“Hoy llevamos la biblioteca a todos lados”

Mitra cuestiona los modos de enseñanza –basados en la memoria– y de evaluación –basados en el método– dominantes en el sistema educativo. Promueve la incorporación de las tecnologías informáticas al aula.

“Las personas que dirigen hoy el sistema educativo siguen pensado que cualquier cosa que tiene dos cables es tecnología, pero los niños no ven así el concepto y eso es un problema”, describió Sugata Mitra, uno de los principales investigadores sobre las tecnologías de la educación a nivel mundial. Mitra nació en la India hace 64 años, se graduó en el Instituto de Tecnología de Nueva Delhi y se doctoró en Física. Fue en Delhi donde realizó su experimento “El agujero en la pared”, que le dio fama internacional, cuando demostró que los niños, más allá de su conocimiento previo, podían utilizar correctamente una computadora sin que nadie les dijera cómo: les alcanzaba con observar para aprender. Mitra es crítico de los procesos educativos que excluyen las tecnologías del aula, pero también de los docentes que la utilizan sin su adecuado conocimiento. Actualmente dicta clases sobre tecnologías educativas en la Universidad de Newcastle, ciudad donde vive en Inglaterra.

“Lo que entendemos ahora por acceso a la tecnología es quién tiene acceso a internet y quién no. Después, la frecuencia con la que la usan. Existen tres categorías: las personas que no usan internet, las que la usan y no hacen mucho, y las que la utilizan las 24 horas del día. La gente que no tiene internet está decreciendo. De siete billones son dos billones los que no tienen acceso”, dice, en una entrevista con Página/12.

–¿Cómo se saldan las diferencias económicas en el acceso y el uso de las tecnologías?

–Si efectivamente hay acceso, no hay diferencia. El problema es socioeconómico. Es probable que las empresas de telecomunicaciones provean mucho menor ancho de banda donde hay menos gente, porque les interesa menos. Los gobiernos deben proveer donde las empresas no van a llegar.

–¿Hay resistencia a la tecnología en las escuelas?

–Sí, de tres tipos. Los que dicen no necesitar tecnología para enseñar, esos a veces tienen un problema de ego: el que no la necesita es porque es muy bueno, el problema es que hay muy pocos. Los que dicen saber todo acerca de la tecnología y no quieren recibir ayuda, pero sólo usan el PowerPoint pensando que eso es tecnología: son los más peligrosos, porque piensan que están actualizados, pero no. Y el tercer tipo, con el que más empatizo, son los docentes que saben que el sistema educativo tiene 200 años funcionando y, como no tienen tiempo para incorporar tecnologías a sus clases, no lo hacen: a este sujeto debe apoyar el gobierno, sacándole carga horaria para que pueda incorporar tecnología en la enseñanza.

–¿Por qué dice que la educación es invasiva?

–El viejo modelo militar-industrial asume que uno llega vacío a la escuela. Entonces el sistema te desarrolla la mente y la inteligencia, como si la mente fuera una máquina industrial, pero sabemos que no lo es. Por eso es invasiva, se apropia de la mente.

–¿Qué le critica al actual modelo de enseñanza?

–Se da por sentado que memorizar es igual a saber, pero no tiene por qué ser así. La otra premisa que no se cuestiona es que se necesita saber una cantidad de datos por si los necesitás algún día. Eso tiene su base en la idea de que no podés llevar con vos la biblioteca a todos lados, pero es un error, un concepto antiguo, porque hoy sí tenemos la capacidad de llevar la biblioteca a todos lados. Es casi una creencia que, si buscás todo el tiempo datos en tu biblioteca digital, tu cabeza esta vacía. Es una concepción peligrosa, porque cuando uno busca algo está aprendiendo. Sucede que muchas cosas se buscan sólo una vez. El sistema educativo hoy intenta amontonar todo en los primeros 17 años, pero la verdad es que la educación se expande a lo largo de toda la vida.

–¿Cuál cree que sería el mejor método para comprobar el conocimiento?

–Estamos trabajando en eso, tengo parte de la respuesta. Hay que concentrarse en el trabajo productivo por encima del método. Un ejemplo: si le pedís a alguien que te haga el desayuno, pero la evaluación es que describa cómo lo prepara, una persona que no sabe probablemente fracasaría. Pero si el examen es que traiga un desayuno que preparó, y lo hizo rico, no me interesa cómo lo hizo. A eso me refiero con el producto final y no con el proceso.

–¿Por qué se tomó siempre el proceso como lo más importante?

–Son hipótesis sobre las que seguimos elaborando. Si vas en un barco a un lugar que no conoces, y necesitás averiguar latitud y longitud, debes saber el método exacto, tenés que saber hacer ese cálculo. Ese mundo es relativamente nuevo, existe hace 150 años y exige saber el método, no había un rango de métodos. Esa sociedad creó un método de evaluación donde lo importante era el proceso, así funcionó muchos años el mundo.

–¿El método que usted pregona es superador del anterior modo de enseñanza?

–A veces estoy confundido con ese tema. Es una cuestión de flexibilidad de qué método se usa bajo qué circunstancia.

–Antes de realizar el experimento que relata en el libro El agujero en la pared usted vivió una situación similar con su hijo. ¿Dónde está la racionalidad de que quien utilizó mejor el objeto nuevo fue quien tenía menos conocimiento previo?

–El propósito de esa anécdota es para decir dos cosas: que los niños aprenden mirando, cosas complejas inclusive. Mi hijo sólo veía cómo yo utilizaba la computadora, pero un día yo no sabía qué hacer y él me orientó. La enseñanza en la actualidad no toma eso en cuenta.

El descubrimiento de Sugata Mitra fue probado en muchos países, con chicos de diferentes sectores sociales, algunos que asistían a la escuela y otros que no. Todos arrojaron resultados muy similares, que los niños aprendían rápidamente observando e interactuando entre ellos.

–¿Esto es extrapolable a la educación superior?

–Tal vez con adultos se obtengan mejores resultados, pero hasta el momento no se hizo nada. Cuando evalúan hoy a un ingeniero civil le preguntan cómo hacer un puente sobre tal río. El nuevo sistema de evaluación le diría cómo haría para averiguar qué tipo de puente hay que construir sobre este río. Ya no es cómo lo harías, sino cómo averiguas cómo hacerlo.

–¿Por qué?

–Un ingeniero que se graduó en la UBA hace varios años hoy tiene un conocimiento obsoleto, a menos que se haya actualizado. Su certificado ya no significa nada. Hace 150 años, 15 años no significaban nada, pero hoy es distinto. Yo me doctoré en Física hace 38 años, pero el 50 por ciento de lo que aprendí hoy sé que está mal. Si alguien usa ese título para hacer algo, quizá haga algo peligroso.

Antes de ponerse su boina e irse a comer un bife de chorizo a un restaurant de la zona, para después retornar a la sede del sindicato docente Fedun, donde brindó una charla para el nuevo Instituto de Investigación en Tecnologías y Aprendizaje creado por Aduba, Sugata Mitra contó que en Newcastle, hace algunos días, se cruzó con un chico al que le preguntó si le gustaba usar la tecnología. “¿Qué es la tecnología?”, le preguntó el chico. Mitra se quedó perplejo. “Hay un desfasaje muy grande –finalizó– entre quienes dirigen el sistema educativo y quienes asisten a las aulas.”

Entrevista: Gastón Godoy.

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“Se da por sentado que memorizar es igual a saber, pero no tiene por qué ser así”, dice el investigador indio.
Imagen: Sandra CArtasso
 
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