UNIVERSIDAD › OPINION

¿Por qué invertir en ciencia y tecnología?

 Por Andrés J. Kreiner *

Imagen: Guadalupe Lombardo.

Desde hace mucho tiempo las sociedades más desarrolladas han comprendido que estamos viviendo en una sociedad del conocimiento y por eso invierten en Ciencia y Tecnología (CyT). El creciente bienestar y desarrollo humano de las sociedades depende del conocimiento y los avances en esta materia dependen de la inversión en CyT. Entendemos a la CyT como permeando todas las ramas del saber: desde las ciencias exactas y naturales a las sociales. La cura de enfermedades, la producción de energía sin la cual no podemos vivir, el cuidado del medio ambiente, la comprensión de nuestras sociedades, todo eso y mucho más dependen de la CyT.

La inversión en CyT es una condición necesaria, sine qua non. Pretender desarrollarse sin inversión es una fantasía y un autoengaño. Trataremos de documentar esto con datos empíricos (datos de 2013).

La figura muestra un gráfico sumamente interesante y relevante. En el eje horizontal está la inversión en CyT que realizan los diferentes países, medida en términos del porcentaje (%) del Producto Bruto Interno (PBI, que puede ser considerado representativo de la riqueza que genera un país). En el eje vertical se ve el PBI per cápita. Este número se relaciona con lo que le tocaría de la “torta” a cada uno si ésta estuviese repartida uniformemente. En este gráfico se ven una serie de puntos. Cada uno de ellos representa la situación de un país particular. Como se puede ver, estos puntos se ordenan aproximadamente alrededor de una línea recta. De hecho, la recta dibujada es la que mejor ajusta esos puntos, la que pasa por el “medio” de todos y hace mínima la distancia de todos ellos a dicha recta (técnicamente es la recta que representa la regresión lineal mínimo-cuadrática). La bondad del ajuste está representado por el coeficiente de correlación, que como se ve en el gráfico es cercano a 0,9. Es decir que las dos variables, porcentaje del PBI invertido en CyT y PBI per cápita están fuertemente correlacionadas. Si los puntos se ordenasen perfectamente sobre una recta, el coeficiente de correlación sería 1.

En el gráfico vemos que la recta pasa cerca del cero, confirmando que los países que no invierten en CyT son al mismo tiempo los más pobres (no están mostrados explícitamente, pues están apilados cerca del cero, es decir en la esquina inferior izquierda del gráfico). Existen anomalías que no están graficadas de países que sin invertir son ricos. Se trata de pequeños países que viven de las finanzas (“paraísos fiscales”) o de regalías petroleras por ejemplo (como Qatar). Después aparece un grupo de países entre los cuales está la Argentina, y varios otros latinoamericanos y de otras zonas del mundo. De Latinoamérica, el país que más invierte en CyT es Brasil (aproximadamente el 1,1 por ciento de su PBI), como parte de su estrategia para desarrollarse. China también parece estar en la misma tesitura. Luego viene nuestro país, que en el período 2002-2012 casi duplicó su inversión en CyT (pasó de 0,35 a 0,65) y también lo hizo su PBI (de 230 mil a 500 mil millones de dólares, U$S). Chile y Argentina son los países de la región que mayor PBI per cápita tienen (14.900 y 12.300 dólares, respectivamente), pero aún están lejos de los así llamados países del primer mundo. Después vienen países “intermedios” como Italia y España, que alcanzan valores de 34.500 y 29.400 dólares para el PBI per cápita e invierten aproximadamente 1,4 por ciento de su PBI en CyT. Finalmente, “arriba de todo” están los países como Canadá, Australia, Francia, Alemania, EE.UU. y otros que invierten entre 2 y 3 por ciento de su PBI y tienen PBI per cápita de entre 43 mil y 54 mil dólares. La inclinación (pendiente) de la recta tiene un valor de aproximadamente 17 mil dólares per cápita por cada 1 por ciento de aumento de la inversión en CyT. Esto está mostrado con las dos flechas rojas, una horizontal que parte del punto representativo de nuestro país, y otra vertical a partir de la punta de la anterior y que nos llevaría a un lugar similar a Italia-España. Esta trayectoria está también para sugerir la estrategia que debería seguir nuestro país para desarrollarse: aumentar sustancialmente la inversión en CyT para eventualmente llegar a aproximarnos a la recta pero en una posición sustancialmente mejor. La cantidad de dinero que representa un 1 por ciento del PBI es de unos 5 mil millones de dólares (la mitad de lo pagado a los fondos buitres). El “rendimiento” que tendría esta inversión si la estrategia fuese exitosa sería de 17 mil dólares por 40 millones de habitantes, o sea de unos 680 mil millones de dólares, lo que más que duplicaría nuestro PBI. El factor entre lo “ganado” y lo invertido sería de ¡136 veces! Estamos en presencia de un gran amplificador. Por supuesto que esto no ocurriría inmediatamente. Sería un camino que además debería ser acompañado por otras medidas inteligentes impulsadas por un Estado activo y dedicado, como lo ha sido en los países que están “arriba”. Se debería invertir en sectores en los cuales la Argentina tiene tradiciones exitosas sin descartar nuevas opciones, fomentar y cuidar a las Pymes como generadoras de trabajo calificado y bien remunerado, fomentar el mercado interno como dinamizador de la economía al ser consumidor de la producción local, sustituir importaciones, impulsar e incentivar la innovación tanto en nuestras instituciones de CyT y universidades como en las empresas, utilizar el gran poder de compra del Estado para apoyar a la industria nacional, utilizar plenamente la capacidad de nuestros profesionales y técnicos bien formados en nuestras universidades e institutos, ocupar nichos a nivel internacional, etc.

Va de suyo que esta inversión en CyT tendría otros efectos altamente positivos: nuestros jóvenes (y también los no tan jóvenes) tendrían oportunidades y podrían realizarse plenamente desplegando sus potencialidades, sus talentos y sus mejores cualidades humanas aquí y se podrían sentir parte de la noble y solidaria gran tarea de contribuir al desarrollo de su país. No tendríamos que vivir de nuevo una fuga de cerebros, exportando materia gris a los países desarrollados que están ávidos de ellos.

Lejos de “rebalsar” el sistema científico y tecnológico argentino es aún demasiado chico. No queremos que nos roben la esperanza que acariciamos estos últimos años. Vamos a defenderla con nuestras mejores armas, mostrándoles a nuestros conciudadanos que invertir en CyT es una de las mejores estrategias a seguir.

* CNEA-Conicet-Unsam.

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