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La situación de los científicos

Por Jorge Geffner *

Mejoró la situación de los científicos en Argentina desde la asunción de Néstor Kirchner? El año pasado se sucedieron reuniones en las cuales participó un grupo de científicos junto con las máximas autoridades nacionales, incluido el Presidente. Pese a la carencia de anuncios concretos, las reuniones lograron una amplia difusión periodística. Parecía haber llegado el momento en que el eterno discurso centrado en la relevancia del desarrollo científico técnico nacional, que hemos escuchado en forma reiterada por años y años, se aunara por fin a la concreción de medidas tendientes a tal objetivo. Sin embargo, pese a la esperanza inicial, nada relevante ocurrió.
En el inicio de la gestión al frente de la Secretaría de Ciencia y Tecnología del ingeniero Tulio del Bono, otro grupo de científicos, pertenecientes a una decena de centros de investigación del Conicet, tuvimos una primera reunión con el secretario. La reunión giró, como no podía ser de otra manera, en torno del tema salarial. Aquellos jóvenes profesionales sobresalientes que logran acceder a una beca del Conicet, perciben un salario de 700 pesos. Luego de 4 años de ardua tarea, período en el cual deben concretar el resultado de sus experiencias en publicaciones internacionales y en una tesis doctoral, suelen ir al exterior por unos años a fin de perfeccionar su formación. Otros prefieren transitar esta etapa posdoctoral en Argentina. Unos y otros, si deciden quedarse en el país, intentarán acceder a la carrera del Investigador Científico del Conicet, la de mayor prestigio nacional. Ya han transcurrido 6 años de duro trabajo. Si lograsen acceder a la misma, lo que involucra una evaluación particularmente exigente en términos de productividad, pasarían a cobrar un salario de aproximadamente 750 pesos. Sí, 750 pesos. Este ex becario joven de 30 años comienza a planear su futuro. Quizás en 4 o 5 años, mediando una alta producción científica, pueda acceder a la segunda categoría de la carrera del Investigador, con lo cual pasaría a ganar, aproximadamente, 800 pesos. Sí, 800 pesos. En esta progresión, minada por la falta de recursos destinados a apoyar el desarrollo de proyectos de investigación, en 10 años más, aún con una producción científica excelente, el ya “no tan joven investigador” podría aproximarse a un salario de mil pesos, obviamente con dedicación exclusiva.
La primera reunión con el secretario se transformó en una segunda donde no pudimos avanzar un solo paso, y en terceras y cuartas reuniones frustradas que no fueron concedidas. Es imposible pensar que, con los actuales salarios, la ciencia en la Argentina pueda crecer. No mencionemos siquiera que nuestros salarios son tres veces inferiores a los de Chile y Brasil, ni que el apoyo financiero a los proyectos científicos es aquí dramáticamente menor al de nuestros países hermanos. Quizá tampoco haya que mencionar que, defraudando las expectativas iniciales, las actuales autoridades no han implementado ningún mecanismo apropiado de consulta con los propios científicos, a fin de escuchar sus opiniones. Quizás sólo haya que mencionar que, con estos salarios, continuamos y extendemos la expulsión de nuestros mejores jóvenes investigadores. Se van del país o se dedican a otras tareas mejor remuneradas, en el marco de una incipiente reactivación económica. Es hora de cambiar, o continuaremos destruyendo lo que muchos intentamos construir en forma cotidiana.

* Investigador independiente del Conicet; profesor de la Facultad de Medicina (UBA); vicepresidente de la Sociedad Argentina de Inmunología.

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