UNIVERSIDAD › OPINION

Debate en Filosofía y Letras

Por José Gabriel Vazeilles*

La cátedra paralela de Historia Social General, en Filosofía y Letras de la UBA, que organizamos con la profesora Gresores y un grupo de docentes, provocó un feroz ataque –a varios destinatarios– del profesor Romero, titular de la cátedra anterior, que nos toca en insultos de mediocres y otros marbetes (mientras hace un incontrolado autoelogio): modelo publicitario inapropiado en la educación pública.
Pensamos que las diferencias son ideológicas, aunque Romero negó que las hubiera y, para evitar todo parecido con la publicidad, las referiremos a otras materias. En su Manual de historia argentina, él dice que a principios del siglo XX la Argentina “fue abierta y flexible, con oportunidades para todos”, mientras yo he preferido recordar el reparto latifundista de la tierra pública, cerrada a los inmigrantes campesinos. Instalados en ciudades, recibieron una feroz represión. Desde 1902, la Ley de Residencia facultó al Poder Ejecutivo a desterrar a obreros extranjeros en 3 días, “oportunidad” de viajar gratis a sus países de origen y “flexibilidad” de irse luego de venirse. En 1905, el gobierno fue “flexible”: los radicales rebeldes por reclamar comicios sin fraude tuvieron “oportunidad” de recibir la cruenta represión que el coronel Falcón aplicaba a obreros anarquistas.
Luego, Romero atribuye a autores “ensayos profundos, balances descarnados y propuestas”, entre ellos a José María Ramos Mejía. Yo he señalado que Ramos Mejía hizo la apología de las matanzas del Tribunal del Santo Oficio, particularmente por la limpieza de los judíos, pueblo “delirante”, con un cerebro “esponjoso” para recibir locura y otras lacras. Felizmente, agrega, pues qué hubiera sido la proliferación de la locura después, impulsada por la Revolución Francesa. Poco después, Revolución Rusa, genocidio nazi: ¡vaya profeta de Hitler y Himmler que resultó ser este titular del Consejo Nacional de Educación! Aquí, poco después, Semana Trágica, feroz progromo en los barrios judíos porteños, a cargo de la Liga Patriótica, matones civiles que escucharían en los clubes distinguidos los “ensayos profundos y propuestas”. Para nosotros, esta ideología oligárquica tiene continuidad y llega hasta el terrorismo de Estado de Videla, Massera et alia. Romero fue columnista de Convicción, el diario de Massera y asesor del brigadier Cacciatore.
Estudiantes ya con conciencia del pasado argentino (¡se trata de historia!) y otros cuyas familias hayan sufrido el terrorismo de Estado ¿no tienen derecho a exigir otra orientación historiográfica que la de ese perfil? ¿Acaso por ello se ha pedido excluir a Romero o rebajarle el sueldo? En estos días, grupos de alumnos me propusieron seminarios adicionales, sin que les sirvan para el título, ¿es esto facilismo? Otros ofrecieron hacer campaña frente al hecho de que mi proyecto Ubacyt no fue aprobado, ¿decadencia moral o recuperación de la solidaridad?
* Profesor consulto designado por la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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