UNIVERSIDAD

DEBATE SOBRE LA EVALUACION DE LAS INGENIERIAS

Por Mario Armando Mena *.
Falta de consenso

El sistema de acreditación permitirá a la Argentina validar sus titulaciones y sus unidades académicas, que han formado profesionales durante mas de un siglo contribuyendo así al desarrollo de nuestro país y proyectando su accionar en el ámbito latinoamericano, donde fuimos formadores y transmisores de cultura. Hoy asistimos a la primera convocatoria de tipo voluntario para la acreditación de carreras de Ingeniería que se dictan en nuestras universidades. Esta convocatoria es una continuación del proceso de acreditación de carreras de grado iniciado con el llamado a acreditación de Medicina. En función de ello, la Universidad de Morón ya acreditó su carrera de grado de Medicina y se ha presentado voluntariamente al llamado para acreditar sus carreras de Ingeniería.
Los objetivos generales de la acreditación son: dar continuidad a movimientos académicos de mejoramiento y aseguramiento de la calidad a escala nacional, contribuir a reafirmar la confianza de la sociedad en su sistema de educación superior a partir de las carreras cuyos títulos son considerados de interés nacional y favorecer procesos de actualización e integración regional de nuestros profesionales universitarios por la vía de la comparabilidad internacional de los títulos.
La acreditación es un proceso de mejora continua y por lo tanto también es un proceso de aprendizaje, por lo cual debemos analizar algunos aspectos. Uno de los temas más debatidos fue la introducción dentro de los estándares de acreditación, sin un consenso amplio de los actores de la misma, de una prueba de evaluación a los alumnos que tengan aprobado el 80 por ciento de las materias que, a decir de la Coneau, tiene como objetivo probar algunos estándares de la acreditación. Esta prueba no será vinculante para el alumno ni para la institución educativa. Este sistema se usa en países como Estados Unidos, México y nuestro socio del Mercosur, Brasil, entre otros. Países como Canadá, Australia e Inglaterra sólo tienen un proceso de autoevaluación y no un examen de evaluación del producto. Otro de los temas a señalar deriva de los estrictas exigencias del cronograma a seguir para llevar a cabo un proceso tan complejo como la acreditación, donde se tienen que movilizar todos los recursos humanos, físicos y económicos para cumplir los objetivos de la autoevaluación. El último tema está relacionado con la información de los estados financieros de las universidades privadas, que no apreciamos como necesario para la acreditación de una carrera. El debate de todos estos temas contribuirá sin dudas a jerarquizar este importante proceso.

* Rector de la Universidad de Morón y ex presidente del Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP).


Por Ernesto Villanueva *.
Mejorar la calidad

Nuestro país está desarrollando un sistema de acreditación que posibilita ir atenuando visiones prejuiciosas acerca de la calidad de nuestros programas para fortalecer paulatinamente esquemas consensuados, disciplina por disciplina, que indiquen qué es lo que se requiere de los docentes, planes de estudio, criterios de selección, dedicaciones, investigación y otros elementos centrales para la calidad. Inicialmente se acreditaron los posgrados, más de 1300, que se dictan en el país. Luego, el Consejo de Universidades, conformado por el CRUP y el CIN, decidió que era el turno de las carreras de Medicina. Ahora, el mismo Consejo aprobó los estándares a los que deben ajustarse las 245 carreras de Ingeniería. El órgano de aplicación de esas acreditaciones es la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), que fija un procedimiento y una metodología para saber si esos estándares se cumplen.
A la inversa de lo que ocurre en otros países, incluso cercanos, donde el método se centra más en una suerte de auditoría, la Coneau ha ido delineando una metodología que hace mucho hincapié en la participación de la propia comunidad universitaria en el entendimiento de que la acreditación debe ayudar a mejorar la calidad. Para la acreditación se contempla una primera fase de autoevaluación donde la institución dice qué piensa de lo que hace y luego una instancia externa, a cargo de pares de reconocido prestigio. Al final, se emite un dictamen de acreditación por 6 o 3 años (según el caso), que incluye compromisos de mejora y recomendaciones de la Coneau, o de no acreditación, si corresponde.
¿En qué consiste la autoevaluación? En un análisis introspectivo de la propia comunidad sobre su carrera a partir de elementos y datos cualitativos y cuantitativos. Se requiere que ese análisis sea muy acotado en el tiempo para permitir que todos los protagonistas hablen sobre la “misma” carrera. ¿Qué datos y elementos? Información agregada sobre docentes, alumnos, planes, laboratorios, recursos, investigaciones, exámenes, deserción, etc. Ahora se agrega un análisis de los conocimientos que los alumnos del último año han adquirido en sus estudios. Este también será insumo para el proceso de autoevaluación y, en la medida que sea el mismo para cada uno de los tipos de carreras, se posibilitará que los análisis se efectúen sobre niveles deseados de conocimiento similares. Las instituciones educativas se mejoran desde adentro. De ahí que el proceso de acreditación debe buscar el compromiso activo de los integrantes de las universidades, no sólo de sus autoridades. Los debates, incluso si intensos, sobre las características de este proceso, hablan de una maduración de la responsabilidad social de las instituciones de educación superior que puede constituirse en ejemplo para el futuro de nuestro país.

* Presidente de la Coneau.

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