VERANO12 › ANTONIO PORCHIA

Voces

Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

Tú crees que me matas. Yo creo que te suicidas.

Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.

Eramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo.

Uno de los dos faltaba.

Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.

A veces hallo tan grande a la miseria que temo necesitar de ella.

Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.

Casi siempre es el miedo de ser nosotros

lo que nos lleva delante del espejo.

Las cadenas que más nos encadenan

son las cadenas que hemos roto.

Comencé mi comedia siendo yo su único actor

y la termino siendo yo su único espectador.


Entrevista a Antonio Porchia

Reportaje publicado por la revista Confirmado el 14 de marzo de 1968, casi exactamente 6 meses antes de la muerte de Antonio Porchia. El mismo reportaje fue reproducido por la revista El Lagrimal Trifulca en el mes de diciembre de 1975 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe en Argentina.

“No confío ninguna certidumbre”

Confirmado: ¿Usted fue anarquista?

Antonio Porchia: Fui muchas cosas. Tantas, que no estoy en ninguna cosa.

–¿Pero qué hubiera querido ser?

–Ahora no sabría elegir.

–¿Y antes?

–Antes elegía lo más importante.

–¿Qué le parecía lo más importante?

–Lo que ahora me parece menos importante. Comenzaba sabiendo mucho y terminaba no sabiendo nada.

–¿Escribe todos los días?

–Hace mucho que no escribo.

–¿Por qué?

–No sé qué podría escribir.

–Describa un día de su vida. Por ejemplo, ¿a qué hora se levanta?

–Me levanto... no sé... nunca tuve ningún orden. A veces me levanto... yo viví el minuto, y el minuto pasa. Pasan cosas. Cuando recuerdo me cuesta saber si son cosas que me pasaron a mí o a otros o si son cosas que pasaron.

–Después de levantarse, ¿qué hace?

–Podría decir que no hago nada, si supiera qué es eso de no hacer nada.

–¿Cree en algo?

–Actualmente me cuesta creer. No pude comprobar nada. Siempre me encontré con que las cosas eran otras cosas.

–¿Está desilusionado de algo?

–No es una desilusión, ni una derrota, pero me cuesta admitir y no admitir. Prefiero callarme, particularmente con las personas que me merecen respeto. No confío en ninguna certidumbre. Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies.

–¿Ninguna certidumbre?

–Admito que esto que tomamos es vino, pero si pienso mucho ya me quedé sin pensar. Pienso como no pensando. Si pienso, el pensamiento me lleva lejos de esto.

–¿Alguna vez le interesó la política?

–La política nunca fue una pasión para mí. Pero veía sufrir. Unos sufrían y otros no sufrían. Uno es todo, la vida es uno. Cada instante deja de ser uno para ser otro, para no ser lo que fue, lo que es.

–¿Qué es lo que más le importa en la vida?

–Lo que más me importa... digamos mejor lo que más me ha hecho pensar. Lo que más me ha hecho pensar en la vida es lo poco que es la vida.

–¿En qué sentido?

–En todo sentido, y no porque crea que es poco. La vida no existe, no está porque si estuviera, estaría siempre y como es. La vida parece ser. Ese minuto pasa y una vez que pasó no fue, porque no es. Es una cosa total. Uno está hecho de todo y de todos y es todo pero no es uno. Uno no se encuentra nunca como yo, como uno. Se encuentra como cosas, como personas, como tiempo.

–¿Por qué no se casó nunca?

–Para no comprometerme, para no comprometer.

–¿Tiene sueños?

–Pocos; los sueños no tienen valor especial para mí. Duermo para descansar, para poder vivir. Cuando sueño algo, después de un tiempo no sé si fue un sueño o si lo pensé, simplemente.

–¿Está siempre solo?

–Recibo amigos, principalmente jóvenes, poetas. No me siento diferente a ellos. Me acompaño.

–¿Hay algo en lo que aún cree?

–Creo en el hombre. Creo en el hombre lo que creo en mí, ni más ni menos. Eso casi nunca es nada.

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