VERANO12 › EL CUENTO POR SU AUTOR

Noticias de ayer

 Por Eduardo Berti

Esbocé la primera versión del “Diario de una lectora de diarios” hace más de una década, mientras escribía mi novela La mujer de Wakefield. Hace años lo retomé, lo retoqué y lo incluí en mi último libro de cuentos: Lo inolvidable. Siempre me gustaron los cuentos y las novelas que se valen de formas extraliterarias en teoría, como el intercambio de cartas entre personajes o los diarios íntimos. Me maravilla, por ejemplo, el uso que hace de estos últimos Junichiro Tanizaki en su novela La confesión impúdica, donde marido y mujer espían los diarios del otro.

Recuerdo que escribí este cuento bajo el influjo del famoso “Diario de un loco”, de Gogol, entre otras cosas: “Hoy ha tenido lugar un acontecimiento extraordinario. Me levanté bastante tarde y cuando Marva me trajo las botas relucientes, le pregunté la hora. Al enterarme de que eran las diez pasadas, me apresuré a vestirme.” Creo recordar que copié, incluso, una o dos frases del relato de Gogol y las intercalé como homenaje dentro del mío, en un contexto muy diferente. Tal vez algún buen lector-detective las descubra, si es que semejante pesquisa tiene el más mínimo interés.

Tiempo atrás, un amigo me contó que había leído el diario del día en perfecto orden (o que tenía el proyecto de hacerlo, no estoy ahora del todo seguro), como si se tratara no de un diario, sino de un complejo ensayo filosófico que fuese necesario leer sin saltearse ni una línea. De ahí surgió la extraña manía de la narradora de este cuento.

Calculo que el universo de los diarios no sólo me condujo –por una obvia asociación– al formato de diario (íntimo), sino que también me hizo recordar mis tiempos de redactor periodístico. Por entonces nació mi doble hábito de inventar falsas noticias (muchas de ellos fueron a parar a mi libro La vida imposible) y de compilar noticias que salieron en los diarios –tal vez falsas, tal vez verdaderas– y que son bigger than fiction.

Un asaltante mexicano vestido de charro obligaba a sus víctimas a oírlo cantar después de que éstas le entregaran sus pertenencias. Un japonés se llevó la sorpresa de descubrir que una mujer vivía en un armario de su casa desde hacía meses. Un israelí que corría desnudo por las calles de Tel Aviv explicó a los policías que lo detuvieron que lo hacía porque él era un “hombre invisible” y, por lo tanto, no cometía ninguna ofensa.

Estos tres casos no son ficción o, por lo menos, fueron publicados como noticia real en los diarios de estos últimos cinco años.

Hay escritores magistrales por cómo usan, por cómo subvierten la forma periodística. Pienso en Juan José Arreola. Pienso en las “noticias/cuentos en tres líneas” de Félix Fénéon que originalmente se llaman “Nouvelles en trois lignes” porque –oh, casualidad– noticia y cuento son la misma palabra en francés.

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