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El cuento por su autor

“Ratas al mar” lleva ya algunos años escrito, pero decidí no incluirlo entre los cuentos del libro Antes de perder por la relación afectiva que mantengo con uno de sus protagonistas.

Los hechos que se relatan en la superficie de “Ratas al mar” los escuché por primera vez hace diez años, durante una cena familiar, contados por dos su-boficiales retirados. Ambos habían sido, durante el gobierno de Onganía, jóvenes tripulantes de un crucero de la Armada Argentina, del cual decidí ocultar su nombre para no impregnar el cuento con el trágico final del barco. Ellos fueron partícipes de la absurda competencia ordenada por un superior del crucero.

Los mismos detalles de aquella cacería de ratas fueron repetidos durante los festejos del casamiento de un primo político. Esa segunda vez, cuando regresé a casa, decidí tomar apuntes para escribir el cuento, pero no encontré la historia que subyacía al relato.

La tercera vez que lo escuché fue en el cumpleaños de uno de mis hijos. Esa tarde advertí que lo que se ocultaba estaba cifrado en la repetición constante de lo que no se decía en el relato, lo que no podían contar en primera persona, pero que, sin embargo, la historia trágica de la Argentina arroja constantemente a la orilla. “Ahí está el cuento”, dije victorioso y así lo escribí, apenas haciendo algunas modificaciones, pero conservando la mayoría de los detalles e incluso los verdaderos sobrenombres de los protagonistas.

Si bien los sucesos que se narran por debajo de la línea de flotación realmente podrían haber sucedido (de hecho sucedieron cientos en la Argentina), debo confesar que asociar ambas historias es sólo parte de mi imaginación.

Mucho influyeron en el registro y el tono de este cuento las confesiones de Reynaldo Bignone y Albano Harguindeguy a la televisión francesa, e incluso la idea de unir ambas historias se refuerza cuando el último presidente de facto señala, durante la entrevista, que los integrantes del “Ejército Argentino, todos (sin excepción) los hombres que en aquel tiempo estaban en actividad, todos actuaron en la guerra contra la subversión”.

Insisto para que no queden dudas: la segunda historia (la que va por debajo) puede considerarse una hipótesis o una historia verosímil sin ninguna documentación.

Me atrevo a publicar “Ratas al mar” en este espacio porque ninguno de sus protagonistas lee Página/12.

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    Por Carlos Daniel Aletto

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