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Dos películas que son merecedoras del rótulo “Grandes Joyas del Animé”

Las ediciones simultáneas de Recuerdos peligrosos y Héroes al rescate permiten acceder a lo mejor del cine animado japonés.

 Por Horacio Bernades

No hubiera sido exagerado si la edición de Recuerdos peligrosos y Héroes al rescate, que LK-Tel lanza en forma separada por estos días, hubiera llevado el título general de Grandes Joyas del Animé. Recuerdos peligrosos no es otra que Memories, antología de tres historias basadas en mangas publicados por el reputado Katsuhiro Otomo, autor de la famosa Akira. Héroes al rescate –que acaba de estrenarse en las principales capitales del mundo con el título de Tokyo Godfathers– es el nuevo trabajo de Satoshi Kon, cuya anterior Perfect Blue constituye otro de los hitos del rubro. Tanto en términos temáticos como de estilo, registro y realización plástica y técnica, Recuerdos peligrosos (que en verdad tiene unos cuantos años de realizada) y Héroes al rescate bien podrían tomarse como casos testigo de lo lejos que llegó la animación japonesa, en su capacidad de crear mundos propios y autosuficientes.
Editadas por LK-Tel en VHS y DVD, y en idioma original con subtítulos (lo cual merece destacarse), las tres historias de Recuerdos peligrosos fueron dirigidas por Kôji Morimoto (realizador de uno de los mejores episodios de la reciente Animatrix), Tensai Okamuro (Neon Genesis Evangelion) y el propio Katsuhiro Otomo. Más que los recuerdos (que sólo están en la base de la primera de ellas), las une el hecho de que transcurren en tiempos y lugares que tanto podrían representar el futuro como presentes alternativos. Por su parte, Héroes al rescate parafrasea una vieja e ingenua alegoría western de John Ford (Tres padrinos, de 1948), trasladándola a la más dura contemporaneidad.
Los relatos que componen Recuerdos peligrosos (La rosa magnética, Bomba de olor y Fuego de cañón) trabajan sobre registros disímiles, tanto en términos de tono e intenciones como de estética general. A partir de un presupuesto muy semejante al de La invención de Morel, La rosa magnética representa una fascinante incursión en la idea de la mujer soñada, la indiferenciación entre realidad y fantasía y la vampirización del mundo de los vivos, por parte de los muertos. Llegados a una estación orbital en atención a un pedido de socorro, dos astronautas se encuentran con un planeta entero que parecería tener una existencia como de invernadero, y que entre sus claustros y jardines esconde una historia de amor, de locura y de muerte. Así como el peligroso fantasma de una mujer arrobadora, ex diva de ópera especializada en Madame Butterfly.
En tono de sátira desaforada y sobre la base de un crescendo que lleva de la banalidad cotidiana al más demencial absurdo cósmico, Bomba de olor narra el modo en que un adolescente irresponsable se convierte en enemigo público Nº 1 de la humanidad, al portar un virus cuyo carácter letal está vinculado con la hediondez. Fuego de cañón también trabaja sobre el absurdo, pero desde una clave oscura. Escrito y dirigido por Otomo, el episodio muestra una sociedad militarizada, en la que combatir a un enemigo fantasma asume la condición de religión de Estado. El asombroso detallismo escenográfico que Otomo cultiva aquí parecería llevar en línea directa hasta Héroes al rescate, que le permite a Satoshi Kon alcanzar una verdadera cima en la historia del realismo animado. Aunque hay otro puente posible entre ambas: Kon escribió junto a Otomo el guión de La rosa magnética.
Si de realismo se trata, el de Héroes al rescate es bien sucio, con tres homeless de Tokio por héroes. Una es una adolescente que se fue de casa por problemas familiares. Otro, un viudo amargo y sardónico. El último de ellos es el más moderno de los tres, ya que se trata de una travesti modelo “señora”, siempre elegante y muy maquillada. Un dato: éste es el personaje que en la versión original hacía John Wayne. Como en la película de John Ford, en plena Navidad estos tres descastados se encaminarán a la redención, tras hallar a un bebé abandonado por sus padres. Sin embargo, todo posible melodramatismo mensajístico se ve contrapesado aquí por el desencantado cinismo de los protagonistas, desechos sociales con más de una cuenta para cobrar.
De tono leve y humorístico, lo que dejará boquiabierto al espectador de Héroes al rescate es el diseño de imagen de Kon y su equipo de dibujantes y animadores, capaces de reproducir la Tokio contemporánea con una maniática pasión por el detalle. Así como de aprovechar a pleno la refulgente belleza de la nieve, que cae en copos lentos y pesados, como si se tratara de un haïku o un cuadro de Hokusaï.

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Héroes al rescate, de Satoshi Kon, se revela como un prodigio visual.
 
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