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Lanzamientos

EL INFIERNO DEL ODIO
de Akira Kurosawa. Con Toshiro Mifune, Tatsuya Mihashi y Tatsuya Nakadai.
1963, 143 min, b & n. El Cine del Mundo.

De comienzos de los ’60, como todos los policiales de Kurosawa (se basa en una novela de Ed McBain), El infierno... echa una mirada furiosa sobre el “milagro económico japonés”. En medio de una red de intrigas que hacen pensar en una tragedia de Shakespeare, alguien cree haber secuestrado al hijo de un empresario (el eterno Toshiro Mifune), aunque en verdad ha cometido un error. A partir de una sencillísima pero luminosa idea espacial (el secuestrador, que vive en los bajos de Tokio, se pasó la vida envidiando la casa del empresario, ubicada sobre una loma), el viejo Akira logra echar leña al fuego social, dejando una verdadera estela de desolación.



LA PISCINA

de François Ozon. Con Charlotte Rampling, Ludivine Sagnier y Charles Dance.
2003, 103 min. Transeuropa.

Uno de los cineastas-autores más exitosos de su país en la última década, el interés del cine de Ozon suele estar en relación directa con el grado de artificio de sus films. Aquí, Ozon se reúne con Charlotte Rampling, a quien prácticamente había resucitado en Bajo la arena y, como en aquélla, vuelve a dejarla sola frente a una situación que se le va de las manos. Rampling es una escritora inglesa de novelas policiales, a quien su editor le sugiere que pase unos días en su casa de campo para concentrarse en una novela. La presencia de una chica promiscua funcionará como espejo de su propia represión sexual. Cuando Ozon parecería no poder (o no querer) ir mucho más allá del planteo, un final sorpresa reflota el interés.


LA NIÑA SANTA
de Lucrecia Martel. Con María Alche, Julieta Zylberberg, Mercedes Morán y Carlos Belloso.
2004, 106 min. Transeuropa.

En su película siguiente a La ciénaga, la salteña Martel se ratifica dueña de un mundo autónomo, en términos temáticos y de estilo, y demuestra que no está dispuesta a hacer concesión que le haga perder singularidad. Como en el último Almodóvar, pero con mayor rigor, religión y deseo conviven en La niña santa, concentrándose en un hotel termal en el que siestas, cuartos y recovecos se prestan al roce con lo prohibido. Martel despliega un universo perceptivo y sensorial, que se construye a partir de pequeños gestos, precisos planos-detalle y extraños ecos visuales, narrativos y sonoros. Un universo al que parecería imposible ingresar del todo, lo cual contribuye a su misterio y fascinación.



EL ÁLAMO

de John Lee Hancock. Con Dennis Quaid, Billy Bob Thornton y Jason Patric.
2004, 137 min. Gativideo.

La cosa no venía bien barajada y terminó mal. En primer lugar, el proyecto mismo, viciado de patrioterismo yanqui y consistente en volver a contar aquella resistencia, condenada al fracaso, de un puñado de valientes norteamericanos frente a las fuerzas –enormemente superiores– del general mexicano Santa Ana. Sucedió a comienzos del siglo XIX y ya había merecido dos versiones, una dirigida por John Wayne. Para peor, problemas en la producción terminaron con un cambio de directores. Eso no disculpa el elemental guión del sobrevalorado Stephen Gaghan (ganó un Oscar por Traffic) ni la abulia y falta de convicción que tiñen estas interminables dos horas y un ratito.

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