1 7   A Ñ O S
1987 / 2004
“Ah... sos de Página”

Por Nora Veiras

Me sorprendió... Está bien, pero no le doy más de tres meses.
Lapidario, un editor del “gran diario argentino” evaluaba y pronosticaba así el presente y futuro de ese nuevo matutino que había empezado a hacer cosquillas en los quioscos. Página/12 irrumpió en una sociedad ilusionada con el retorno a la democracia y ya decepcionada por el “Felices Pascuas”. Armonizaba en un equilibrio imposible a militantes de las distintas sectas de los ´70 con jóvenes formados en el secundario y la universidad de la dictadura. Todos sí compartían la ilusión de hacer algo distinto. “Vamos a decir todo lo que los otros no se atreven a publicar”, fue la consigna original. A lo largo de diecisiete años, el todo o nada del “serrucho” de la Argentina alteró el filo de una hoja que, por suerte, siempre se vuelve a afilar.
“Ah... sos de Página” era la muletilla que precedía cada presentación en esos años iniciales. Desconfianza y atracción se combinaban en aquellos que tenían que dar información y más aún en aquellos a los que se les requería información. “Esto es para Página”, repetían los colegas que compartían como lectores el entusiasmo de ese diario que se disputaban en las redacciones. Poco a poco fue ganando un espacio y definiendo un estilo de hacer periodismo. Se inauguraba una etapa de continuidad democrática inédita. El periodismo también tenía que encontrar su lugar, explorar los límites en un juego donde convivían viejos y nuevos protagonistas de una obra cargada de odios y amores.
Se tejieron leyendas de todo tipo. ¿Quién hace los títulos de tapa?, era la pregunta obligada. Cuando se respondía: “Jorge Lanata (ex director) y Ernesto Tiffenberg (actual director)”, el desencanto transformaba los rostros. “¿Estás seguro? A mí me dijeron que hay un equipo de publicistas...” Era casi imposible explicarles que era sólo fruto del talento y la precariedad.
Con el riesgo de caer en el cinismo, se puede decir que lo peor que le pasó a la Argentina fue lo mejor que le pasó a Página. Sí: Carlos Menem parecía el presidente soñado para la crítica que sustentaba el/al diario. El desparpajo en el ejercicio del poder, el derroche de él y sus secuaces, la impunidad, el travestismo de sus supuestas convicciones. La crónica era la mejor arma para mostrar la crudeza de la noticia. Calificar hubiera sido exagerar la tragedia. Lo que no fue exagerar fue investigar: frente a un gobierno que había convertido la Justicia en un coto de caza, la prensa se erigió en un lugar de denuncia. Muchas veces cayó en la tentación de excederse en sus atribuciones, pero siempre sirvió para sacar máscaras y alertar. La frustración estaba en la falta de condena real para los verdaderos culpables.
Como en la vida, los periodistas y los lectores fueron alternando complicidades y repudios con ese medio que los reflejaba y con el que también se peleaban. Tras diez años y medio de doble mandato de Menem, nació un país contrahecho. Las injusticias son tantas que duele el solo nombrarlas. La ilusión de la Alianza duró nada y el peronismo volvió al poder.
Pero esta vez “el movimiento” parece inclinado hacia el otro lado. Habrá que ver. Siendo desconfiado, se podría pensar que quizás, por instinto de preservación, el propio sistema está dispuesto, esta vez, a cambiar.
El vértigo de la Argentina es tal que cualquier pronóstico es a priori falso. Página seguirá conviviendo en ese vértigo, y los lectores, esperamos, seguirán peleándose y reconciliándose con un diario que, como decía su ex director, “es lo más independiente que puede para subsistir en el mercado”.