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Plástica|Martes, 16 de abril de 2002
EL MAS FAMOSO OBJETO DE DISEÑO ARGENTINO

El virus mobiliario del BKF

El célebre sillón es homenajeado en una muestra imperdible que se exhibe en el Centro Recoleta auspiciada por Página/12.

Por Fabián Lebenglik
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El BKF es un sillón de diseño argentino cuyo prototipo fue creado a fines de 1938 por los arquitectos Antonio Bonet (1913-1989), Juan Kurchan (19131975) y Jorge Ferrari Hardoy (1914-1977), quienes se habían conocido en el atelier parisino de Le Corbusier. Debido a su concepción formal, el sillón que inventó el trío pronto se transformó en un icono de la modernidad.
El BKF logró un rápido y sostenido reconocimiento local e internacional, obtuvo varios premios en todo el mundo y fue incorporado a la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1944. Sus creadores argentinos (Salvo Bonet, de origen catalán), que en la década del treinta acababan de recibirse de arquitectos, se habían preocupado más por la idea y construcción del sillón que por su explotación comercial, al punto de que se olvidaron de patentarlo a tiempo. Cuando intentaron hacerlo ya era tarde para detener el aluvión de imitadores.
La estructura sintética y contrastante del sillón –de varillas de hierro rítmicamente curvadas para el sustento y una superficie de cuero para el asiento/respaldo que atrapa y retiene al que allí se sienta–, así como la relación original entre forma y función; su modernidad y su facilidad para ser reproducido y copiado, transformaron al BKF en un “virus” mobiliario de contagio inmediato y epidémico, que mutó velozmente, al ritmo del plagio y la producción en serie.
En Estados Unidos recibió distintos nombres, Butterfly chair, sillón argentino, African chair, Hardoy chair. La literatura sobre la materia consigna que a mediados de la década del cincuenta sólo en la ciudad norteamericana de Los Angeles se fabricaban tres mil de esos sillones por semana. Se trata, por lo tanto, de uno de los objetos de diseño más “homenajeados” de la historia del diseño industrial.
En el concurso convocado por el grupo Nudo –con Osvaldo Giesso y Pedro Reissig a la cabeza– y auspiciado por Página/12, cuyos resultados se exhiben en la Sala C del Centro Cultural Recoleta, se explica que si bien el premio homenaje puso el acento en el diseño objetual, también se abrió a otras expresiones y búsquedas artísticas y poéticas.
“El marco teórico que Nudo planteó para el concurso –según dice el catálogo de la exhibición– sostiene que el modelo BKF es parte de un sistema tecnomorfológico conformado por una estructura vectorial externa de compresión de la cual cuelga una ‘red catenaria’ que trabaja de tracción. Este sistema se puede generalizar y extender a otras versiones y géneros de mobiliario”.
El concurso propuso generar tres categorías: en primer lugar, una nueva versión del célebre sillón; en segundo lugar, la aplicación del sistema BKF a otros géneros de mobiliario; finalmente, la extensión del homenaje a otras propuestas comunicacionales y objetos promocionales.
En la muestra se exhiben los premios y menciones en las tres categorías, una selección de trabajos no premiados aunque considerados valiosos por el jurado y una serie de obras realizadas por invitados especiales: artistas plásticos, diseñadores y arquitectos consagrados.
El homenaje actual constituye un estímulo consciente a la variación, mutación, descendencia y legado del BKF, a través de distintas zonas de la creatividad, el diseño, la invención y el juego.
El primer premio, el más ortodoxo, es precisamente el concedido a una nueva versión del BKF (“Stix”, en la foto), de Raquel Ariza y Tomás Benasso, que reactualiza el diseño original.
Las tres menciones/variaciones sobre el original son el “Sillón Narciso” de Jorge Vico, que es desarmable y transportable en una mochila; el “Sillón Domado”, de Gisela Africano, Mario González Linari y Silvina Synaj, que con su leve asimetría y su asiento/respaldo mullido invita al descanso; y la “Silla 7D2”, de Gastón Girod: una butaca plegable ydesarmable. El mismo Girod presenta otra obra, una “Reposera” que hace juego con la silla.
El premio en la categoría “aplicación del sistema BKF a otro mueble” se lo llevó el “Escritorio BKF” (en la foto), de Juan Martín Rossi.
La mención fue otorgada a un “Sofá vis-á-vis”, una suerte de BKF siamés, de dos plazas, hecho por Angel Barceló con la colaboración de Marcel Nöding.
La categoría más original, la más libre, es la tercera, dedicada a una “propuesta comunicacional y objetos promocionales”. Con gran síntesis y lucidez, Ingrid Gutman, ganadora del primer premio, presentó una “Mochila BKF” de cuero, en la que la forma y sus esquinas de la bolsa, remiten inmediatamente al asiento respaldo del sillón original.
La mención “BKF/DR Colado”, de Juan Doberti y Carlos Rimoldi es igualmente interesante: se trata de un mobiliario urbano indestructible, hecho de cuatro bloques grises de hormigón que evocan la forma del objeto original. Otra mención fue para Jorge Boccardo y su “Lámpara O.W.L”, que más allá del juego de sentidos respecto de la condición de nocturnidad que implica toda lámpara (“owl”, “lechuza” en inglés), la pantalla textil se yergue sobre una estructura de hierro que recuerda a la estructura del sillón original. La sigla de Boccardo, según lo establece su autor, remite a “Oneiric White Lamp”.
Entre los trabajos de invitados como Marta Minujin y Luis Wells, se destacan los sillones del Centro de Estudio Buenos Aires, de Ernesto Goransky y Marina Givré, quienes a mediados de los años ochenta pusieron nuevamente en circulación en la Argentina versiones fidedignas del BKF, con estampados de aquellos años a cargo de artistas como Luis Benedit, Rogelio Polesello, Josefina Robirosa y Clorindo Testa.
Por su parte, la nota ideológica más fuerte la dan las versiones de Edgardo Giménez y León Ferrari. El primero presenta un sillón plagado de espinas y un par de zapatos haciendo juego, con el título “Relax argentino 2002”. Ferrari hizo un “Sillón del juramento”, en el que transcribe con su inconfundible caligrafía dibujística, el juramento presidencial.
También se destaca por su impacto el “Sillón” de Gerardo Feldstein, por su escultura hiperrealista, en la que un personaje decapitado ejerce la función de estructura que sostiene el asiento-respaldo.
Deben mencionarse el “Vis-á-vis” de Carlos Mathov y Andrea Schwartzmann, una pareja de becaefes con simetrías de diseño en forma de damero y, finalmente, una divertida cita de una pintura de Brueghel, “El triunfo de la muerte”, en la un detalle cuadro célebre es recreado, “a la manera de...” por Paco Luongo y Julio Ferraresi, quienes colocan a los personajes moribundos y a La Muerte, sentados cómodamente, frente a frente, en sillones BKF, para negociar con la Parca los términos y condiciones de su paso al más allá. (Junín 1930, hasta el 28 de abril.)

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