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Plástica|Martes, 21 de diciembre de 2004
FABIO KACERO Y EL GRUPO DOMA, EN DOS MUSEOS BAHIENSES

Cuando el museo es la musa

Dos exposiciones toman sendos museos bahienses como fuentes de inspiración y como procedimientos estéticos.

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Obra del grupo Doma. Abajo: piezas de Kacero.
Por Rafael Cippolini *

Sin duda todo fue sugerido por una etimología: enterarme de que la palabra museo provenía de la expresión “lugar para las musas”. Diversamente a tantos artistas y curadores que durante lustros idearon y propusieron decenas de estrategias críticas a las nociones institucionales de museo, comencé por despojar a este concepto de su sesgo institucional y concebir al museo como un recurso artístico, incluso como un formato, un género o un procedimiento, así como quien se refiere a una naturaleza muerta, a un ready-made o un primer plano. El museo es presentado entonces como una forma de hacer obra, “hacer un museo” como quien saca una fotografía o diseña una instalación. Tuve la suerte de encontrar en los museos de Bellas Artes y de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca a los anfitriones perfectos, que no sólo me permitieron sino que se entusiasmaron cuando les planteé mi interés en transformar estos espacios en otra cosa: un museo de sí mismo, un museo dentro de un museo como un museo-mamushka (esas muñecas rusas que se disponen, iguales y cada vez más pequeñas, una dentro de otras). Una ficción de museo con otras leyes y reglamentos similares a las que estamos habituados, pero distendidos, de modo similar a cuando Marcel Duchamp pedía “considerar la existencia de un universo donde las leyes físicas y químicas estén distendidas, cambiadas un poco, exactamente limitadas. Después de todo, cada cien o doscientos años un nuevo físico llega y cambia todas las leyes.”
De esta manera, con el artista Fabio Kacero transformamos y rebautizamos al Museo de Bellas Artes bahiense como Museo Nemebiax, teniendo en cuenta que éste (Nemebiax) era el título de una de las obras elegidas para ser exhibidas. Antes de ingresar al edificio, un enorme cartel advierte al público que la locación posee momentáneamente otra nominación y otros horarios.
La muestra individual más importante (por cantidad y calidad) de la trayectoria de Kacero, sin embargo, no puede ser considerada una retrospectiva, no obstante estar presentando en la oportunidad obras realizadas a lo largo de veinte años de carrera (desde su ya célebres capitonés o acolchados, hasta su más recientes videos): muchas de las piezas que pueden visitarse han sido reelaboradas según criterios disímiles a las obras originales. Han sido reconstruidas (conceptual y materialmente) bajo aspectos que el artista había rechazado o postergado en su factura original, y se han expandido hacia posibilidades nunca antes exploradas; por ejemplo, las calcomanías que Kacero diseñó en su momento como inscripciones de sus acolchados se muestran ahora directamente sobre las paredes, produciendo un desamblage, la exposición de un dispositivo desmontado.
Los recintos del novísimo Museo Nemebiax (cada uno rebautizado con el nombre de un artista histórico de la preferencia de Kacero, como Pertius, Moreau, Waterhouse, Dadd o Lorrain) también se poblaron de vitrinas al modo de un museo de ciencias naturales: en ellas y sobre ellas pueden verse desde inéditos collages hasta un muestrario exhaustivo de elementos que el artista utilizó durante años para la confección de sus creaciones.
Si hace casi un lustro, junto a Pablo Siquier, Ernesto Ballesteros, Gachi Hasper y Kacero, al presentar el Manifiesto Frágil habíamos utilizado estos mismos espacios en tanto soporte (la arquitectura como material) ahora, con este último nos permitimos desviar la definición de museo al modo de recurso privado; a fin de cuentas, no existe ninguna definición de museo que no sea política.
Para Master Control, la muestra del grupo Doma que ocupa las instalaciones de Museo de Arte Contemporáneo (MAC), mi proposición curatorial fue confundir el espacio museístico en una mixtura inexacta de improvisado estudio de televisión abierto y de lisérgico pelotero infantil. Considero que es uno de los mejores métodos para aprovechar el oxímoron invariablemente presente en la estética de Doma: la experimentación gráfica y videística de alto impacto adolescente y un constante subtexto político denunciante de los esquemas establecidos de Poder.
El grupo, recién llegado de Berlín (invitado a dos interesantísimos proyectos colectivos: Pictoplasma y No-Tango) y que en estos días también expone en Nueva York, confeccionó una instalación especialmente para la experiencia bahiense.
En la primera de las salas, un gran espacio oblongo, cuatro Dummies (enormes seres multiformes de extensas extremidades) supervisan la transmisión de distintos acontecimientos y situaciones que son reproducidas, mediante monitores, en la segunda de las salas, donde una multitud de pequeños personajes idénticos (hombres y mujeres con un prolijo agujero en sus cabezas) consumen impertérritos la información que se les ofrece.
Suerte de ecosistema y diagrama planetario influenciado en partes iguales por Marshall McLuhan y Philip K. Dick, Master Control podría definirse como un gran juego de rol, montado a la manera de un reality show, un sistema de espejos que mucho recuerda las herejías gnósticas, donde unos dioses menores, despóticos y bizarros, deciden los zigzagueantes destinos de sus menospreciadas criaturas, para las cuales las manifestaciones del poder son sólo cuestión de cambio de envoltorio. Los espectadores mismos, sin saberlo, también entran en escena como mociones de un envoltorio privado.
Inflamando los postulados situacionistas, para Doma el arte siempre resulta ser un espectáculo desde el cual el poder describe sus metáforas más inmediatas, valiéndose de distintas estéticas que no hacen nada distinto que vehiculizar unos designios repletos de interferencias.
Para terminar, sería deseable que esta curaduría esquizoide (que consiste en ensayar dos proyectos muy distintos sincrónicamente en espacios colindantes –ambos museos se encuentran uno al lado del otro–) fuera entendida en tanto apuesta a la más completa pluralidad. Del mismo modo en que un antiquísimo proverbio zen aconseja que, ante la disyuntiva de tomar por un camino u otro, lo mejor siempre será avanzar por los dos simultáneamente. (En los museos de Arte Contemporáneo y de Bellas Artes de Bahía Blanca, hasta fin de año).

* Curador de las muestras. Crítico de arte. Director de la revista ramona. Autor de “Manifiestos argentinos. Políticas de lo visual 1900-2000”.

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