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Plástica|Martes, 15 de febrero de 2005
MIX 05: MUESTRA DE VERANO DE LA FUNDACION PROA DE LA BOCA

Imperio de la subjetividad

Seis artistas y un crítico fueron convocados para a su vez invitar a una treintena de artistas poco conocidos y armar un panorama casual, donde impera la subjetividad.

Por Fabián Lebenglik
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Vista parcial de la exposición: al fondo, obras de Schiavi (izq.) y Di Toro.
La muestra organizada por la Fundación Proa supone una serie de sentidos a priori, relacionados con la naturaleza de la convocatoria y con el sentido que propone el nombre, Mix 05.
La convocatoria se planeó como una cadena de invitaciones: Proa convoca a seis artistas y a un crítico para que a su vez éstos inviten a un conjunto de artistas para montar una muestra en tiempo record. El título de la exposición Mix 05 es explícito respecto de las intenciones: to mix: mezclar, amasar, aderezar y, también, asociarse. Con estos elementos se tiene prácticamente todas la pautas.
Los convocadores convocados son Daniel Joglar, Magdalena Jitrik, Daniel Molina, Mónica Girón, Leo Batistelli + Román Vitali y Alberto Goldenstein.
En su liviandad veraniega, la exposición no se propone ser un panorama riguroso y totalizador sino más bien uno casual y subjetivo. Por lo tanto no se le puede pedir a Mix 05 una mirada omnicomprensiva y abarcadora, ni una teorización consistente, sino sólo un atisbo de panorama, surgido más bien como plusvalía o, tal vez, como un efecto secundario del esquema organizativo. La muestra –más un juego que otra cosa, y ése es el clima que propone, en el que también cabe la acción artística comprometida con lo social– se basa en la confianza de la mirada en quienes fueron llamados para invitar y se dirime por la calidad y la subjetividad de estos modos de ver. Así, lo aleatorio de los resultados se debe a múltiples causas asociadas a los condicionamientos, especialmente el tiempo escaso.
Joglar presenta a Livio De Luca, Juan Souto, Andi Nachon, Adriana Sasali, Jimena Lascano, Gustavo Christiansen, Stella Maris, Inés Drangosch y Proyecto Súper Sopa. Nueve artistas –casi todos de Mar del Plata, como quien los convocó– reunidos con el argumento de la curiosidad: “La curiosidad –Joglar cita a Czeslaw Milosz– tiene que ser una pasión poderosa si tantas personas a lo largo de miles de años intentaron descubrir, tocar, nombrar y entender una realidad que se escapa, una realidad de ‘n’ dimensiones”. Esa curiosidad, en cada caso, es “la realidad social, la capacidad de transformación, lo poético, la escritura, la superficie, la luz, el fragmento, la música, lo efímero, lo fugaz, y todos con un intento de retenerlo un poco más...”. Para el caso de los artistas –sigue Joglar–, “propongo una imagen que nos acerque al clima de sus obras: una persona caminando por un territorio nevado, que avanza dejando el camino libre de marcas. Su tarea es doble: caminar, pero sin dejar huellas. A medida que camina sus huellas quedan marcadas, pero al mismo tiempo las va limpiando”.
Junto con la mirada poética, entre el conjunto de los convocados por Joglar incluye un montaje de una obra solidaria, el Proyecto Súper Sopa, que es un programa nutricional de buena calidad y muy bajo precio, llevado a cabo en la Universidad de Quilmes y con la colaboración en la difusión del grupo “re:unión”, especialista en diseño de bien público.
Magdalena Jitrik invita a Polo Tiseira, Verónica Di Toro, Cristian Wloch, DJ Nim y Proyecto Zanon. Una propuesta que va desde las derivaciones estéticas del proceso social y político que se abrió con las fábricas recuperadas, especialmente a partir de diciembre del 2001, y también convocó a artistas cuya posición artística es estrictamente estética, y se juega por el color y la escala (Di Toro), o la luz, el movimiento y el sonido (Wloch). En relación con el Proyecto Zanon, Jitrik aclara:
“Presentamos un pequeño fragmento de este trabajo que resalta otro aspecto artístico de la gestión obrera, producido lateralmente e inicialmente para otros fines: desarrollar diseños, obras, propuestas para esta fábrica sin patrones”.
Por su parte, Matías Duville, Fabián Bercic, Gabriela Forcadell,
Christina Schiavi y Julián Gatto fueron invitados por Daniel Molina, para quien “lo realmente nuevo suele verse a posteriori. Se podría escribir una historia del arte tomando en cuenta las fallidas apuestas contemporáneas de los críticos, que creen ver lo nuevo bajo la forma de lo novedoso. Nada ha envejecido más rápido que las vanguardias. Los verdaderos innovadores no posan de innovadores. Del arte puede decirse lo que Confucio dice del Sol: a pesar de ser siempre el mismo, siempre renueva la vida. Así, lo nuevo del arte, lo que lo renueva, se manifiesta en lo sutil. Se ve en los intersticios. No parece nuevo: lo es. Por eso, por la sutileza intersticial de sus obras en emergencia, elegí estos cinco artistas”. Algunos de los rasgos comunes que encuentra Molina entre los cinco se cuentan en la potencia visual, el carácter artesanal, la sutileza, la correspondencia entre estética y ética, y la actitud zen.
Mónica Girón convocó a Marcelo F. Totis (de Resistencia –ver uno de sus mandalas en la foto–), Paola Sferco (cordobesa residente en Neuquén), Gustavo Chab (músico, de Buenos Aires) y Jorgelina Herrero Pons (escenógrafa, también de Buenos Aires). En el caso de la propuesta de Girón, la artista intenta capitalizar el poco tiempo que medió entre la invitación y la exposición para apostar a un ejercicio, según dice, que invite a un salto al vacío y no tanto a dar explicaciones sino más bien a hacerse preguntas.
Leo Batistelli y Román Vitali presentan a Constanza Alberione y David Nahon, por razones de afinidad artística y amistad. Aquí lo artístico está ligado a la intimidad y al imperio de la pura subjetividad. Pinturas y fotografías de dos artistas que, según concluyen Batistelli y Vitali, son “seres felices mostrando cuán felices son”.
Por su parte, Alberto Goldenstein invita a Miguel Mitlag, Cecilia Szalkowicz, María Antolini y Jorge Miño, “cuatro planteos de apertura en el juego de fotografiar. Todos parten de una visión fotográfica directa, casi casual, en donde el color tiene protagonismo. De algún modo, cada uno de ellos en su subjetividad abre aún más el campo de lo fotografiable”.
(En la Fundación Proa, avenida Pedro de Mendoza 1929, hasta el próximo sábado 19, a las 19.)

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