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Plástica|Lunes, 8 de noviembre de 2004

Leyendas de un santo popular

El Gauchito Gil es un santo popular, no reconocido por la Iglesia. En general son personas que, una vez muertas, despertaron a su alrededor devociones como consecuencia de la concreción de milagros. Antonio Gil Núñez nació en Pay Ubre (actualmente Mercedes), provincia de Corrientes, alrededor de 1847. Pasó buena parte de su vida en conflicto con la ley, aunque no por delinquir. Primero debió huir de su pueblo porque la mujer a la que amaba, y que lo correspondía, también era pretendida por el comisario. Se alistó entonces en la Guerra de la Triple Alianza, y cuando volvió fue convocado por el ejército federal para luchar contra los unitarios, pero como no acordaba con las luchas intestinas del país huyó con otros dos compañeros y vivieron errantes, alimentándose del ganado que robaban y compartían con los pobres. Un día lo encontró una partida militar y uno de los soldados lo degolló. Eso pasó un 8 de enero y desde entonces, para esa fecha, el santuario de Mercedes se llena de peregrinos que llevan sus agradecimientos y ofrendas. “Le gustaban mucho las armas, por haber estado en el ejército, y además era muy vicioso. Por eso la gente le deja gorras militares y ropa de fajina, además de cigarrillos o alcohol. En Pacheco hay un altar espectacular que son sólo vasos de vino –cuenta Daniel Barreto–. También se dice que es el protector del transporte, y las mejores historias sobre los ‘milagros’ del Gauchito te las cuenta la gente de este ramo.”

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