Imprimir|Regresar a la nota
Ciencia|Miércoles, 7 de enero de 2009
Diálogo con Esteban Hasson a 150 años de El origen de las especies

Los primeros días de un año darwiniano

Este año a los festejos del año astronómico internacional, que conmemora el momento en que Galileo enfocó su anteojo al cielo, se agregan los del año darwiniano.... el jinete-búho hipotético deberá sobrevolar y cabalgar con cuidado.

Por Leonardo Moledo
/fotos/20090107/notas/na21fo01.jpg
Rafael Yohai

–¿Usted es...?

–Doctor en biología, profesor en la FCEyN e investigador del Conicet. Yo dicto una materia que se llama Evolución.

–Bueno, y estamos ante el año Darwin... por eso quería empezar los diálogos de este año con usted.

–Sí, es verdad, el 2009 es el aniversario del nacimiento de Darwin y, por otro lado, de la publicación de El origen de las especies. Aunque las dos fechas son importantes, a mí, como biólogo, me conmueven más los 150 años de la publicación de sus investigaciones. Charlando con un par de becarios, se les ocurrió la idea de empezar a organizar un encuentro en la facultad, una especie de simposio, para conmemorar ese momento, siguiendo la tradición de los simposios que se están realizando en todo el mundo: es decir, no sólo festejar, sino tratar de abordar las áreas a las que ha llegado la biología evolutiva hasta el momento. Hace poquito se tomó la decisión, dentro de la facultad, de decretar el 2009 como año darwiniano y de solicitar el auspicio a cualquier iniciativa conmemorativa que exista en el ámbito de la facultad. De hecho, los geólogos también están planteando este tipo de actividades, dado que para ellos Darwin fue fundamentalmente un geólogo.

–Ni me lo imaginaba.

–Yo me enteré de que, tal vez, tengan razón. De hecho, hace un par de semanas estuve en Puerto Madryn con un biólogo que revolucionó el neodarwinismo hace unos años, y él comentaba aspectos de la vida de Darwin como geólogo que son increíbles. Con su teoría del levantamiento de los Andes y de la evolución de las especies, creo que no cabe duda de que es un personaje con una fuerte raigambre mítica: es increíble que haya existido un tipo con tantas capacidades para tantas cosas. Bueno, le decía: nos pusimos a organizar, a contactar gente... Entre ellos, ha confirmado su presencia Francisco Ayala, una autoridad en materia de neodarwinismo. De hecho, fue convocado por el Vaticano cuando la Iglesia reivindicó a Darwin...

–¿Cómo es eso?

–Eso fue creo que en el año 2000. Hubo un grupo de teólogos y grupos de investigadores en biología evolutiva que terminaron por hacer que Darwin no fuera más una mala palabra para la Iglesia. Acá eso no tuvo mucha repercusión, pero en España sí. Bueno, Ayala, como le digo, creo que tuvo formación teológica y filosófica. También contactamos gente de Uruguay, argentinos que están trabajando afuera... La idea es hacer todo esto en noviembre del año que viene, junto con una jornada dirigida hacia docentes no universitarios, porque nuestra idea es también tratar de llevar la Teoría de la Evolución al público en general y, en particular, a los que forman a los chicos. Creo que eso es una deuda que tiene la educación: la enseñanza de la evolución deja bastante que desear. Hace poco salió una nota en la revista de la facultad que comparaba a la gente que había hecho el profesorado dentro de la facultad y los que lo habían hecho fuera y la diferencia en cuanto a conocimiento de la teoría era muy marcada. Lo que creemos es que sería bueno democratizar los conocimientos sobre Darwin: quién fue, cuál es el quiebre que se produce en la biología con él...

–¿Cuál es?

–Hay varios. Pero yo diría que el central es la concepción del cambio. Hasta ese momento, se pensaba que las especies no cambiaban; el mundo era estático, las especies tenían origen divino y desde el momento de su creación se habían mantenido inmutables. Darwin niega esto y viene a decir que la esencia de las especies, justamente, es la mutabilidad, la trasmutación.

–No era el primero...

–Eso es cierto. Había antecedentes.

–Lamarck... El transformismo incluso era todo un cuerpo de doctrina.

–Sí, pero creo que Darwin fue el primero que hizo de la teoría del cambio una teoría científica. Creo que lo que tiene Darwin es que, con su teoría, robustece las nociones que se tenían desde antes. Por otro lado, lo que a mí me parece que es importante es que destierra ciertas ideas arraigadas, como el hecho de ver a las especies como esencias ideales que no cambian y cuyas imágenes terrenales, los animales que vemos sobre la Tierra, son efecto de la corrupción. El dice que no, que la variación es la materia prima de la evolución. Esa es la idea que nosotros tratamos de instalar en los estudiantes, plantear cuáles son las piedras fundamentales de la teoría darwiniana y dejar de concebir a la variación como una imperfección.

–La teoría de Darwin no está cerrada... ¿con qué dificultades se enfrenta en este momento?

–Antes de abordar esta cuestión, es necesario decir que el hecho de que haya puntos no resueltos no significa poner en duda la evolución. Como usted dice, esos puntos no resueltos existen...

–¿Por ejemplo?

–Cómo se origina toda esa gran diversidad, cuáles son los mecanismos. La diversidad es una realidad, pero es una incógnita cómo se derivan todos los planes de organización corporal a partir de un cuerpo ancestral (por ejemplo, cómo es que se derivan del mismo cuerpo un insecto y un mamífero). La dimensión temporal que se pone en juego es enorme. En los animales en general lo que vemos es que gran parte del paquete de herramientas genético que está involucrado en el desarrollo (es decir, las instrucciones para producir un individuo adulto a partir de una cigota) es el mismo. El punto es: ¿cómo todas esas instrucciones inscriptas en el genoma se desarrollan? A lo que estoy tratando de apuntar es a que, si bien el background genético tiene muchas semejanzas, la diferencia está en cómo esas instrucciones interactúan entre sí. Son como redes de acción génica y de interacción con el ambiente, que se desarrollan de manera diferencial y generan un organismo tan complejo como un hombre o como una cucaracha. Ese es uno de los problemas: cómo el genotipo termina dando, a través del desarrollo, organismos adultos tan diversos.

–¿Y cómo se llegó a consolidar la danza de los pájaros evolutivamente?

–Bueno, allí hay un concepto darwiniano metido, que es el de selección sexual. Todos estos aspectos (anatómicos, comportamentales) están relacionados con el éxito en la reproducción. Pensemos en el pavo real: un macho con características notables tiene más posibilidades de cópula y de transmitir sus genes; lo mismo que un león que cuida mejor su territorio. Ahí está la clave: a través de las generaciones, la selección sexual va perfeccionando sus mecanismos. El punto es que hay ciertas características, como por ejemplo el plumaje de las aves (que en los machos es tan llamativo), que muchos biólogos dicen que se derivan justamente de este mecanismo de selección sexual. Pero eso tiene su contraparte, que es que si es llamativo no solamente lo ven las hembras sino los predadores. Y eso es interesante, porque se ponen en interacción la supervivencia y la sexualidad.

–¿Y entonces?

–Yo les cuento a los alumnos: hay muchos autores que han demostrado que una mosca más grande tiene más éxito reproductivo, copula con más hembras; sin embargo, lo que uno ve es que generación tras generación las moscas no aumentan de tamaño. ¿Qué es lo que pasa allí? Bueno, el ser grande, el ser llamativo, implica un costo. En el caso de las aves, atraer al predador. En el caso de las moscas, tener que alimentarse durante períodos más largos, inmovilizándose y haciéndose más vulnerable al predador. Esto sirve para pensar que, si bien la selección natural podría servir para generar cualquier cosa, tiene sus limitaciones. Le doy otro ejemplo: ¿por qué nosotros tenemos al nacer un valor medio en el diámetro de nuestro cráneo? Bueno, ése es otro impedimento evolutivo: no podríamos tener el cráneo mucho más grande porque, si no, no podríamos salir del vientre de nuestras mamás. Uno podría pensar que la clave del crecimiento de nuestro linaje sería el aumento de la masa encefálica. Pero eso no es posible.

–¿Y qué pasa con el equilibrio puntuado?

–Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, en el famoso artículo que apareció en el año 1972, planteaban que la evolución no era un cambio gradual y continuo, sino que era un patrón en escalera: había un período de estasis y un período de mucho cambio, y planteaban que la macroevolución era un área relativamente independiente de la microevolución. La macroevolución funcionaba de manera analógica con la selección natural, que era la selección de especies. Ciertas características particulares de las especies tenían una correlación con una tasa de supervivencia de la especie o de las especies que compartían esa característica, mayor que otra de un linaje hermano. El patrón de diversidad cambiaba a favor de este linaje en detrimento del hermano. Mucha gente consideró esto como una especie de sacrilegio, porque esto no había sido dicho por Darwin. Pero en la charla que dio en Puerto Madryn, Eldredge contó que tuvo acceso en Cambridge a unos cuadernos de Darwin en los cuales él había tomado nota de algo que le había planteado su maestro de geología Charles Lyell en torno de lo que decía un tal Bucchi: ¿por qué no podemos considerar a las especies como individuos, en cuanto a que tienen un tiempo de vida?

–Bueno, que Darwin lo haya dicho o no, no es muy importante.

–No desde un punto de vista teórico, pero sí histórico.

–¿Y ahora en qué está la cosa?

–Bueno, esa teoría del equilibrio puntuado generó una discusión muy fuerte durante un par de décadas. Mi visión es que en los últimos años las ideas fueron incorporadas a una visión mucho más profunda y más explicativa de la evolución. La teoría del equilibrio puntuado planteó tres aspectos centrales. Uno es la revitalización de la paleontología como una ciencia que dejó de ser simplemente descriptiva. Por otro lado, una crítica a lo que hasta ese momento se planteaba como el programa adaptacionista: la visión de que la selección natural lo podía todo. El tercero es la creación de una disciplina nueva, que surge de la confluencia entre la evolución y la biología del desarrollo. Creo que ésa es una de las fronteras de la biología, porque ellos son los que tratan de ver cómo la información contenida en los genes produce un individuo adulto y cómo esos patrones del desarrollo producen distintos planes de organización corporal.

–Y para finalizar, hagamos tres líneas de homenaje a Lamarck, que justamente en 1909, hace doscientos años, publicó la primera teoría completa de la evolución, aunque fuera errónea.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.