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Ciencia|Miércoles, 24 de marzo de 2010
Entrevista con Hugo Levato, Astrofísico, director del Instituto de Ciencias Astronómicas

Adivinando extrañas estrellas

Triste destino el del jinete, que debe saltar de los ferrocarriles a los fotones y de éstos a las estrellas con europio y cerio en su superficie. Aunque él crea que sí, así nunca encontrará la Verdad que anda buscando.

Por Leonardo Moledo
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–¿Quiere que le diga una cosa? Me da vergüenza, pero igual...

–A ver...

–Se me borró la primera parte de este diálogo y ahora estoy tan preocupado que ni sé dónde estábamos.

–Estábamos con las estrellas que, por alguna razón, cambian su composición química superficial.

–Bueno, pero antes digamos que usted es astrofísico, director del Instituto de Ciencias Astronómicas de la Tierra y del Espacio, y que va a participar en el Workshop “Orígenes del Universo y de Vida” el 25 de marzo. La jornada se llevará a cabo en el Palacio San Martín y contará con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

–Efectivamente.

–Bueno, y ahora sí: usted estudia: estrellas que tienen elementos raros en lugares raros.

–Cuidado con eso, porque no es que el objeto tenga más cromo o europio. El cromo o el europio están igual que en el Sol, pero suben.

–¿Por qué?

–Esas estrellas, que son muy estables, rotan muy lentamente y algunos iones se van para arriba y otros se hunden, por un efecto que se llama difusión. La teoría de la difusión hace que la gravedad tire hacia abajo algunos iones y otros, que también son tirados por la gravedad hacia abajo, absorben una radiación de tal manera que son empujados hacia arriba. Esos iones son cromo, europio... Esas estrellas son muy particulares, y desde la década del 40 se vienen estudiando en Argentina.

–¿Y qué se estudia de esas estrellas? Porque cuando voy cabalgando por el campo y miro las estrellas, a lo mejor estoy viendo una de ésas.

–¿Puedo hacer una pregunta yo?

–Adelante.

–¿Qué busca cabalgando tanto entre temas tan diferentes?

–Si lo supiera... Tal vez la Verdad, así con mayúscula.

–No pide poco usted..., pero volviendo a las estrellas, a estas estrellas anómalas... Lo primero que se intenta es determinar por qué esas estrellas tienen esos efectos y otras estrellas no. De ahí se fue descubriendo que estas estrellas eran muy estables (es decir, que rotaban muy lentamente) y que de ahí provenía el efecto de difusión. Otra cosa: no en cualquier temperatura se puede producir el efecto, sino que se produce en las que están en el orden de los 10 mil grados de temperatura superficial (el Sol tiene 3 mil y ahí no se produce). Tercero: no se produce en estrellas donde la radiación se transfiera por convección. La convección es el mismo mecanismo por el cual usamos las estufas: burbujas de gas más calientes del interior de la estrella se intercambian con las que están afuera. Cuando esto sucede, todo se mezcla, por lo cual no hay estratificación de ningún ion, todos los iones están mezclados. También se descubrió que para formar una estrella de cromo o de estroncio se necesita un cierto período de tiempo, porque el proceso de movimiento de los iones es lento.

–¿Cuán lento?

–Se necesitan 100 millones de años para lograr tener una estrella de silicio, por ejemplo.

–No es poco...

–No... Y en cien millones de años va a seguir buscando la Verdad.

–No voy a durar tanto.

–Bueno... En última instancia, con nuestro trabajo le agregamos granitos de arena a la respuesta a las preguntas fundamentales: de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos. Tratamos de determinar cómo se forman estos objetos, por qué evolucionan, como evolucionan, por qué el universo tiene en nuestra galaxia ese objeto, mientras que en las nubes de Magallanes (las dos pequeñas galaxias satélites de la Vía Láctea) no... En realidad, en las nubes de Magallanes los encontramos, pero las nubes tienen una metalicidad diferente. Los astrofísicos le llaman metalicidad a todo lo que no sea hidrógeno y helio. Las nubes de Magallanes tienen una metalicidad mayor que la galaxia nuestra: ahora se está estudiando de qué manera influye esa metalicidad en el proceso de formación de estrellas.

–¿Qué telescopios se usan?

–Nosotros tenemos acceso fuertemente a un telescopio del orden del metro cincuenta, dos metros. Y ahora, con el Gémini (consorcio de siete países que manejan un telescopio en Hawai y uno en el norte chileno), tenemos acceso a un telescopio de 8 metros unas 18 noches al año. Argentina aporta al proyecto el 2,5 del presupuesto y tiene derecho a usarlo el 2,5 por ciento del tiempo.

–En la parte que se borró, usted me hablaba de los cúmulos abiertos. ¿Qué son? ¿Qué relación tienen con estas estrellas?

–Bueno, los cúmulos abiertos también se caracterizan por poder tener objetos anómalos. Algunos los tienen y otros no. Hay cúmulos abiertos que tienen muchísimos objetos químicamente peculiares y hay otros que no tienen nada. Por qué ocurre esto es algo que no sabemos.

–¿Y por qué cree que pasa eso?

–Yo creo que es un problema evolutivo, donde intervienen los campos magnéticos. Todavía no está bien estudiado en astrofísica. Sabemos que tienen influencia, pero todavía no hay una teoría comúnmente aceptada de cómo influyen en la evolución estelar. Sí sabemos cómo influye el campo magnético en el Sol.

–A ver...

–Bueno, el Sol no tiene un gran campo magnético, pero su actividad está fuertemente regulada por ese campo. La Tierra está recibiendo continuamente una lluvia de partículas cargadas del Sol. Cuando hay una tormenta solar aparecen problemas en las comunicaciones... Eso ocurre en un planeta como el nuestro, que no sabemos si es un planeta típico porque no tenemos con qué compararlo porque es el único sistema que conocemos a fondo. La astronomía atraviesa una etapa de estudio de sistemas solares fuera del nuestro. Se están estudiando las estrellas centrales de esos sistemas, para ver si son similares al sol.

–¿Y son como el Sol?

–Hay algunas que son como el Sol, hay otras que son distintas (un poco más calientes o un poco más frías). Inclusive los planetas que rotan alrededor de esas estrellas solares son diferentes al nuestro...

–Pero esos son los que se ven...

–Claro. Pero el satélite Kepler, ahora, está descubriendo muchos planetas terrestres.

–¿Cómo hace?

–Si mal no recuerdo, funciona observando el cambio de brillo de la estrella central. Cuando pasa el planeta delante de la estrella central, el Kepler detecta el eclipse.

–¿Y qué más se puede saber de esos planetas terrestres, además de que están?

–Ah, para eso hay que ir. Y para poder ir hay que aumentar la velocidad. Nosotros llegamos a 40 mil, 50 mil kilómetros por hora. Tenemos que llegar a eso, pero por segundo. Si llegáramos a esa velocidad, habría voluntarios que aceptarían hacer viajes a las estrellas más cercanas.

–¿No estamos fantaseando un poco ahí?

–No. Se presentarían voluntarios, como se presentaron voluntarios para todas las misiones experimentales (como, por ejemplo, qué es lo que pasa en gravedad cero desde hacer el amor hasta comer de determinada manera). O ir a Marte...

–Pero ir a Marte es una cosa; ir a Alfa del Centauro es salir del sistema solar... Es otra cosa.

–Sí, es cierto, pero yo creo que es una inversión de dinero.

–Yo creo que hay una cuestión cultural también...

–Bueno, pero es similar a cuando Colón se lanzó a su aventura, porque terminó yendo hacia lo desconocido. Y creo que en el ser humano subsiste ese espíritu aventurero, ese afán por conocer. Imagínese el impacto que tendrían estas investigaciones, no sólo para la astronomía. Encontrar una mísera bacteria fuera de la Tierra traería una verdadera conmoción a la filosofía, a la religión, a la sociología. Pero todavía no hay nada de eso. Lo más parecido fueron las larvas de 380 micrones, similares a las larvas fosilizadas encontradas en el meteorito que cayó desde Marte en la Antártida. Pero el asunto es que ese fue descubierto 13 mil años después de estar enterrado en la Antártida, entonces no se puede asegurar que esas larvas sean marcianas. No es un meteorito fresco.

–Estamos muy en el principio de la exploración espacial, ¿no?

–Sí. In situ se ha llegado a la Luna y nada más, aunque hay sondas y rastreos que fueron muchísimo más lejos. No se olvide del proyecto SETI, que tiene la misión de detectar señales que provengan del espacio. Ahora el vicepresidente de Microsoft hizo una donación muy importante de radiotelescopios que reactiva el proyecto. Se revisarán cerca de un millón de estrellas. Estos radiotelescopios son capaces de detectar cualquier emisión que provenga de una civilización inteligente que tenga radiotelescopios. Si se toma la ecuación de Frank Drake y se pone en optimista le da más o menos un millón en nuestra galaxia; si se pone pesimista, le da 10 mil...

–Y siendo muy pesimista da una.

–Es que las otras fracciones deben tener algún valor distinto de cero. Podrían tener cero, pero si fuera así el proceso que dio origen a la vida sobre la superficie terrestre habría sido único, lo cual es increíble, aun teniendo en cuenta las dos opciones que hay en este momento. Una es que la vida vino de afuera. Esta teoría se ha reactivado mucho en los últimos tiempos, porque parece ser que hay gente que ha detectado que hace 3 mil millones de años hubo como seis o siete impactos de meteoritos grandes, del orden de 50 kilómetros de diámetro. La otra es que se ha generado en la propia Tierra. De cualquier maneras, es muy difícil pensar que el proceso haya sido exclusivo de nuestro ínfimo planeta. Hay que buscar lugares donde el agua no se evapore ni se congele.

–Pero también está el asunto de que la búsqueda de vida está basada en el carbono, cuando en realidad podría haber vida basada en el silicio, por ejemplo.

–Hay una teoría que postula que el silicio también podría ser un transmisor de la vida. Porque en el caso terrestre, el agua es lo que transporta la vida. Por eso es importante ver qué pasó en Marte, porque en Marte hay vestigios de que hubo agua en grandes cantidades y que, por alguna razón, desapareció. Tal vez el Marte actual sea una imagen del futuro de la Tierra. La mayor parte de la gente que trabaja en estas cosas cree que hay vida en otros lugares.

–Es una creencia.

–Sí. Pero una creencia muy razonable.

–Y que yo comparto absolutamente.

Informe: Javier Vidal.

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