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Ciencia|Miércoles, 22 de agosto de 2012
Diálogo con Pablo Schilman, director del laboratorio de ecofisiología de insectos, FCEN

De insectos y pequeñas hormigas de fuego

Cambios mínimos en factores como la temperatura y la humedad del ambiente afectan enormemente la vida de los insectos, modifican su metabolismo interno y también sus comportamientos más elementales.

Por Leonardo Moledo
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–Usted es doctor en biología y dirige el laboratorio de ecofisiología de insectos.

–Sí, un laboratorio de muy reciente formación.

–¿Y qué hacen?

–Los insectos son, por un lado, animales hectotérmicos, es decir, su temperatura varía junto con la temperatura ambiente y además son animales muy pequeños, por lo cual la relación superficie-volumen es muy grande. Los factores abióticos que más influyen en los animales son la temperatura y la humedad. En el caso de los insectos los afecta mucho, porque la variación de la temperatura corporal hace que varíe su tasa metabólica y que varíen muchas otras cosas. En cuanto a la pérdida de agua, como se trata de animales muy pequeños y la relación superficies-volumen es muy grande, tienden a perder mucha agua por la superficie. Esas son las dos claves que pueden, de alguna forma, interesarnos más, y que engloban todo nuestro trabajo.

–¿Y qué hacen con eso?

–Recién empezamos. Ahora tenemos algunas líneas de trabajo relacionadas con vinchucas, y trabajamos en relación con el laboratorio de fisiología de insectos.

–Ellos me dijeron, la semana pasada, que venga a conversar con usted.

–Y nos interesa, por un lado, medir bien el efecto de la temperatura en las vinchucas. Por un lado, sabemos que cambia su tasa metabólica. En general, eso se ve con un cociente que mide cuánto varía su metabolismo con cada diez grados de diferencia. Al saber eso, y al ser insectos hematófagos vectores de enfermedades, un aumento en la temperatura ambiente lo que hace es que aumente la tasa metabólica del insecto, que consuma los nutrientes más rápido y que tenga que picar más seguido, con el consiguiente potencial aumento de la tasa de transmisión de la enfermedad (sea una vinchuca, un mosquito o cualquier insecto vector hematófago). Por otro lado, nos interesa también ver las características fisiológicas de los insectos que pueden, de alguna forma, determinar su distribución.

–¿Por ejemplo?

–Si yo tengo dos especies diferentes de vinchuca, puedo medir ciertas cosas, como puede ser la tolerancia a la temperatura, la temperatura crítica máxima. Si una de las especies aguanta hasta 45 grados y la otra hasta 35, en algún ambiente donde la temperatura supere los 35 grados, la especie que tiene su temperatura máxima en 35 no podría habitar. Lo mismo ocurre para el frío: hay especies más y menos resistentes y eso va a impactar en su distribución.

–¿Tienen algún otro eje de investigación?

–Tenemos un pequeño proyecto, en colaboración con un laboratorio de control biológico, en el que trabajamos con una hormiga, la “pequeña hormiga de fuego”. Esta hormiga, muy pequeñita, es tropical, y la distribución sur llega hasta la provincia de Buenos Aires. Lo que se hace es juntar hormigas de Zárate. Genéticamente es una hormiga invasora; hay un listado de las 100 especies invasoras más perjudiciales y ésta está dentro de esa lista. Lo que vieron en ese laboratorio recientemente es que ahora invadió más zonas en el Mediterráneo y en Israel y esta invasión, que es bastante reciente (fue reportada hace 15 o 20 años), fue realizada por hormigas, cuya información genética es muy parecida a las hormigas que se recolectan acá, en Zárate. Como es justamente la distribución más sur de la población, es la que estaría adaptada a temperaturas más frías. Con este modelo, también, estamos viendo el tema de tolerancia a temperaturas máximas, mínimas, y el período de aclimatación para ver la flexibilidad.

–¿Y la idea es combatir a esta hormiga?

–La idea mía, personal, no es combatirla, es simplemente estudiarla. Si después sale información relevante para combatirla, bienvenido sea. Lo mismo pasa con el caso de la vinchuca: mi idea no es, aunque sería buenísimo, terminar con el Chagas; a mí me interesa una visión más básica de la ecofisiología de insectos. Si eso tiene algún aporte a futuro, mucho mejor, pero no es el objetivo final de lo que yo hago.

–Hablemos de la pequeña hormiga de fuego... Me gusta el nombre. ¿Es una plaga?

–Es una especie invasora común y tiene características similares a otras especies, como la hormiga argentina. Por ejemplo, existen muchas reinas por colonia, con lo cual es más fácil que accidentalmente se transporte una reina a otra zona y ese tipo de cosas. Igual que la hormiga de fuego, que tiene aguijón, pica y es una molestia para las personas, la pequeña hormiga de fuego es lo mismo pero en más pequeña. Molesta un poco menos por el tamaño, pero es similar.

–Las colonias de la hormiga de fuego pueden ser inmensas...

–Sí, igual que la hormiga argentina. Tienen súper colonias: yo estudié una que iba, por ejemplo, desde Tijuana hasta el norte de California (son unos 800 kilómetros). En Europa también hay una colonia de miles de kilómetros.

–¿Y tienen reinas cada tanto?

–Sí, muchísimas. Uno agarra un nido, saca y encuentra un montón de obreras y varias reinas.

–¿Y por qué se dice que es una sola colonia?

–Como muchos otros insectos, pero más particularmente, las hormigas son insectos que utilizan mucho claves químicas de contacto, el equivalente al gusto nuestro. Por ejemplo, el perfil de hidrocarburos que tiene la cutícula, la parte de afuera de los insectos, hace que las hormigas se reconozcan, ya sean de la misma especie, de especies diferentes o, dentro de la misma especie, de colonias diferentes. Son muy agresivas entre sí: dos obreras de una misma especie pero de dos colmenas diferentes, si uno las pone juntas, van a pelear.

–¿Y una va a matar a la otra?

–En general, sí. En estas colonias, justamente, nos damos cuenta de que no se desencadena ese comportamiento agresivo, porque se reconocen como pares. El perfil no es lo suficientemente distinto como para percibirla como miembro de otra colonia.

–¿Cada una sabe a qué reina reporta?

–No, no. Quizá decirle “reina” es un mal nombre. La reina lo único que hace es poner huevos; la organización no es jerárquica ni verticalista. En realidad, el hormiguero es un sistema más autónomo, donde se generan o salen comportamientos o cosas muy sofisticadas a partir de decisiones muy simples de cada uno de los individuos.

–¿Cómo es eso?

–Por ejemplo, las abejas controlan la temperatura del panal con una precisión muy grande, sobre todo donde está la cría. ¿Cómo lo hacen? Por ejemplo, si sube la temperatura hay abejas que se ponen en la entrada de la colonia y abanican sus alas para hacer una corriente de aire y refrigerar la colonia; si hace más calor todavía, buscan agua y la meten adentro. Todo esto está dado simplemente porque toda la población, las miles de obreras, tienen diferentes umbrales de respuesta para algo. Lo que sucede, entonces, es que cuando empieza a aumentar la temperatura, hay una población de las obreras que tiene un umbral de respuesta para empezar a abanicar más bajo que el resto, de modo que empiezan. Si sigue subiendo la temperatura, empiezan otras que tienen umbrales más altos, y así. El sistema se autorregula con decisiones individuales muy simples en las que la reina no tiene nada que ver.

–Pero a veces decide enjambrar una reina...

–La palabra “decide” es algo complicado. Pero, en realidad, deciden más las obreras que la reina. Si la reina muere, las obreras se dan cuenta porque faltan determinados olores y cuestiones químicas que perciben. Eso hace que empiecen a alimentar a alguna larva con jalea real, para que salga una nueva reina. Las obreras casi que deciden más que la reina; hasta podría decir que la reina es casi una esclava de las obreras, es una máquina de poner huevos.

–Dentro de todo, es una monarquía representativa.

–O ninguna monarquía... tal vez sea mejor.

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