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Ciencia|Miércoles, 12 de diciembre de 2012
Diálogo con Mónica Adler, bióloga, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

Sin lugar para los líquenes

Con variedades diversas, los líquenes son producto de la simbiosis entre hongos y algas que crecen uno gracias al otro. A pesar de ser longevos, por su fragilidad en el laboratorio y su largo tiempo de crecimiento, resultan un tema poco transitado.

Por Fernando Moledo
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–Biología y biodiversidad de líquenes.

–Efectivamente.

–Empecemos por aclarar qué son los líquenes.

–Bueno. Hay distintas formas de crecimiento de líquenes. En realidad, son hongos que están en relaciones simbióticas con algas o con cianobacterias. Son poblaciones de algas microscópicas, verdes, que están en general en una capa. El alga o la cianobacteria le da un hidrato de carbono al hongo, lo alimenta, y el hongo le da protección.

–¿Cómo le da protección?

–La mayor parte de la masa del liquen es fúngica. Es un hongo. Ese hongo envuelve al alga y le forma una capa que le impide el paso de la luz o que disminuye la radiación, protegiéndola de la vegetación, porque se hidrata rápido. Incluso se hidrata con niebla o con humedad ambiente. O sea que pueden colonizar ambientes desde muy húmedos hasta muy secos.

–¿Pero qué son los líquenes?

–Tendría que ver unas muestras. Son multicelulares, algunos incluso son muy grandes. Piense en esas barbas amarillas que cuelgan de algunos árboles en el sur. Yo trabajo con líquenes foliosos, que si usted los ve no puede creer que sean hongos. Mire, acá tengo uno. Son verdosos porque tienen muchas algas adentro. Adoptan formas de crecimiento de distinto tipo. Fíjese: acá tengo uno folioso y allí uno fruticoso. A partir de estos líquenes nosotros aislamos el hongo solo y lo cultivamos. Los fruticosos son como ramitas que tienen arriba copas donde están las esporas. Las copitas donde fructifican las esporas a veces están y a veces no. En este caso están, pero para verlas necesitaríamos una lupa.

–¿Y qué es lo que hace usted específicamente?

–Yo hago estudios de biodiversidad, estudio qué variedad de especies hay en el país. Trabajé mucho en la provincia de Buenos Aires, en los bosques Andino-Patagónicos, en Córdoba y en el Noroeste. Pero también tengo una línea de cultivos en la cual buscamos sustancias diversas...

–A ver...

–Bueno, los líquenes producen una gran diversidad de sustancias, muchas en actividad biológica. Algunas son antibacterianas, antifúngicas, algunas son anticancerígenas. Y estamos buscando sustancias nuevas en cultivos del hongo solo: sacamos el hongo de ahí, lo cultivamos en condiciones estériles, lo dejamos sólo y buscamos las sustancias en distintos medios. Esto lo hacemos en colaboración con gente de química orgánica. De uno de los que tengo aquí, por ejemplo, sacamos un honguito blanco y logramos que produjera las sustancias del liquen, que no es fácil.

–¿No es un liquen?

–No, es el hongo solito sacado del liquen. Para dar la forma, por lo general, para llegar a eso, necesita del alga. A veces un poco de la forma la da en el cultivo, pero por lo general, para formar el liquen, necesita el alga. No va a crecer nunca como lo ve usted aquí, necesita estar con el simbionte. Estamos buscando eso, en parte, por razones teóricas. En muchos casos es muy difícil producir en cultivo la sustancia del liquen natural; muchos dicen que necesita el alga. Esa es una cuestión teórica. Y después está la cuestión práctica: en cultivo se encuentran muchas más cosas que las que se encuentran en simbiosis.

–Estamos rodeados de líquenes.

–Así es.

–¿Primero viene el alga y después el liquen? ¿Cómo es la cosa?

–Para la reproducción, lo que se piensa es que se reproducen juntos. Y algunos bichitos que se los comen también los parten y cuando defecan, defecan los pedacitos juntos. No se sabe bien por qué producen tantas esporas. Porque en realidad es mucho más eficiente la reproducción de los dos juntos. Bueno, hay muchas cosas que no se saben porque no se pueden experimentar.

–Podría ser algo que “quedó” de la evolución...

–Yo pienso que sí, porque realmente no tiene ninguna lógica.

–No perturba a la otra y es, digamos, un residuo fósil.

–Algo así. Yo pienso que sí, pero hay gente que dice que no entiende cómo quedó como residuo algo que gasta tanta energía. Porque algunos se llenan de esas esporas, es como si gastaran energía al divino botón.

–Tal vez no hubo tiempo de eliminarlos...

–No lo sé, ni se sabe. La simbiosis, igualmente, es muy eficiente porque da organismos muy longevos. Y como son tan lentos, no sé si es tan grande el gasto de energía, no está verdaderamente calculado eso. Porque en realidad los que forman las copitas son muy parecidos a los que no forman las copitas. Lo que se dice es que en realidad es la misma especie que adopta distintas formas según las condiciones ambientales. Por ahí el hecho de que esté como residuo las que forman las copitas que dan las esporas demuestra que no es un gasto de energía tan grande, no es un desperdicio tan grande para la especie.

–Evolutivamente podría aguantar.

–Yo pienso que sí, que no hay tanto gasto de energía. De todos modos no hay cálculos, hay poca experimentación. Es algo muy difícil de trabajar, porque se mueren en seguida cuando uno los transporta o cuando los mete en el laboratorio.

–¿Pero es posible calcular esos gastos de energía?

–Yo pienso que sí, pero eso lo tienen que hacer los ecólogos. Son mediciones de peso en poblaciones, y no es mi especialidad. Pero pienso que se debería poder hacer. Se debería poder medir tanto el gasto de energía como el peso de apotecio, por ejemplo, de las copitas en relación con la masa de toda la especie. Pero eso tiene que hacerse con el criterio taxonómico de incluir dentro de la especie no sólo las que forman las copas sino las otras. Ahora, para eso hay que cambiar el criterio, porque algunos no consideran que sean la misma especie. Hay muchas cosas que están en pañales, en plena discusión, y faltan muchos datos experimentales. Ese es el problema. Nadie trabaja en líquenes, es muy difícil experimentar.

–¿Por qué?

–Porque se mueren en laboratorio y hay que cultivarlos por separado, tardan mucho tiempo en crecer. Es un proceso sumamente lento, y los líquenes son muy longevos. Hay algunos que tienen cuatrocientos o mil años y viven en los glaciares. De hecho, se pueden datar los glaciares en base al diámetro de los líquenes. Es difícil trabajar y muy poca gente está en esto, porque al crecer despacio y no tener una utilidad práctica inmediata, no resultan muy atractivos a simple vista. Utilidad práctica... en realidad dos o tres especies están extinguidas porque fueron utilizadas para hacer perfumes. Eso no se repone en la naturaleza a la velocidad con que uno los saca. Como al cultivarlos en laboratorio tampoco da lo que es el liquen natural, no da el color, no da la sustancia, no da nada y además las publicaciones son bastante difíciles, resulta un tema complicado para estudiar. Hay gente que tiene líneas de investigación muy productivas porque tienen la posibilidad de publicar rápido.

–Es interesante eso... Cómo lo institucional determina los temas que se investigan.

–Sí, es así. Y como hay poco, las revistas de líquenes tienen muy poco impacto. Por eso nosotros tratamos de publicar en revistas de micología, que tampoco es fácil porque los liquenólogos no “rinden” en estatus. No hay audiencia para los líquenes.

–Es un círculo vicioso.

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