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Ciencia|Miércoles, 27 de marzo de 2013
Diálogo con Eduardo Malanino, doctor en Geología

Glaciares y cambio climático

Las variaciones en la radiación solar que llega a la Tierra determinaron, hace más de veinte mil años, las grandes glaciaciones. Los avances y retrocesos de los glaciares de hoy suelen atribuirse al cambio climático producido por el hombre y puede ser objeto de controversia.

Por Leonardo Moledo
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–Cuénteme.

–Yo básicamente trabajo en dos temas. Uno es cuaternario: glaciación, cambio climático, todo lo que tiene que ver con las glaciaciones, básicamente a partir de fines del plioceno hasta los últimos avances glaciarios que hubo en períodos históricos.

–Hablemos de eso primero.

–Bueno, básicamente yo trabajo en el campo de hielo patagónico, con las glaciaciones que ocurrieron en períodos posglaciares. Después de la última gran glaciación, que fue hace 23 mil años más o menos, hubo glaciaciones. A partir de ahí los glaciares retrocedieron; esas grandes glaciaciones que hubo (por ejemplo en el lago Buenos Aires yo encontré seis) tuvieron que ver con variaciones de la radiación solar que llega a la Tierra, porque la Tierra tiene movimientos diferentes a lo largo del tiempo, ciclos, que hacen que varíe la cantidad de radiación que llega. El que determinó eso fue Milankovich hace mucho tiempo: cuando él lo dijo, no podía probarse, pero finalmente se probó. También estudio, allí, lo que ocurrió después del último retiro del glaciar.

–Hace 23 mil años.

–Sí. Hubo varias oscilaciones. Hace 23 mil años es el máximo y ahí empiezan a retroceder. Hace 13 mil años los glaciares estaban bastante más atrás incluso de la posición que tienen ahora. A partir de ahí, hay un reavance muy importante en el Hemisferio Norte, que fue muy fuerte, y que durante mucho tiempo fue una verdadera incógnita, porque tuvo la magnitud que tuvieron las grandes glaciaciones. Pero aparentemente eso tuvo que ver con una ruptura de un lago glaciario que había en el norte de Canadá, que solubilizó parcialmente la salinidad del Atlántico y detuvo la corriente marina profunda. Eso provocó un enfriamiento que...

–¿Eso cuándo fue?

–Hace 13 mil, 11 mil años. Lo interesante de esto es que durante mucho tiempo no se supo cuál era la causa. Y ésta que le cuento es solamente una teoría muy probable: al liberarse un enorme lago que había en Canadá, el agua dulce se mezcló con la corriente salina y en lugar de hundirse, porque la corriente se hunde en el Atlántico Norte, se quedó en superficie. Al quedarse en superficie, sobreenfrió el Hemisferio Norte. Durante el máximo glaciario, el norte de Canadá está cubierto de hielo. Lo que ocurre ahí es que toda el agua de fusión glaciaria drenaba por el Mississippi hasta el Golfo de México. Había un enorme lago entre el borde de hielo y la salida finalmente del emisario, que era el Mississippi. En un momento determinado, se rompe el último cierre que había... Hay dos opciones: uno es que es la bahía de Hudson, que ahí estaba la masa de hielo y de repente se rompió, y ese lago gigante, porque es un lago gigante... cuando usted piensa que los lagos actualmente en el límite de Estados Unidos y Canadá representan sólo un 15 por ciento de ese lago gigante, se da cuenta de la magnitud que tenía. Se llamaba Agassiz. Cuando se rompe ese último cierre que tenía, se vacía catastróficamente hacia el Artico. El problema es que en ese momento está la corriente marina profunda y se hunde, viajando por el fondo oceánico. Después vuelve a ascender ya en el Hemisferio Sur. Esa corriente funciona como transportadora de temperatura de lugares donde es muy alta a donde es muy baja y viceversa; uniformiza la temperatura planetaria. El problema es que, si yo la paro, voy a tener un sobreenfriamiento en el Hemisferio Norte. Eso fue lo que pasó, en teoría.

–¿Fue ahí donde se cerró el estrecho de Bering?

–No, esto es al revés. Lo que hay aquí es la liberación de un lago de agua dulce enorme que se mezcla con la corriente salina, que a esa altura está en superficie, pero que se empieza a hundir por una diferencia de densidad, le quita la densidad, y eso hace que todo el sistema se pare, se sobreenfríe el Hemisferio Norte y se produzca la glaciación. Esa glaciación nunca se la había encontrado en el Hemisferio Sur, y la hallamos con un colega en el campo de hielo patagónico. En Puerto Banderas, en el lago Argentino, estamos entre 13 y 11 mil años. A partir de ahí retrocede de vuelta la glaciación pero hay, en tiempos históricos, avances glaciarios. Se llaman neoglaciaciones, porque ya no tienen la magnitud de las grandes glaciaciones. Y éstas son interesantes porque las dispara la radiación solar. El Sol tiene ciclos de mayor y menor actividad. Y esto, justamente, con el tema de observaciones circunstanciales que se hacían a lo largo de mucho tiempo, presencia o ausencia de manchas solares, permitió llegar a la conclusión de que hay períodos en que el Sol tiene baja actividad...

–La pequeña edad del hielo.

–Exactamente. Pero la pequeña edad del hielo no es verdaderamente una pequeña edad del hielo. Son varios eventos de enfriamiento separados por eventos de mayor temperatura.

–La pequeña edad de hielo hizo que los vikingos dejaran de viajar a América, por ejemplo.

–Claro, pero no fue una sola. Esa es la cuestión. Acá se metió todo en la misma bolsa, a tal punto que incluso se discutió durante mucho tiempo su existencia. Eso es algo que discuten mucho los meteorólogos. Porque acá hay un problema: si se acepta que hay ciclos en los que el Sol pasa por mayor o menor actividad solar, y cuando hay menor actividad solar hay una relación directa con avances glaciarios y cuando hay mayor actividad con retrocesos glaciarios, hay que reconocer que el clima es algo notablemente variable, no es que permanece constante y de repente hay grandes cambios. No sólo se enfría, sino que también se calienta. La media global, durante un mínimo glaciario, pasa por uno y medio grado menos que la media normal.

–¿Y cuánto dura?

–Y, en el orden de unos 180 años. Y acá viene una cuestión interesante. Nosotros vemos esto en el campo del hielo patagónico; nosotros tenemos cierres morénicos que se pueden datar muy bien, porque esos cierres son cierres neoglaciares que están relacionados con esta variación solar. Hay muchos métodos para datarlos, con errores relativamente pequeños. Lo interesante, incluso en algunos casos...

–¿Qué es el depósito morénico?

–Cuando el glaciar avanza empuja detritos, y cuando retrocede deja algo. Eso es el depósito. Cuando uno se fija cómo son los valores, hay una separación temporal muy rítmica con respecto a ese tema. Y lo interesante es que el último enfriamiento, que es el mínimo de Dalton, ocurre hace aproximadamente ciento y pico de años. Desde entonces, subió la temperatura. Y acá viene una discusión clave...

–Si el calentamiento global tiene que ver con el hombre o no.

–Claro. Los que apuestan fuerte a que es el hombre el principal agente son los del IPCC, para el que yo trabajé entre 1994 y 1998. A mí me pidieron hacer toda la parte de evolución de la criosfera de América del Sur. Nosotros tenemos dos glaciares paradigmáticos: uno es el Moreno, que supuestamente está en equilibrio, aunque en realidad avanza. Cuando se topa con la península de Magallanes, se hace un cierre y el agua rompe el cierre. Pero si no estuviera la península, avanzaría. El otro es el Upsala, un glaciar que tiene una tasa de retroceso alucinante. No hay ningún otro glaciar que retroceda a esa velocidad, y por eso está puesto como el ejemplo del calentamiento global antropogénico. Lo venimos estudiando desde el año ’91, y llegamos a la conclusión de que es un glaciar que retrocede mucho porque tiene problemas mecánicos. El problema es que ese glaciar, cuando avanzó, se apoyó en esos arcos morénicos, de los que le hablaba, que son como montañitas transversales al lecho del lago. Cuando retrocede y está apoyado, no hay problema, pero de repente pierde parte del frente. Y ahí se sueltan 300 o 400 metros de frente glaciar. Bueno, y hay otros fenómenos como que el agua... Pero lo importante aquí es que nosotros determinamos que si retrocede es por motivos mecánicos, no climáticos.

–¿Y entonces?

–Cuando yo escribí todo esto para IPCC me sacaron esa parte. Yo pregunté por qué y me dijeron que no podían poner todo, pero el problema era que no estaba poniendo lo que se quería demostrar, que era que el glaciar retrocedía por cuestiones climáticas. Yo demostraba que retrocedía por razones mecánicas. Eso me produjo un fuerte desencanto, porque me da la sensación de que cualquier argumento en contra de la antropogénesis del calentamiento global hay que silenciarlo.

–¿No cree entonces en la antropogénesis del cambio climático?

–Durante mucho tiempo creí que era así, pero a medida que fui avanzando con el trabajo de campo fui poniendo en cuestión mis suposiciones.

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