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Ciencia|Miércoles, 11 de febrero de 2015
Diseñan un sistema de comunicaciones para mejorar la respuesta ante accidentes o catástrofes

Cuando Internet sirve en la emergencia

El celular, las cámaras de vigilancia, la tarjeta SUBE, entre otros dispositivos de uso cotidiano, pueden funcionar como un gran sistema avanzado de comunicaciones. El modelo fue desarrollado por científicos del Conicet junto a colegas de otros países.

Por Pedro Lipcovich
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Un equipo internacional en el que participan científicos del Conicet diseñó un sistema avanzado de comunicaciones que permitiría mejorar la capacidad de respuesta en caso de accidentes o catástrofes: el sistema se basa en Internet de las Cosas, que aprovecha la conexión a la red, no sólo de computadoras o smartphones, sino de prácticamente todo instrumento que pueda obtener y suministrar información: en catástrofes, esto permitiría disminuir el tiempo necesario para trasladar a los heridos, en un contexto en el que cada minuto ganado disminuye la mortalidad en un seis por ciento. Para ejemplificarlo, los investigadores tomaron como caso el siniestro ferroviario en la estación Once que, el 22 de febrero de 2012, causó 51 muertos y unos 600 heridos. Pero la atención en catástrofes es sólo una de las aplicaciones. Los sistemas basados en Internet de las Cosas prometen reformular infinitos aspectos de la vida cotidiana: desde lograr autos que se entiendan entre sí para prevenir choques, hasta diseñar sistemas para preservar, a la vez, la autonomía y el cuidado de los ancianos.

El trabajo fue publicado en la revista Sensors: lo firman Javier Orozco y Rodrigo Santos –de la Universidad Nacional del Sur y el Conicet– junto con investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña y de la Universidad de Chile. El texto recuerda que “Internet de las Cosas es uno de los conceptos más disruptivos y desafiantes desarrollados en los últimos años” y observa: “Usualmente, un dispositivo incluido en Internet de las Cosas, por ejemplo, una cámara de vigilancia, puede ser parte de más de una solución: por ejemplo, puede asistir a un sistema de seguridad y a un sistema automático de detección de incendios. Esta multifunción es muy recomendable, pero incrementa las dificultades para diseñar los sistemas”.

En esos rompecabezas formados por infinidad de aparatos diferentes, la novedad que proponen consiste en diseñar modelos que puedan probarse antes de entrar en funcionamiento. “Las emergencias en áreas urbanas, como descarrilamientos de trenes, incendios, explosiones accidentales o intencionales, plantean el desafío de la falta de sistemas que permitan diagnosticar tempranamente la situación y contar con información para tomar decisiones. El tiempo de reacción y la eficiencia en la primera respuesta es crucial: se ha probado, para choques de autos, que reducir el tiempo de respuesta en un minuto aumenta en un seis por ciento la cantidad de vidas salvadas; este número probablemente sea válido para otros siniestros urbanos”, señala el artículo.

Para ejemplificar esto, “analizaremos algunos aspectos de la respuesta que tuvo lugar el 22 de febrero de 2012, luego de un siniestro ferroviario en una estación central en Buenos Aires, Argentina”. El trabajo advierte que esa estación “es un lugar clave, en el que la respuesta a emergencias debería estar planificada, ya que el impacto potencial de un accidente es previsiblemente elevado”. Señala que “aunque el accidente fue grabado por varias cámaras de vigilancia, ni se activaron alarmas automáticas ni se compartieron las grabaciones con los centros de emergencias”, lo cual “podría haber promovido una respuesta rápida” que “hubiera permitido salvar más vidas”. También observa que, para cuando se despacharon bomberos, policías y ambulancias, “el tráfico y las comunicaciones en el área habían colapsado, por lo cual los recursos experimentaron numerosas dificultades, no sólo para llegar al lugar de la emergencia sino también para recibir y reportar información”.

Además, cuando los hospitales a los que se llevaban los heridos quedaron saturados, “registrar esta situación requirió un tiempo considerable: muchas ambulancias intentaron dejar personas heridas en uno u otro hospital hasta encontrar uno que estuviera en condiciones de recibirlos”. Y “luego de las primeras doce horas todavía no había listas disponibles de fallecidos y lesionados. Por eso, familiares y amigos preguntaban en diferentes hospitales y en la morgue, interfiriendo a su vez con un proceso de respuesta ya complicado”.

“Por nuestra parte –explicó Javier Orozco–, trabajamos la arquitectura de un sistema que permita utilizar dispositivos, no sólo nuevos y específicos, sino también ya conocidos, muchos de ellos de uso general como el smartphone o la tarjeta SUBE, a fin de ser utilizados coordinadamente en caso de catástrofe o accidente.” Rodrigo Santos, al referirse a ese minuto ganado que equivale a muchas vidas, puntualizó que “hoy existen cámaras prácticamente en todos los espacios públicos: esas cámaras detectan, pongamos por caso, que el tren chocó: se pueden aplicar algoritmos que, ante determinado tipo de imagen, alerten sobre un probable siniestro”.

En cuanto al colapso del tráfico, “una planificación basada en Internet de las Cosas permitiría, desde el primer momento, utilizar los semáforos y el personal comunicado en tiempo real para reordenar el tránsito dejando calles libres para la emergencia”, observó Orozco. “La afluencia de heridos y la eventual saturación de cada guardia hospitalaria puede registrarse en forma inmediata en bases de datos situadas en ‘la nube’ de Internet, a disposición del comando de operaciones”, agregó Santos. Y, para quien ingresa en una guardia, “su smartphone podría contener, accesible, su historia clínica: si es diabético o no, si es alérgico a la penicilina...”.

Santos aclaró que “nuestra investigación no apunta a marcar errores o a juzgar lo que pasó: apuntamos a lo que ahora, en 2015 y contando con Internet de las Cosas, es posible diseñar como preparación previa ante eventuales catástrofes”. Incluso, observó Orozco, “no se trata sólo de actuar cuando se produce la catástrofe, sino también, en ciertos casos, de prevenirla”.

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